Luego de casi cincuenta y un años, hasta esta fecha, Lee Harvey Oswald,- 18 de Octubre 1939 – 24 de Noviembre 1963-, es el único inculpado por el asesinato del presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy, el 22 de Noviembre de 1963.
Oswald fué detenido a los pocos minutos del atentado y asesinado dos días después por el “indignado” Jack Ruby,- propietario de un club nocturno y miembro del hampa secundaria estadounidense-, cuando iba a ser trasladado a una prisión. A la postre, también Ruby,- quien estaba ya enfermo al momento de cometer el homicidio de Oswald-, fallecería en el 67 mientras guardaba prisión.
En 1979, el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos concluyó que, si bien Oswald fué el autor de los disparos, el asesinato del presidente Kennedy podría tratarse de una conspiración, aunque no fué capaz de identificar individuos u organizaciones que pudiesen estar involucrados. Sin embargo, tiempo después, James Files confesó,- ¿sus “diez minutos de fama” al estilo estadounidense?-, haber sido el asesino del presidente en The murder of JFK: confession of an assassin,- 1996-, y es el único autor confeso del crimen, ya que Lee Harvey Oswald negó, hasta su muerte, haberlo hecho.
Oswald fue un infante de Marina, habiendo sido entrenado y examinado en tiro con notas pésimas, mas bien de mero apuntador. De complexión débil, fue apodado Oswald Bugs Bunny y también Oswaldskovich por sus sentimientos prosoviéticos.
En octubre de 1959, y tras un accidentado viaje en barco desde Nueva Orleans hasta Finlandia, Oswald desertó a la Unión Soviética, donde permaneció hasta 1962. Los soviéticos observaron siempre en él alguna clase de anormalidad psiquiátrica. Residió en Minsk y se casó con Marina Prusakova,-hija de un Coronel de la KGB-, en 1961, con quien tuvo una hija. En 1962 la pareja marchó a los Estados Unidos.
Tras su retorno a los Estados Unidos, Oswald se instaló en el área de Dallas y Fort Worth, cerca de su familia.
El 22 de Noviembre de 1963, el presidente Kennedy llegó a Dallas. La ruta de la comitiva presidencial debía pasar justo frente al Texas School Depository,- TSD-, edificio en el cual Oswald trabajaba. A las 12:30 exactamente, en el carro convertible presidencial, segundo de una serie de varios vehículos que trasladaban funcionarios y periodistas, llegó a la Plaza Dealey. La comitiva debió hacer una serie de virajes para respetar el recorrido que normalmente hacían las personalidades importantes que visitaban la ciudad de Dallas.
Luego de pasar por el edificio donde Oswald trabajaba, se oyeron tres disparos. Uno de estos disparos alcanzó a Kennedy sin matarlo, pero otro, probablemente el último de los tres, hirió mortalmente a Kennedy en la cabeza.
El policía Marrion Baker, oyó los disparos y corrió hacia la entrada del TSD, al percibir que los disparos parecían venir desde allí. Comenzó a subir escaleras y al llegar al segundo piso, donde funcionaba la cafetería, vio a un individuo que entraba presuroso hacia un cuarto que tenía una máquina expendedora de gaseosas. ¡Era Lee Harvey Oswald!
A Baker le pareció sospechoso este individuo y le ordenó que se detuviera. Al mismo tiempo llegó al lugar Roy Trully, encargado del personal del depósito, quien le comunicó al policía que ese joven,- Oswald-, trabajaba allí.
Baker dejó a Oswald, quien bebió un refresco de la máquina expendedora. Luego Oswald se retiró y desapareció del lugar rumbo a su domicilio. Casi inmediatamente se inició su búsqueda como principal sospechoso, siendo arrestado.
Oswald negó en todo momento haber participado en el asesinato. Afirmó en público que era un patsy,- término usado por la mafia para describir a alguien a quien se trata de culpar por un crimen que no cometió-, algo así como un mero chivo expiatorio.
El 24 de Noviembre de 1963, la policía traslada a Oswald a la cárcel del condado. Al ser llevado éste por los estacionamientos subterráneos del cuartel de la policía, Jack Ruby se abre paso violentamente entre la multitud de periodistas, fotógrafos y camarógrafos presentes y ajusticia a Oswald disparándole en el pecho, hiriéndolo y falleciendo éste en un hospital poco después.
Después de la muerte de Kennedy, el vicepresidente Lyndon Baines Johnson juró el cargo como sucesor, convirtiéndose en el 36º presidente de los Estados Unidos de América, en el propio avión presidencial de regreso a Washington desde Dallas.
A la fecha, una de las cuestiones que mayor controversia suscita es si Oswald participó en el magnicidio, y si lo hizo, si éste actuó solo o si había otros tiradores que también actuaron ese día. Las ideas de conspiración han tomado fuerza debido al pasado de Oswald, que aparece vinculado tanto a la Unión Soviética y al partido comunista, como a los servicios secretos estadounidenses.
Como una reductio ad absurdum que Oswald al menos no pudo haber sido el único participante en el asesinato de Kennedy, se habla de la famosa “Teoría de la Bala Mágica”:
La Teoría de la Bala Mágica, así llamada burlonamente por los que apoyan la teoría de la conspiración, es la forma en que la comisión Warren quiso ocultar lo que era una bala que procedía desde una posición frontal al automóvil del presidente estadounidense y que supuso obligar a una bala “milagrosa, caprichosa y bendecida” a entrar por atrás del cuello de Kennedy y salir por la traquea, girar a la derecha, volver a reorientarse e incrustarse en la espalda del gobernador de Texas, John Connally, salir por su tórax, perforar su mano derecha y rozarle la pierna izquierda. Esta fue la primera bala de dos que entraron en el cuerpo de Kennedy.
El problema era mayúsculo, pues por los fotogramas y la reconstrucción de la escena, la trayectoria de la bala procedía desde otra dirección. Posiblemente la única que pudo haber acertado Oswald fue una bala que dio al gobernador de Texas y desde otra ventana un tirador le dio a Kennedy en la cabeza.
Al reconstruir la escena y medir los fotogramas, se estableció que el rifle debía ser disparado tres veces en tan solo 1.6 segundos. Recuérdese que, fué un rifle Carcano M91/38 italiano de la Segunda Guerra Mundial, cuyas balas al ser disparadas, debían retirarse de la recámara y poner una nueva bala en posición para ser amartillada.
Los más expertos lograron tiempos cercanos a 2.3 segundos. Ese no era el problema más apremiante, sino la puntería, pues luego de cada tiro desde la posición de Oswald, era más conveniente un disparo de frente a la carroza cuando se acercaba, en vez de esperar a las dificultades de disparar con nula visión a un árbol que le estorbaba la vista.
Al haber sido asesinado el supuesto “único asesino” de Kennedy, todo quedó sin poder ser esclarecido y ocultado de la opinión pública.
¿Qué tiene que ver la anterior historia con el caso del ex presidente Francisco Guillermo Flores Pérez en el Estado de El Salvador?
En estos últimos días, se ha desatado un nuevo debate en este pequeño Estado. La cuestión es que, el ex presidente Flores ha sido trasladado de su celda a un hospital privado para recibir atención médica.
El propio jefe del Instituto de Medicina Legal, ha manifestado que, el ex mandatario sí está enfermo y necesita atención médica de urgencia.
Es de destacar que, este caballero,- el jefe del Instituto de Medicina Legal-, es una persona de gran solvencia moral y de una ética difícil de superar, razón por la cual no hay motivo para creer que lo de la enfermedad del imputado sea un mero teatro.
Que el susodicho jefe del Instituto de Medicina Legal ha también manifestado a viva voz sus inclinaciones políticas a favor de las derechas, no lo descalifica en su opinión y recomendación profesional. A decir verdad, no hay ley que obligue a funcionario alguno a no tener preferencias en lo que a política se refiere.
Otra cosa es que, desde el momento que Flores se entregó y fue detenido con arresto domiciliar y posteriormente trasladado a una celda, todo mundo comentaba que, llegaría el momento en que el mismo habría de fingir una enfermedad con el propósito de ser trasladado a la comodidad de un hospital privado. Esto es, ya se esperaba esta situación de parte de todos los residentes del Estado de El Salvador, razón por la cual la mayoría no cree en lo de las dolencias del ex mandatario.
Otros han llegado aún más lejos en la discusión:
• ¿Por qué entonces no se envía a Flores a un hospital público junto con los demás reos?
• ¿Por qué no se envía a Flores al Hospital Rosales, al mismo pabellón en el que se encuentran remitidos los reos que presentan quebrantos en su salud y que requieren atención hospitalaria?
• ¿Por qué se le dispensan tantas consideraciones a Flores?
Bueno,… la verdad es que, este es un caso que realmente es excepcional y debe ser comentado sin pasión alguna.
Es la primera vez en la historia del Estado de El Salvador que se ha detenido a un ex mandatario y se le acusa de delitos graves. Esto, no porque se viva en un paradiso en el que todos los mandatarios han sido hasta este momento decentes, intachables y probos, más bien porque la serpiente de la justicia,- como dicen los abogados utilizando una vulgar jerga judicial-, nunca muerde el talón de los poderosos.
Por otra parte, el Estado está en la obligación constitucional de garantizar el derecho a la salud de todos y cada uno los residentes en estos lares. Ello, sin hacer distingo alguno en lo que a la calidad de la persona se refiere.
Desafortunadamente, el Estado de El Salvador, a pesar que gasta millones de dólares en vehículos nacionales de lujo, en guardaespaldas para los funcionarios y familiares, en viajes innecesarios de sus diputados, en sueldos injustificadamente elevadísimos de sus funcionarios, en un órgano jurisdiccional que se ha vuelto despilfarrador a más no poder y en una forma grotesca y ofensiva, no cuenta con los recursos para brindar salud y atención médica adecuada a la población que lo requiere en forma gratuita.
Como comentario agregado:
¡Sin duda alguna, algo malo debe haber en una sociedad y nación que permite y avala este tipo de establecimiento de sus prioridades, necesidades y gastos!
Aún y cuando no ha sido vencido en juicio de acuerdo al Debido Proceso que garantiza la Constitución, el ex presidente Flores, desde el momento en que declaró ante la Comisión de la Asamblea Legislativa sobre la ayuda de China – Taiwán a El Salvador, ha confesado públicamente todo lo que ha hecho y ya ello le ha valido un juicio de los residentes. ¡Dichas confesiones a través de las cámaras de la televisión!
Por otra parte, el periódico digital El Faro, ha comenzado ha brindar el listado de los auténticos destinatarios de los fondos que jamás ingresaron al erario público y que son propiedad del Estado salvadoreño.
¡Ya todos los residentes de este pequeño Estado conocen lo que ha sucedido!
Ahora bien, ello no obsta para que el ex presidente Flores tenga acceso a la salud y se le permita a él y a su familia, pagar de su propia bolsa un hospital privado para recuperarse rápidamente de sus dolencias y males de salud.
Por otra parte, es de suma importancia que este ex funcionario preserve su salud y su vida, pues, de lo contrario, todo quedaría en el olvido y, todos los destinatarios de los fondos provenientes de China - Taiwan tendrían una posición cómoda para alegar que, Flores actuó en forma solitaria en su momento, alegando que no ha habido conspiración alguna en el desvío de dichos fondos de ayuda internacional.
Lo importante para el Estado de El Salvador y sus residentes es el hecho que, la verdad sea dada a conocer y se recuperen de alguna forma u otra esos fondos que son realmente públicos.
Algunos dirán,- muy atinadamente-: “Es que al Estado de El Salvador le resulta más oneroso cuidar con la policía civil al ex mandatario en un hospital privado.”
Muy cierto, pero esta persona tiene derecho a la salud y no puede ser obligado a recibir el mínimo servicio deficiente que brinda el Estado en el sector salud.
¡Además, a todos interesa conocer la verdad y no se debe permitir que todo quede en el olvido!
¡Aunque no es garantía que si Flores preserva su salud y vida se llegue a conocer la verdad, sí es seguro que, si la salud de éste se quebranta irremediablemente, nunca se conocerá la verdad!
¡Saque el lector sus propias conclusiones!
VIE 07 NOV 14
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