Hace unos días se acaban de dar por inauguradas las obras de construcción
del Gran Canal de Nicaragua en dicho país centroamericano.
Esta obra civil está a cargo de una empresa china y financiada por el gobierno
de la República Popular de China,- tan solo llamada China en el presente
escrito-.
Al pensar en China, no se puede pasar por alto una profecía hecha hace
casi doscientos años por el General Napoleón Bonaparte, en 1816, cuando ha
dicho éste: “Allí [en China] duerme un gigante. Dejémoslo que duerma, porque
cuando despierte se moverá el mundo entero.”
¡Anterior frase muy relacionada con la Teoría del Caos y del Efecto
Mariposa!
Recién en el 2011, China ha bajado a Japón como número dos en el ranking
económico mundial y hoy, en el 2015, se convierte en el número uno, muy por
delante de los Estados Unidos de América-, EE. UU.-. Alem que aquélla se ha
convertido en el acreedor de éste. ¡Ya ahora, hasta se dice que, China es la
dueña de los EE. UU.!
Se ha vuelto China uno de los mayores impulsores del crecimiento en la
economía global. Un país caracterizado por la dicotomía comunismo en lo
sociopolítico y capitalismo en lo económico que ha cambiado los arrozales por
las grandes urbes abarrotadas de gente.
Ya lejos ha quedado en el tiempo aquel período de tensión entre la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas,- URSS-, y la China, lo cual llegó a su
climax a principios de la década de los 60, cuando ambos gigantes se acusaban
mutuamente de revisionistas y neocolonialistas.
Lamentablemente para los EE. UU., dicha tensión no desembocó en una
guerra abierta entre estas dos potencias comunistas y vecinas, lo cual les
hubiera ahorrado muchos recursos económicos para hacer colapsar a la URSS.
Los desacuerdos
nacieron de la crítica de Kruschev al estalinismo en 1956: Los dirigentes
chinos siempre se esforzaron en salvaguardar el mito de Stalin y, por ejemplo,
cuando se decidió retirar sus restos del lugar en que reposaban en la muralla
del Kremlin junto a los de Lenin, depositaron flores ante ellos. La propia
evolución de la política china contribuyó a multiplicar las discrepancias. A
fines de 1957, una conferencia de los partidos comunistas en Moscú, dedicada a
la unidad del campo socialista, tuvo tan escaso efecto sobre los dirigentes que
se lanzaron al famoso “Gran Salto Adelante” y, a partir de este momento, el
camino seguido por los respectivos comunismos fue manifiestamente divergente
con los soviéticos, insistiendo en la crítica a Stalin y los chinos lanzados a
experimentos de movilización popular y productivismo desmesurado.
Pero,
los EE. UU., visionariamente, se han percatado que China, el gigante dormido,
estaba despertando y que, había que congraciarse con ella, dejando las
discrepancias y enemistades a un lado. ¡Incluso sacrificando su amistad con
Taiwán!
Así,
en 1972 se ha llevado a cabo la histórica visita del Presidente Richard Nixon,
de los EE. UU., a China. Esto ha sido un paso importante para formalmente
normalizar las relaciones entre ambos países.
Ha
sido la primera visita de un presidente de EE. UU. a China, quien entonces consideraba
a EE. UU. como uno de sus enemigos más importantes. La visita se convirtió en
una metáfora para una acción inesperada o no característica de un político.
La mejora de
las relaciones con la URSS y China son algunos de los más conocidos éxitos
diplomáticos alcanzados por EE. UU. durante la presidencia de Nixon. Después de
la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses vieron cómo las relaciones entre
EE. UU. y la URSS se deterioraban: El gobierno soviético consolidaba estados
títeres comunistas en la Europa Oriental y China se decantaba por el comunismo desde
1949.
En julio de
1971, el “Consejero de Seguridad Nacional” de EE. UU., Henry Kissinger, visitó
secretamente Pekín durante un viaje de servicios a Pakistán, y preparó las
bases para una visita oficial de Nixon a China.
Del 21 al 28
de febrero de 1972, Richard Nixon viajó a Pekín, Hangzhou y Shanghai. Tan
pronto el presidente estadounidense llegó a la capital china fue convocado a un
encuentro con Mao Zedong, quien, sin conocimiento de los estadounidenses, había
estado enfermo nueve días antes pero se sentía lo bastante fuerte para reunirse
con Nixon.
Acerca de la
reunión, las primeras palabras de Mao a Nixon fueron: “Nuestro viejo amigo, el
generalísimo Chiang Kai-shek, no aprueba esto.”
Al término de
la visita, los EE. UU. y China expidieron el Comunicado de Shanghai, un
comunicado de sus puntos de vista de la política exterior y un documento que
sentaría las bases de las relaciones bilaterales chino-estadounidenses por
muchos años. Kissinger declaró también que EE. UU. retiraría sus fuerzas
militares de la isla de Taiwán, pero sin renunciar a su alianza militar con el
régimen de la República de China en Taiwán. En el comunicado, ambas naciones
prometen trabajar para una “normalización completa” de sus relaciones
diplomáticas, lo cual se logró en 1977.
Estados
Unidos aceptó oficialmente el postulado de “Una sola China”.
Ahora, 42
años después de esa histórica visita, China ha logrado establecer Cabezas de
Playa en Venezuela y el Cono Sur y, ahora en Nicaragua, lo cual es una seria y
real amenaza a la hegemonía de los EE. UU. en esta pobre región considerada por
años como el patio trasero de los EE. UU.
Y, lo que es
peor, parece ser que los EE. UU., actual primera potencia militar del mundo, no
logra hacer frente al ímpetu económico que trae el otrora gigante dormido de
Lejano Oriente.
Ya Rusia y
China han logrado hacer frente común, con muchísimo éxito, ante la tentativa de
EE. UU. de invadir Siria. Aún siendo esta nación la primera potencia militar,
ha tenido que soportar la “malacrianza” de aquellos dos y ha tenido que
sucumbir marchándose con la cola entre las patas, sin poder invadir a la
mencionada nación del Medio Oriente.
Por supuesto,
dicha malacrianza, así como la arremetida de Rusia contra Ucrania, ha tenido
una respuesta que no se ha hecho esperar y, ahora, Rusia y Venezuela sufren las
consecuencias de una caída sostenida del precio del petróleo, gracias a la
colaboración de Arabia Saudita con los EE. UU.
Continuando...
Depende del lente con el que se le mire, el Gran Canal de Nicaragua,-
eventual competidor del Canal de Panamá-, será una cicatriz en el corazón de
Centro América o una nueva arteria para inyectar sangre a la región.
Según el gobierno del izquierdista Daniel Ortega del Frente Sandinista
de Liberación Nacional,- FSLN-, esta obra civil ofrecerá muchos beneficios
económicos al país y acabará con la extrema pobreza y el desempleo. Sin
embargo, algunos creen que no es económicamente viable y expertos en medio
ambiente creen que podría tener un tremendo impacto ambiental negativo.
La empresa HKND, con sede en Hong Kong, recibió una concesión de 50 años
por los derechos de construir el canal y otros 50 años para manejarlo. Al
frente de la compañía está un misterioso multimillonario chino, Wang Jing.
Esta vía interoceánica será más larga, más profunda y más ancha que la del
Canal de Panamá.
Son US$50,000 millones lo que se prevé que demandará la construcción de
este canal de una longitud de 278 kilómetros,- el de Panamá tiene 77 kilómetros-.
Sin embargo, el Canal de Nicaragua atravesará el lago de agua dulce más
grande de Centro América, mismo que cubre un área de 8,624 kilómetros cuadrados.
¡Esto último es lo que genera serias críticas de parte de los ambientalistas!
Se espera que la obra esté terminada en 5 años y que el canal esté en
funcionamiento en el año 2020. Por su parte, el Canal de Panamá demoró 10 años
en ser construido por los Estados Unidos de América,- EE. UU.-, habiendo
entrado en operación en 1914.
Se espera que esta megaobra cree cerca de 50 mil empleos directos y 200
mil empleos indirectos.
Muchos
“expertos” en la materia, se han dado a la tarea de criticar inmisericordemente
esta nueva obra, alegando que:
a) No
será rentable económicamente.
b) No
podrá competir con el Canal de Panamá.
c) El
constructor no tiene la experiencia para realizar dicha obra.
d) Es
una locura.
e) Etc.
Últimamente,
los ambientalistas y los “nacionalistas” nicaraguenses, se han dado a la tarea
de desacreditar la obra por el esperado daño e impacto ambiental,- los
primeros-, y por la supuesta entrega de la soberanía de Nicaragua a China,
convirtiendo ineluctablemente al país en una “Chinolandia”.
Este
último argumento es realmente curioso, dado que, como todos bien entienden y
recuerdan, los países latinoamericanos, mucho menos los centroamericanos, jamás
han sido soberanos en lo que va de su época como naciones “independientes”.
Por
un momento, hágase uso de la empatía y colóquese el lector en el lugar de los
pro-estadounidenses y de los estadounidenses: Suponga el lector que, en efecto,
esta obra no logrará competir con el Canal de Panamá, entonces, ¿Cuál es el
problema que el mismo sea construido?
¿No
acaso los mismos estadounidenses han enseñado por años a las juventudes del
mundo occidental, con aquel juego llamado “MONOPOLY”, que la idea que debe
prevalecer en el comercio es la de arrasar al oponente por la vía económica,
cerrándole cualquier salida y a fín de cuentas tomando al rival como un mero y
simple vasallo?
En
este juego de mesa, como todos bien saben, se disputan bienes raíces y, tal
como el nombre lo sugiere, el objetivo del juego es hacer un monopolio de la oferta,
poseyendo todas las propiedades inmuebles que aparecen en el juego. ¡Auténtico
espíritu del capitalismo más sanguinario!
Así,
retomando la vía de un análisis en exceso simplista, si el Gran Canal de
Nicaragua ha de ser un fracaso para China y Nicaragua, entonces, los rivales y
oponentes del mismo deberían alentar a los chinos a seguir adelante. A fín de
cuentas, entonces el fracaso chino haría quedar en una posición aún más sólida
al Canal de Panamá.
Por otra parte, si la empresa fracasa, tal como los “expertos” lo vaticinan, entonces al menos se habría generado mucho empleo e inversión en Nicaragua, no solo para nicaragüenses, si no para el resto de centroamericanos.
A
lo mejor lo que vaticinanan los “expertos” es realmente falso, y lo que en
realidad avisoran es una tremenda competencia para el Canal de Panamá y hasta
una eventual quiebra de éste con su aún no terminada ampliación. ¡Hay que
recordar que los chinos son expertos en la competencia desleal y dumping!
Acude
a la memoria de servidor, aquella otra famosa frase célebre de Nikita Kruschev,
cuando desenmascara a John Fitzgerald Kennedy por el asunto del avión U-2,
tripulado por Francis Gary Powers y derribado sobre la URSS: “Ya decía yo que
algo tramaba ese amigo mío.”
¡Saque
el lector sus propias conclusiones!
P.
S. ¡Feliz Año 2015 y gracias por las primeras 2000 visitas a este blog!
MIE
31 DIC 14
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