GRIEGOS CELEBRAN EL TRIUNFO DEL "NO"
La doctrina
teórica de la Deuda Odiosa,- DO-, fué formalizada en su momento por un jurista
ruso especializado en finanzas públicas, Alexander Nahum Sack, quien ejerció
desde 1917 como profesor de Derecho Internacional en universidades de Europa y
más tarde de Estados Unidos de América,- EE. UU.-.
Éste la expuso
en un tratado publicado en París,- 1927-, cuando profesor de derecho en el
Instituto de Estudios Políticos de París. Basándose en los precedentes del
siglo XIX, incluido el rechazo por parte de México de las deudas contraídas por
el Emperador Maximiliano I, y el rechazo por EE. UU. una vez que se anexó Cuba,
de las deudas contraídas por la isla cuando colonia española:
Dijo Alexander
Nahum Sack:
“Si un poder
despótico incurre en una deuda no por las necesidades o los intereses del
Estado, si no para otorgar mayor fuerza a su régimen despótico, para reprimir a
la población que se le enfrenta, etc., esta deuda es odiosa para la población
de todo el Estado. Esta deuda no es una obligación para la nación; es una deuda
del régimen, una deuda personal del poder que la ha tomado, por lo tanto ésta
cae con la caída del poder que la tomó. La razón por la que no se puede
considerar que estas deudas odiosas graven el territorio del Estado es que
dichas deudas no cumplen con una de las condiciones que determinan la legalidad
de las deudas del Estado, que dice: Las deudas del Estado deben ser tomadas y
los fondos deben ser empleados para satisfacer la necesidades y los intereses
del Estado.
Las deudas
odiosas tomadas y usadas con fines que, con el conocimiento de los acreedores,
son contrarios a los intereses de la nación, no comprometen a esta última,- en
el caso que la nación tenga éxito en liberarse del gobierno que incurrió en
ellas-, excepto por la cantidad con la que obtuvo beneficios de esas deudas.
Los acreedores han cometido un acto hostil para con la población; ellos, por lo
tanto, no pueden esperar que la nación liberada de un poder despótico asuma las
deudas odiosas, que son deudas personales de ese poder.”
En
resumen, según Jeff King, la DO es aquella deuda externa contraída contra los
intereses de la población de un país y con el completo conocimiento del
acreedor.
A
la DO también se le llama Deuda Execrable o Deuda Ilegítima y, en Derecho Internacional,
ha sido muchas veces alegada y puesta en práctica a lo largo de la historia.
Así,
la deuda externa de un gobierno, contraída, creada y utilizada contra los
intereses de los ciudadanos del país, no tiene por qué ser pagada y por tanto
no es exigible su devolución ya que los prestatarios habrían actuado de mala fé,
a sabiendas, y por tanto dichos contratos,- bonos o contratos comerciales-, son
legalmente nulos, muy similar al concepto de la nulidad de pleno derecho. En
todo caso, tales deudas podrían considerarse personales, debiendo responder
quienes las hayan contraído a título personal,- sea el monarca, el presidente,
el director del banco central nacional o los ministros correspondientes-, y no
el Estado en su conjunto y por tanto los ciudadanos. En algunos aspectos, el
concepto es análogo a la nulidad de los contratos firmados bajo coacción.
Esta doctrina
está presente en la discusión sobre la obligación de pago de la deuda externa
en aquellos países donde han existido dictaduras, monarquías absolutas, gobiernos
no representativos e incluso gobiernos elegidos democráticamente que han
contraído deudas a espaldas de sus ciudadanos, sin su consentimiento y con
fines de enriquecimiento personal, enriquecimiento corporativo, para la
represión social y política y, en todo caso, contra los intereses de los
propios ciudadanos.”
Se ha
esgrimido la DO con frecuencia de parte de EE. UU., para no hacerse cargo de
las deudas contraídas por los países que pasaban a su órbita: Desde la “independencia”
de Filipinas,- (1899-1901)-, y Cuba,- (1898-1902)-; hasta la administración de
Irak por EE. UU. durante la Guerra del 2003 cuando se negó a pagar las deudas
contraídas con países como Francia.
En otras
palabras, se adquiere el bien con los derechos,- activos-, que éste implica,
mas no los pasivos,- obligaciones-, imbuidos en el mismo.
Hay que tener
en cuenta que, en general, los apoyos externos a los procesos de independencia
buscan ganar influencia política y económica geoestratégica, y reducir o
eliminar la influencia y poder de la metrópolis colonial.
El 10 de
Diciembre de 1898, durante la negociación que culminó con la suscripción del
Tratado de París, para poner fín a la Guerra Hispanoamericana, la delegación
estadounidense, encabezada por el subsecretario de Estado, William R. Day,
siguiendo expresas instrucciones del presidente William
MacKinley, rechazó toda pretensión de la contraparte española, liderada por el
jurista Eugenio Montero Ríos, presidente del Senado de su país, que al
independizarse Cuba, pasar Puerto Rico a depender del gobierno de Washington y
adquirir éste Filipinas, las deudas coloniales con la
vieja metrópoli fueran asumidas por las nuevas autoridades, según cada caso.
La principal
preocupación española en las negociaciones se centró en la cuestión de la deuda
cubana que alcanzaba los 1,500 millones de pesetas. España argumentó que, EE. UU.
debía hacerse cargo de ese pasivo y luego transferirlo a las futuras
autoridades de la isla cuando ésta adquiriese su independencia plena. Pero la
respuesta de Day y los suyos fue transcribir una protesta
de la Universidad de La Habana: “¿Han sido alguna vez consultados
los habitantes que están interesados en este asunto? El país ni ha sido
consultado y ahora por primera vez se le notifica que debe pagar estas deudas.”
Además la
delegación estadounidense dejó puntualizado que, cuando su país compró Lousiana
a Francia, Florida a España y Alaska a Rusia, no asumió
las deudas que pudieran tener esas regiones, mismas que fueron absorbidas por
los vendedores. De esa manera se puso punto final a toda discusión sobre el
punto, quedando sentadas las bases de la doctrina de la DO.
Este concepto
fue tomado en los últimos años por el Vaticano, a
partir de su impulso, en el marco del Jubileo 2000, a la condonación de la
deuda de los países del Tercer Mundo, sobre todo cuando ésta representa valores
insignificantes porcentualmente, más allá de sus volúmenes, en las carteras de
los acreedores. Máxime cuando la ilegitimidad de dichas deudas se vincula con
gobiernos dictatoriales, como el del Proceso de 1976 a 1983 en Argentina, de
otros regímenes terroristas de estado de la región, de tiranos sangrientos de
Africa como Mobutu Sese Seko,- Zaire-, e Idi Amin Dada,- Uganda-, o en
Asia en el caso del corrupto ex aliado de EE. UU., Ferdinand Marcos, cuya
fortuna heredada por su esposa Imelda,- la famosa “Mariposa de Hierro”-, fué
calculada en US$10,000 millones.
Tal vez
MacKinley, a la postre asesinado por un anarquista un año y medio después de la
firma del Tratado de París, haya sido iluminado por la propia divinidad para
desarrollar esa doctrina. El presidente que anexó a su país las islas Hawai y
mantuvo una constante expansionista, ante una consulta
que se le realizara en relación con su decisión de intervenir en la guerra que
España llevara contra los independentistas cubanos, respondió que ello le había
sido encomendado por Dios mientras caminaba una noche por los pasillos de la
Casa Blanca. ¿Delirio Mesiánico?
Así, correspondió al anarquista
Leon Czolgosz el ominoso privilegio de cometer el tercer asesinato de un
presidente de EE. UU. Este anarquista hijo de inmigrantes polacos, había nacido
en 1873 en la ciudad de Detroit, Michigan. Durante la crisis que se conoce como
el Pánico de 1893, perdió su empleo en una fábrica. A partir de entonces nunca
tuvo un trabajo fijo y se convirtió en un anarquista, en un momento en el que
los miembros de ese movimiento eran conocidos en Europa y en América por sus
atentados contra figuras públicas.
Regresando
al tema en comento...
¿Y
qué si no se paga?
La crisis que
se vive hoy en día ha resucitado un debate que brota cada vez que un país pasa
por dificultades a la hora de pagar su deuda soberana. La cuestión de la
llamada DO parece clara pero ni mucho menos lo es.
Hasta el
siglo actual, considerar ilegítima una parte o el total de una deuda estatal se
daba con cierta frecuencia, pero parece que cada vez es más difícil pulsar el
botón del pánico. La crisis de deuda europea así lo ha puesto de manifiesto: Países al borde del ahogamiento
que han preferido sacar la tijera de la austeridad, con sus dramáticas
consecuencias sociales, antes que plantarse y afirmar que parte de su deuda era
un engaño. Lo más parecido que se ha visto es el rechazo de
Islandia a abonar las deudas de sus bancos. ¡Se acordó que no se pagarían y no
se pagaron!
Las
bancarrotas de los estados y los impagos de deuda se han producido desde hace
siglos. Malas gestiones, derroches de dinero, guerras eternas que absorbían
recursos estatales e inversiones de dudosa rentabilidad solían ser los
principales motivos que obligaban a los países a decirle a sus acreedores que
no podían pagar. Realmente, esos impagos se debían a la imposibilidad técnica
de abonar las deudas.
Otra cosa
distinta es no querer pagar las deudas. Eso se empezó a producir en siglo XX,
cuando en diversos momentos algunos estados se negaron a pagar una parte o la
totalidad de las deudas que habían contraído con el exterior. Un ejemplo es la Rusia
bolchevique en 1918,- la URSS se formaría hasta 1922-, que rehusó pagar las
deudas de la Rusia zarista al considerarlas ilegítimas; también en 1923, Costa
Rica se negó a pagar una deuda contraída por el presidente y dictador saliente
Tinoco a título personal y que el Royal Bank of Canada le reclamaba al conjunto
del país.
Las dictaduras
cleptocráticas africanas y latinoamericanas que durante décadas han enriquecido
al dictador de turno y a su camarilla, son los primeros candidatos a que su
deuda, contraída a menudo a título personal, no deba ser asumida por los sufridos
ciudadanos una vez el país ha conseguido librarse de ellos. También sociedades
democráticas han acabado recurriendo a los postulados de Sack al ver que
ciertas deudas generadas en el pasado y que empezaban a pesar en el presente
distaban mucho de seguir los criterios legítimos de una deuda.
El economista
británico John Maynard Keynes enunció una conocida frase: “Si un ciudadano le
debe mil libras a un banco, el ciudadano tiene un problema. Si le debe al banco
diez millones de libras, quien tiene un problema es el banco.”
Así, por
analogía, si es un país pobre quien le debe a uno rico, el país pobre tiene un
problema. En cambio, si quien debe al rico es todavía más rico, es el rico
quien tiene el problema.
A pesar de la
claridad de las bases de la ilegitimidad de la deuda, en muchos casos, bien en
países que realizaban una transición de dictadura a democracia como en países
que ya tenían una tradición democrática consolidada, ha temblado el pulso de
cara a afirmar que su deuda nacional es odiosa, y han acabado pasando por el
aro de las fuerzas económicas internacionales, terceros estados u
organizaciones internacionales que les “invitaban” a no poner de nuevo a cero
el contador de la deuda. En el mundo contemporáneo nada es fácil ni sencillo.
Así, cuando
varios países latinoamericanos realizaron su transición en los años ochenta de
dictaduras a democracias, a pesar que podían haber repudiado la deuda de los
regímenes anteriores,- el Derecho Internacional les habría dado la razón-, no
lo hicieron y se acogieron a una reestructuración de deuda patrocinada por EE.
UU. y el Fondo Monetario Internacional,- FMI-. No renegar de las cargas
anteriores acabaría siendo determinante en el aspecto económico, y lastraría
poderosamente a todo el conjunto de Latinoamérica en lo que se ha denominado
como la “década perdida”.
Los motivos
que llevan a los países con DO a agachar la cabeza y seguir pagando
religiosamente son intrincados, aunque a menudo tiene que ver con el peso
económico del acreedor de dicha deuda.
La Guerra
Fría ha tenido mucho que ver en esto. Los países cuyas deudas provenían del
lado occidental, especialmente EE. UU., se vieron en un serio problema cuando
se convirtieron en democracias. ¿Dejar de pagar y enfadar a los EE. UU., al FMI,
al Banco Mundial,- BM-, y demás o seguir pagando y tenerlos de su lado?
Un caso reciente
en el que se aceptó una gran parte de la deuda como DO se dio en el 2003,
cuando el gobierno iraquí, sucesor al de Saddam Hussein, propuso una quita del
80%, especialmente con países occidentales, al considerar que la deuda era del
régimen anterior y contraída en su mayoría durante la guerra de ocho años con
Irán,- 1980-1988-. Dicha reducción,- estimada en unos US$80,000 millones-, fue
apoyada por EE. UU. en una clara maniobra geoestratégica. Un Irak sin apenas
cargas y cuyos rendimientos del petróleo no fuesen para pagar deudas era
muchísimo más útil para los intereses de EE. UU. que un Irak sepultado en pagos
millonarios. ¡Todos los acreedores aceptaron!
También ha
habido momentos en los que países del Sur han conseguido declarar su DO a pesar
de las presiones del Norte y de su omnipresente emisario para estos casos, el
FMI. En el 2008, el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, argumentó que el 70%
de la deuda soberana del país era ilegítima, y que por el bien del país no se
podían estar empleando año tras año enormes cantidades del presupuesto,
incluyendo réditos del petróleo, a pagar una deuda que lastraba al país. Así, a
pesar de las presiones del FMI y del BM, decretó la suspensión del pago de un
70% de la deuda nacional, además de expulsar del país a los enviados del FMI a
Quito.
En Grecia, desde
los primeros años del siglo XXI, el gobierno conservador estuvo durante dos
legislaturas emitiendo bonos y falseando las cifras de deuda y déficit público
para así cumplir los requisitos de estabilidad impuestos por la Unión Europea,-
UE-. En esta tarea de camuflaje por los mercados internacionales, Grecia
contrató los servicios de la conocida asesora financiera Goldman Sachs. En el
año 2002, el vicepresidente de la firma americana en Europa era Mario Draghi. Siete
años después, en el 2009, los conservadores son vencidos en las elecciones
griegas por los socialistas de Yorgos Papandreu. El nuevo gobierno, al destapar
el fraude del gobierno anterior, abriría la caja de Pandora,- ¡nada bueno surge
de esta famosa caja!-. Las cifras del gobierno conservador estimaban en un 3,7%
el déficit público, una cifra que aunque un poco alta, era aceptable y daba
margen de actuación; los socialistas acabaron demostrando que las cifras reales
estaban bastante lejos de ese 3,7%, ya que el porcentaje real de dicho déficit
era de un 12,7%, un dato que ponía directamente a Grecia al borde del
precipicio.
En cuanto se
destapó ese nuevo dato, la calificación de la deuda griega se desplomó y los
nuevos préstamos empezaron a tener unos intereses desorbitados.
Puesto que el
estado griego no podía endeudarse con ese 12,7% de déficit y menos con
semejantes intereses, tuvo que recurrir pidiendo rescate a la UE y al Banco
Central Europeo,- BCE-, cuyo presidente entonces era el mismo Mario Draghi. Una
avalancha de millones de euros llegó entonces a las arcas griegas, pero solo
para pagar la desmesurada deuda que Grecia tenía. A cambio, el estado heleno
tendría que hacer algunos “ajustes” para reducir su déficit, que en realidad se
convirtieron en leoninos recortes de todo tipo de servicios públicos y
sociales. ¡La última bala que pudo usar Grecia para salir de la crisis fue a su
pié!
CELEBRANDO TRAS EL REFERENDUM |
¿Podía en
2009 declarar Grecia la ilegitimidad de la deuda de los gobiernos anteriores?
Si se
responde a las tres condiciones que establece Sack para declarar una DO, parece
ser que la deuda griega cumple dichas características. Se han formado varios
grupos de trabajo de cara a auditar los acreedores de la deuda griega, las
cantidades y a qué se ha destinado ese dinero. Desde 2009 que empezaron los
trabajos, nada más se ha vuelto a saber. A esas alturas parece que ya era demasiado
tarde. Grecia bien podía haber rechazado pagar semejante despropósito
financiero, pero ni el FMI, defensor de la desregulación y la financiarización
de la economía, ni el BCE, guardián de la estabilidad del Euro, muy afectado
por las deudas de los países periféricos, ni Alemania, el mayor acreedor de los
griegos, tenían la intención de perdonarle los pecados a Atenas. Una vez más,
el peso internacional se hace presente y el “vos verás lo que hacés” puede más
que el Derecho Internacional.
En Grecia
hasta se llegó a constituir una comisión de expertos internacionales para
auditar la deuda pública helena. La denominada “Comisión de la Verdad sobre la
Deuda Pública”, cuyo fin es determinar si la deuda contraída por el estado
heleno es legítima o no.
El informe no
puede ser más explícito al respecto: “Toda la evidencia que presentamos en este
informe muestra que Grecia no sólo no tiene la capacidad de pagar esta deuda,
si no que, tampoco debe pagarla” porque, según alega dicha comisión, vulnera
los “derechos humanos fundamentales de la población griega” y, por tanto, “llegamos
a la conclusión que Grecia no debería pagar esta deuda porque es ilegal,
ilegítima y odiosa”. En concreto, estos expertos afirman que Grecia no debe
pagar la deuda contraída desde 2010 a 2015.
La Presidente
del Parlamento griego, Zoé Konstandopulu, afirmó que Grecia “no puede sentirse
obligada” a pagar la deuda porque no es responsable de ella. Los primeros
resultados analizan el período comprendido desde la firma del primer rescate
con las instituciones, la Comisión Europea,- CE-, el BCE y el FMI en 2010 hasta
la actualidad, aunque el objetivo de la comisión es “analizar el crecimiento de
la deuda pública griega desde la década de 1980”.
El comité
considera que Grecia ha sido y es aún víctima de un ataque premeditado y
organizado por el FMI, el BCE y la CE. Esta misión violenta, ilegal e inmoral
tiene como objetivo exclusivamente trasladar la deuda privada al sector público.
El pasado día
5 del presente mes y año, Grecia realizó un referendum que, dio como resultado
un rotundo rechazo a las condiciones del rescate propuesto por la UE, el FMI y
el BCE.
El motivo de su
celebración fué la imposibilidad de llegar a un acuerdo en las negociaciones
entre el gobierno griego y sus acreedores antes de finales de Junio del 2015.
El referendum, que fué el primero desde 1974, y el único en la historia griega
moderna que no se refiere a la forma de gobierno, fue anunciado por el primer
ministro griego Alexis Tsipras a primera hora del 27 de Junio del 2015 y ratificado por el Consejo de
los Helenos al día siguiente.
En Abril de
2015, la idea de la consulta fué planteada por el primer ministro Alexis
Tsipras, siendo inmediatamente criticada por el presidente del Eurogrupo,
Jeroen Djisselboem, entre otros. A pesar de ello, finalmente el gobierno griego
anunció el 27 de Junio del 2015 la realización del referendum, inicialmente
previsto para principios de Julio de 2015, y en el que se consultaría la
decisión de aceptar o no la continuación del plan de rescate propuesto por la
Cumbre de la UE, el BCE y el FMI.
Con el
resultado de este referendum, Tsipras ha resultado fortalecido y la UE sabe que
debe negociar con cuidado un eventual acuerdo con Grecia.
¡EE. UU. y su
progenitora Inglaterra, ríen entre bastidores por una eventual caída de la
Eurozona!
¡Rusia y
China también ríen, aunque por razones diferentes!
¡Rusia llega
al extremo de ofrecer un salvavidas a Grecia en caso de no llegar a un acuerdo
con la UE!
¡A todos
estos países adversarios económicos les interesa ver una Eurozona debilitada y
cayéndose, sin importar si es en forma estrepitosa o de a poco, muriendo entre
suaves quejidos!
¡La salida de
Grecia de la Eurozona podría causar un efecto dominó, haciendo que, la misma se
derrumbe como un castillo de naipes!
¡Saque el
lector sus propias conclusiones!
DOM 12 JUL 15
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