EL BESO (14 AGO 45)
Este
fín de semana, servidor ha optado por escribir sobre un tema totalmente fuera
de lo común.
El
japonés es un pueblo realmente muy particular y peculiar, lo cual se refleja
hasta en su forma de expresarse. Los japoneses no dicen las cosas en una forma
directa, tal como lo hacen los occidentales. Están acostumbrados a expresarse
en una forma velada, con mucha cortesía, diplomacia, elegancia y respeto.
El 15 de
Agosto de 1945, por primera vez en la historia, el pueblo japonés ha escuchado la
voz de uno de sus emperadores. Hasta ese momento, los emperadores solamente se
habían dirigido a sus súbditos mediante escritos. Ese día, por primera vez en
sus diecinueve años como emperador, Hirohito, en un discurso grabado,- por razones de seguridad-,
se ha dirigido a sus súbditos para hacer de su conocimiento la rendición de su
nación ante los Aliados, ocurrida el día anterior.
EMPERADOR HIROHITO |
Debido al
estilo formal en que estaba escrito su discurso, fué necesaria una traducción
al lenguaje popular para una comprensión más sencilla.
De los once
puntos a los que hacía referencia el corto discurso, son tres los que resaltan:
“(1) Yo,
el Emperador, después de reflexionar profundamente sobre la situación mundial y
el estado actual del Imperio japonés, he decidido adoptar como solución a la
presente situación el recurso a una medida extraordinaria. Con la intención
de comunicároslo me dirijo a vosotros, mis buenos y leales súbditos.
(2) He
ordenado al Gobierno del Imperio que comunique a los países de EE. UU., Gran Bretaña,
China y Rusia la aceptación de su Declaración conjunta.
(3) Ahora
bien, conseguir la paz y el bienestar de los súbditos japoneses y disfrutar de
la mutua prosperidad y felicidad con todas las naciones ha sido la solemne
obligación que me legaron, como modelo a seguir, los antepasados imperiales y
de la cual no he pretendido apartarme, llevándola siempre presente en mi
corazón.
(4) Por
consiguiente, aunque en un principio se declarase la guerra a los países de EE.
UU. y Gran Bretaña, la verdadera razón fué el sincero deseo de la
autoconservación del imperio y la seguridad de Asia Oriental, no siendo en
ningún caso mi intención interferir en la soberanía de otras naciones ni la
invasión expansiva de otros territorios.
(5) Sin
embargo, la guerra tiene ya cuatro años de duración. Y a pesar que los
generales y los soldados del ejército de tierra y marina han luchado en cada
lugar valientemente, los funcionarios han trabajado en sus puestos realizando
todos los esfuerzos posibles y todos los habitantes han servido con devota
dedicación, poniendo cuanto estaba en sus manos; la trayectoria de la guerra
no ha evolucionado necesariamente en beneficio de Japón y la situación
internacional tampoco ha sido ventajosa. Además, el enemigo ha lanzado una
nueva y cruel bomba, que ha matado a muchos ciudadanos inocentes y cuya
capacidad de perjuicio es realmente incalculable.
(6) Por eso,
si continuamos esta situación la guerra al final no sólo supondrá la
aniquilación de la nación japonesa sino también, la destrucción total de la
propia civilización humana. Y si esto fuese así, cómo podría proteger a mis
súbditos, mis hijos, y cómo podría solicitar el perdón ante los sagrados
espíritus de mis antepasados imperiales. Esta es la razón por la que he hecho
al gobierno del Imperio aceptar la Declaración Conjunta de las Potencias.
(7) Me siento
obligado a expresar mi más profundo sentimiento de pesar con las naciones
aliadas que han colaborado permanentemente junto con el Imperio Japonés para la
emancipación de Asia Oriental. Asimismo, pensar en aquellos de mis súbditos que
han muerto en el campo de batalla, así como en aquellos que dieron su vida
ocupando sus puestos de trabajo, cumpliendo con su deber, o aquellos que fueron
víctimas de una muerte desafortunada y en sus familias destrozadas es un
sufrimiento presente en mi corazón noche y día. Del mismo modo, el bienestar de
los heridos y de las víctimas de guerra, de aquellos que han perdido sus
hogares y sus medios de vida constituye el objeto de mi más honda preocupación.
(8) Soy
consciente que los sacrificios y sufrimientos que tendrá que soportar el
Imperio a partir de ahora son, sin duda, de una magnitud indescriptible. Y
comprendo bien el sentimiento de mortificación de todos vosotros, mis súbditos.
Sin embargo, en consonancia con los dictados del tiempo y del destino quiero, aún
soportando lo insoportable y padeciendo lo insufrible, abrir un camino hacia la
paz duradera para todas las generaciones futuras.
(9) Confirmo
vuestra lealtad al defender la estructura del Imperio y me siento unido a
vosotros, mis buenos y leales súbditos. Por eso, os exijo que evitéis cualquier
explosión de emociones que pueda desencadenar complicaciones innecesarias, o
enfrentamientos que puedan desuniros, causando desorden y conduciéndoos por un
camino equivocado que haría al mundo perder la confianza en vosotros.
(10)
Continuad adelante como una sola familia, de generación en generación,
confiando firmemente en la inmortalidad del Japón divino, conscientes del peso
de las responsabilidades y del largo camino que os queda por delante. Dedicad
todos vuestros esfuerzos para la construcción del futuro. Manteneos fieles a
una firme moral, seguros de vuestro propósito, y trabajad duro aprovechando al
máximo vuestras virtudes sin retrasaros de la línea del progreso del mundo.
(11) Poned en
práctica, según lo he dicho, mi voluntad.” (Subrayar es propio de suscrito)
Tras escuchar
este discurso, varios cientos de japones, la mayoría de ellos oficiales
militares, se suicidaron, al igual que muchos oficiales nazis hicieron tras la
capitulación de Alemania, donde nunca había existido un culto al suicidio
patriótico comparable.
El día
anterior,- 14 de Agosto-, al momento de anunciarse la rendición incondicional
del Japón, una inmensa celebración se apoderó de los Estados Unidos de
América,- EE. UU.-.
En
contraposición al lenguaje indirecto y plasmado de eufemismos del discurso de
Hirohito, los estadounidenses se dedicaron a celebrar en una forma eufórica y
desenfrenada.
Así, hace poco
más de setenta años se volvió histórica la imagen de un par de jóvenes,- un marinero
y una enfermera-, en Times Square tomada por Alfred Eisenstaedt. Hoy día, décadas
después, dicha estampa continúa impregnada de misterio.
"EL BESO" EN TIMES SQUARE |
Es el 14 de
Agosto de 1945,
el reloj ronda las 17:51 horas,- según cálculos de los astrónomos por la
posición de las sombras-, y el Presidente Harry Truman acaba de
anunciar, en discurso público, el fin de la Segunda Guerra Mundial ante la
rendición incondicional del Japón.
Al instante,
miles de personas inundaron las calles del centro de la ciudad de Nueva York
para celebrar la victoria de EE. UU. y el tan ansiado fin de la guerra.
Entre la muchedumbre
de Times
Square, un joven marinero, emocionado por la situación, toma
del brazo a una bella enfermera, quien cierra los ojos y se deja llevar
por el impulso del joven. Entre la muchedumbre, él planta decididamente sus labios
sobre los de ella.
Alfred Eisenstaedt,
fotógrafo germano-americano quien laboraba para la revista Life, también estaba
allí. Éste, ya había desenfundado su cámara Leica y logra inmortalizar ese instante
de apenas unos segundos, en blanco y negro para la historia, y que ese beso
fuera, posteriormente, conocido como...: “El beso.”
Dos personas
que no se conocían, unidas por las vivencias de una cruenta guerra,
quienes habían visto la muerte de cerca en muchas ocasiones, ante la alegría porque
todo había acabado, sin intercambiar una tan sola palabra, se funden en un beso
que dice mucho a la posteridad.
Victor Jorgensen, otro fotógrafo, también
se encontraba en el momento y en el lugar, y no dudó en emular la acción
de su colega de Life y ayuda a inmortalizar la estampa del marinero y la
enfermera. Su foto, menos conocida, fue sacada desde un ángulo distinto y se
publicó en The New York Times.
FOTOGRAFIA REALIZADA POR VICTO JORGENSEN |
Nadie tomó
nota de los nombres de los protagonistas. A nadie se le ocurrió. Las
identidades del marinero y la enfermera, quienes se fundieron en ese beso en la
intersección de la Séptima Avenida con Brodway, han mantenido al mundo entero
intrigado durante décadas. Hoy en día, solamente se conoce con bastante
certeza la identidad de la enfermera.
La fotografía
se convirtió en el símbolo del fin de la larga guerra. La pose ha sido mundialmente
imitada y ha sido reconstruida en el 2005, en el mismo sitio, con una
gran estatua llamda: “Rendición Incondicional.”
También en el
cine, teatro, conciertos... e incluso en un capítulo de los malcriados e
irreverentes “Simpsons”,
se ha rememorado la escena.
El contraste
de sus ropas,- él vestido de oscuro y gorro blanco y ella toda de blanco-,
llena todavía más de significado la escena. Pero a este beso de película
no tardaron en lloverle las críticas. Los más escépticos hablaron de un montaje del fotógrafo,
que habría preparado la escena para conseguir la instantánea perfecta; sin
embargo, Eisenstaedt siempre negó estas acusaciones explicando que había
seguido a ese marinero, por el centro de la ciudad neoyorkina, quien captó
su atención por la forma en que celebraba el rendimiento japonés: Besando a
todas las mujeres que podía.
"MUERTE DE UN MILICIANO" |
Lo anterior
hace rememorar la polémica fotografía “Muerte de un miliciano”, imagen icónica
de la Guerra Civil Española, tomada por Roberto Capa,- pseudónimo del corresponsal
de guerra y periodista húngaro Endre Ernő Friedmann-, el 05
de Septiembre de 1936 en el Municipio de Espejo,- Córdoba-, de la cual los
críticos dicen que es una mera actuación o simulación, pues es casi imposible
captar un instante así,- a criterio de ellos-.
Se ha
intentado enturbiar el instante y quitar mucho de la magia de “El beso”. Algunos
defensores de los derechos de las mujeres consideran que, el acto en
si y la fotografía son una mera “violación contra el género femenino”,
sosteniendo que la mujer fué sometida de forma violenta contra su
voluntad. Además,- alegan los detractores-, la postura de la joven da
esa impersión,- según ellos-, al agarrar su falda y mantener el puño cerrado.
De cualquier
forma, es bien sabido que ese día, el famoso beso no fué el único en
la celebración. El reportaje de Life al día siguiente, muestra varias imágenes
parecidas de otras parejas, quién sabe si desconocidas o no.
GEORGE MENDOSA (2015) |
En el sótano
de su casa, George Mendosa, un veterano de la Segunda Guerra Mundial, repasa un
álbum fotográfico con imágenes de sus días como soldado.
Él dice ser
el amoroso marinero de la foto, aunque Life ha dicho siempre que la identidad
del hombre es un misterio.
“Nunca he
encontrado una persona a la que haya convencido”, dice Mendosa, un pescador
retirado con una nariz prominente y el pelo corto y gris.
En la
actualidad Mendosa vive con su esposa Rita Petry, en una calle tranquila de
Middletown, Rhode Island, una ciudad costera de unos 16 mil habitantes a unos
290 kilómetros de Times Square.
El 14 de
Agosto de 1945, Mendosa estaba en una cita con Petry, su actual esposa, en un
cine. Cuando la gente en la calle empezó a gritar, interrumpieron la función y encendieron
las luces. Petry y Mendosa se dirigieron a un bar y al salir a la calle fué
cuando el hombre vió a la enfermera y la besó, mientras Petry observaba la
escena.
“Mucha gente
me dijo: “Besaste a una enfermera estando en una cita.” Yo dije: “¡Por Dios!,
la guerra ha terminado,” relata Mendosa.
La reacción
pública de la historia detrás del beso sí le importó más a ella. Mendosa comenta
que la gente le dice a su mujer: “¿Él te hizo eso y aún estás con él?” Algo que
a Petry le incomoda. No obstante, la pareja celebró su aniversario de bodas
número 69 en Octubre del 2015.
GRETA FRIEDMANN JUNTO A "RENDICION INCONDICIONAL" |
La mujer a la
que presuntamente besó Mendosa era una asistente dental llamada Greta Friedmann,
quien vió la icónica foto por primera vez en 1960. Ella reconoció su figura, lo
que llevaba puesto y especialmente su pelo, según una entrevista que dió al
Proyecto de Historia de Veteranos, publicado en el 2005.
Ella recuerda
ir caminando por Times Square luego de oír rumores sobre el fin de la guerra.
“De repente
un marinero me agarró y me besó,” dijo. “No fue tanto como un beso. Era más el
júbilo del fin de la guerra ya que él no tenía que volver al campo de batalla.”
“El marinero
era muy fuerte”, le contó al Proyecto de Historia de Veteranos.
“Me estaba
apretando fuertemente. No estoy muy segura del beso… sólo era alguien
celebrando. No fué un evento romántico. Era más algo como: “Gracias Dios, la
guerra se terminó,” relató la mujer.
GRETA FRIEDMANN |
En
contraposición al lenguaje indirecto y elegante de los japoneses, el lenguaje
directo de los occidentales, parece acabar imponiéndose en “El beso”.
Para deleite
de las féminas, se transcribe un pensamiento de un poeta, en el cual, el verbo
“alcanzar” puede ser interpretado en dos forma posibles: “Alcanzar”,
significando que algo es suficiente; y, “alcanzar”, significando literalmente
que se logra dar alcance a algo tras correr tras ello:
¡Dame un beso que me alcance hasta morir!
¡Saque el
lector sus propias conclusiones!
José Roberto
Campos hijo
DOM 10 ENE 15
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