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domingo, 10 de enero de 2016

EL BESO






EL BESO (14 AGO 45)


Este fín de semana, servidor ha optado por escribir sobre un tema totalmente fuera de lo común.

El japonés es un pueblo realmente muy particular y peculiar, lo cual se refleja hasta en su forma de expresarse. Los japoneses no dicen las cosas en una forma directa, tal como lo hacen los occidentales. Están acostumbrados a expresarse en una forma velada, con mucha cortesía, diplomacia, elegancia y respeto.

El 15 de Agosto de 1945, por primera vez en la historia, el pueblo japonés ha escuchado la voz de uno de sus emperadores. Hasta ese momento, los emperadores solamente se habían dirigido a sus súbditos mediante escritos. Ese día, por primera vez en sus diecinueve años como emperador, Hirohito, en un  discurso grabado,- por razones de seguridad-, se ha dirigido a sus súbditos para hacer de su conocimiento la rendición de su nación ante los Aliados, ocurrida el día anterior.



EMPERADOR HIROHITO



Debido al estilo formal en que estaba escrito su discurso, fué necesaria una traducción al lenguaje popular para una comprensión más sencilla.

De los once puntos a los que hacía referencia el corto discurso, son tres los que resaltan:

“(1) Yo, el Emperador, después de reflexionar profundamente sobre la situación mundial y el estado actual del Imperio japonés, he decidido adoptar como solución a la presente situación el recurso a una medida extraordinaria. Con la intención de comunicároslo me dirijo a vosotros, mis buenos y leales súbditos.

(2) He ordenado al Gobierno del Imperio que comunique a los países de EE. UU., Gran Bretaña, China y Rusia la aceptación de su Declaración conjunta.

(3) Ahora bien, conseguir la paz y el bienestar de los súbditos japoneses y disfrutar de la mutua prosperidad y felicidad con todas las naciones ha sido la solemne obligación que me legaron, como modelo a seguir, los antepasados imperiales y de la cual no he pretendido apartarme, llevándola siempre presente en mi corazón.

(4) Por consiguiente, aunque en un principio se declarase la guerra a los países de EE. UU. y Gran Bretaña, la verdadera razón fué el sincero deseo de la autoconservación del imperio y la seguridad de Asia Oriental, no siendo en ningún caso mi intención interferir en la soberanía de otras naciones ni la invasión expansiva de otros territorios.

(5) Sin embargo, la guerra tiene ya cuatro años de duración. Y a pesar que los generales y los soldados del ejército de tierra y marina han luchado en cada lugar valientemente, los funcionarios han trabajado en sus puestos realizando todos los esfuerzos posibles y todos los habitantes han servido con devota dedicación, poniendo cuanto estaba en sus manos; la trayectoria de la guerra no ha evolucionado necesariamente en beneficio de Japón y la situación internacional tampoco ha sido ventajosa. Además, el enemigo ha lanzado una nueva y cruel bomba, que ha matado a muchos ciudadanos inocentes y cuya capacidad de perjuicio es realmente incalculable.

(6) Por eso, si continuamos esta situación la guerra al final no sólo supondrá la aniquilación de la nación japonesa sino también, la destrucción total de la propia civilización humana. Y si esto fuese así, cómo podría proteger a mis súbditos, mis hijos, y cómo podría solicitar el perdón ante los sagrados espíritus de mis antepasados imperiales. Esta es la razón por la que he hecho al gobierno del Imperio aceptar la Declaración Conjunta de las Potencias.

(7) Me siento obligado a expresar mi más profundo sentimiento de pesar con las naciones aliadas que han colaborado permanentemente junto con el Imperio Japonés para la emancipación de Asia Oriental. Asimismo, pensar en aquellos de mis súbditos que han muerto en el campo de batalla, así como en aquellos que dieron su vida ocupando sus puestos de trabajo, cumpliendo con su deber, o aquellos que fueron víctimas de una muerte desafortunada y en sus familias destrozadas es un sufrimiento presente en mi corazón noche y día. Del mismo modo, el bienestar de los heridos y de las víctimas de guerra, de aquellos que han perdido sus hogares y sus medios de vida constituye el objeto de mi más honda preocupación.

(8) Soy consciente que los sacrificios y sufrimientos que tendrá que soportar el Imperio a partir de ahora son, sin duda, de una magnitud indescriptible. Y comprendo bien el sentimiento de mortificación de todos vosotros, mis súbditos. Sin embargo, en consonancia con los dictados del tiempo y del destino quiero, aún soportando lo insoportable y padeciendo lo insufrible, abrir un camino hacia la paz duradera para todas las generaciones futuras.

(9) Confirmo vuestra lealtad al defender la estructura del Imperio y me siento unido a vosotros, mis buenos y leales súbditos. Por eso, os exijo que evitéis cualquier explosión de emociones que pueda desencadenar complicaciones innecesarias, o enfrentamientos que puedan desuniros, causando desorden y conduciéndoos por un camino equivocado que haría al mundo perder la confianza en vosotros.

(10) Continuad adelante como una sola familia, de generación en generación, confiando firmemente en la inmortalidad del Japón divino, conscientes del peso de las responsabilidades y del largo camino que os queda por delante. Dedicad todos vuestros esfuerzos para la construcción del futuro. Manteneos fieles a una firme moral, seguros de vuestro propósito, y trabajad duro aprovechando al máximo vuestras virtudes sin retrasaros de la línea del progreso del mundo.

(11) Poned en práctica, según lo he dicho, mi voluntad.” (Subrayar es propio de suscrito)

Tras escuchar este discurso, varios cientos de japones, la mayoría de ellos oficiales militares, se suicidaron, al igual que muchos oficiales nazis hicieron tras la capitulación de Alemania, donde nunca había existido un culto al suicidio patriótico comparable.

El día anterior,- 14 de Agosto-, al momento de anunciarse la rendición incondicional del Japón, una inmensa celebración se apoderó de los Estados Unidos de América,- EE. UU.-.

En contraposición al lenguaje indirecto y plasmado de eufemismos del discurso de Hirohito, los estadounidenses se dedicaron a celebrar en una forma eufórica y desenfrenada.

Así, hace poco más de setenta años se volvió histórica la imagen de un par de jóvenes,- un marinero y una enfermera-, en Times Square tomada por Alfred Eisenstaedt. Hoy día, décadas después, dicha estampa continúa impregnada de misterio.



"EL BESO" EN TIMES SQUARE



Es el 14 de Agosto de 1945, el reloj ronda las 17:51 horas,- según cálculos de los astrónomos por la posición de las sombras-, y el Presidente Harry Truman acaba de anunciar, en discurso público, el fin de la Segunda Guerra Mundial ante la rendición incondicional del Japón.

Al instante, miles de personas inundaron las calles del centro de la ciudad de Nueva York para celebrar la victoria de EE. UU. y el tan ansiado fin de la guerra.

Entre la muchedumbre de Times Square, un joven marinero, emocionado por la situación, toma del brazo a una bella enfermera, quien cierra los ojos y se deja llevar por el impulso del joven. Entre la muchedumbre, él planta decididamente sus labios sobre los de ella.

Alfred Eisenstaedt, fotógrafo germano-americano quien laboraba para la revista Life, también estaba allí. Éste, ya había desenfundado su cámara Leica y logra inmortalizar ese instante de apenas unos segundos, en blanco y negro para la historia, y que ese beso fuera, posteriormente, conocido como...: “El beso.”

Dos personas que no se conocían, unidas por las vivencias de una cruenta guerra, quienes habían visto la muerte de cerca en muchas ocasiones, ante la alegría porque todo había acabado, sin intercambiar una tan sola palabra, se funden en un beso que dice mucho a la posteridad.

Victor Jorgensen, otro fotógrafo, también se encontraba en el momento y en el lugar, y no dudó en emular la acción de su colega de Life y ayuda a inmortalizar la estampa del marinero y la enfermera. Su foto, menos conocida, fue sacada desde un ángulo distinto y se publicó en The New York Times.



FOTOGRAFIA REALIZADA POR VICTO JORGENSEN



Nadie tomó nota de los nombres de los protagonistas. A nadie se le ocurrió. Las identidades del marinero y la enfermera, quienes se fundieron en ese beso en la intersección de la Séptima Avenida con Brodway, han mantenido al mundo entero intrigado durante décadas. Hoy en día, solamente se conoce con bastante certeza la identidad de la enfermera.

La fotografía se convirtió en el símbolo del fin de la larga guerra. La pose ha sido mundialmente imitada y ha sido reconstruida en el 2005, en el mismo sitio, con una gran estatua llamda: “Rendición Incondicional.”

También en el cine, teatro, conciertos... e incluso en un capítulo de los malcriados e irreverentes “Simpsons”, se ha rememorado la escena.

El contraste de sus ropas,- él vestido de oscuro y gorro blanco y ella toda de blanco-, llena todavía más de significado la escena. Pero a este beso de película no tardaron en lloverle las críticas. Los más escépticos hablaron de un montaje del fotógrafo, que habría preparado la escena para conseguir la instantánea perfecta; sin embargo, Eisenstaedt siempre negó estas acusaciones explicando que había seguido a ese marinero, por el centro de la ciudad neoyorkina, quien captó su atención por la forma en que celebraba el rendimiento japonés: Besando a todas las mujeres que podía.



"MUERTE DE UN MILICIANO"



Lo anterior hace rememorar la polémica fotografía “Muerte de un miliciano”, imagen icónica de la Guerra Civil Española, tomada por Roberto Capa,- pseudónimo del corresponsal de guerra y periodista húngaro Endre Ernő Friedmann-, el 05 de Septiembre de 1936 en el Municipio de Espejo,- Córdoba-, de la cual los críticos dicen que es una mera actuación o simulación, pues es casi imposible captar un instante así,- a criterio de ellos-.

Se ha intentado enturbiar el instante y quitar mucho de la magia de “El beso”. Algunos defensores de los derechos de las mujeres consideran que, el acto en si y la fotografía son una mera “violación contra el género femenino”, sosteniendo que la mujer fué sometida de forma violenta contra su voluntad. Además,- alegan los detractores-, la postura de la joven da esa impersión,- según ellos-, al agarrar su falda y mantener el puño cerrado.

De cualquier forma, es bien sabido que ese día, el famoso beso no fué el único en la celebración. El reportaje de Life al día siguiente, muestra varias imágenes parecidas de otras parejas, quién sabe si desconocidas o no.



GEORGE MENDOSA (2015)



En el sótano de su casa, George Mendosa, un veterano de la Segunda Guerra Mundial, repasa un álbum fotográfico con imágenes de sus días como soldado.

Él dice ser el amoroso marinero de la foto, aunque Life ha dicho siempre que la identidad del hombre es un misterio.

“Nunca he encontrado una persona a la que haya convencido”, dice Mendosa, un pescador retirado con una nariz prominente y el pelo corto y gris.

En la actualidad Mendosa vive con su esposa Rita Petry, en una calle tranquila de Middletown, Rhode Island, una ciudad costera de unos 16 mil habitantes a unos 290 kilómetros de Times Square.

El 14 de Agosto de 1945, Mendosa estaba en una cita con Petry, su actual esposa, en un cine. Cuando la gente en la calle empezó a gritar, interrumpieron la función y encendieron las luces. Petry y Mendosa se dirigieron a un bar y al salir a la calle fué cuando el hombre vió a la enfermera y la besó, mientras Petry observaba la escena.

“Mucha gente me dijo: “Besaste a una enfermera estando en una cita.” Yo dije: “¡Por Dios!, la guerra ha terminado,” relata Mendosa.

La reacción pública de la historia detrás del beso sí le importó más a ella. Mendosa comenta que la gente le dice a su mujer: “¿Él te hizo eso y aún estás con él?” Algo que a Petry le incomoda. No obstante, la pareja celebró su aniversario de bodas número 69 en Octubre del 2015.



GRETA FRIEDMANN JUNTO A "RENDICION INCONDICIONAL"



La mujer a la que presuntamente besó Mendosa era una asistente dental llamada Greta Friedmann, quien vió la icónica foto por primera vez en 1960. Ella reconoció su figura, lo que llevaba puesto y especialmente su pelo, según una entrevista que dió al Proyecto de Historia de Veteranos, publicado en el 2005.

Ella recuerda ir caminando por Times Square luego de oír rumores sobre el fin de la guerra.

“De repente un marinero me agarró y me besó,” dijo. “No fue tanto como un beso. Era más el júbilo del fin de la guerra ya que él no tenía que volver al campo de batalla.”

“El marinero era muy fuerte”, le contó al Proyecto de Historia de Veteranos.

“Me estaba apretando fuertemente. No estoy muy segura del beso… sólo era alguien celebrando. No fué un evento romántico. Era más algo como: “Gracias Dios, la guerra se terminó,” relató la mujer.



GRETA FRIEDMANN



En contraposición al lenguaje indirecto y elegante de los japoneses, el lenguaje directo de los occidentales, parece acabar imponiéndose en “El beso”.

Para deleite de las féminas, se transcribe un pensamiento de un poeta, en el cual, el verbo “alcanzar” puede ser interpretado en dos forma posibles: “Alcanzar”, significando que algo es suficiente; y, “alcanzar”, significando literalmente que se logra dar alcance a algo tras correr tras ello:

¡Dame un beso que me alcance hasta morir!



¡Saque el lector sus propias conclusiones!



José Roberto Campos hijo
DOM 10 ENE 15


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