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domingo, 13 de julio de 2014

DEL MARACANAZO AL MINEIRAZO Y AL MUNDIALAZO


MARACANAZO

En lengua portuguesa, “Maracanaço”, es el nombre que se da a la victoria sorpresiva de Uruguay en el último partido decisivo,- no confundir con “final”-, de la Copa Mundial de Fútbol 1950, frente al anfitrión Brasil.

Contra todo pronóstico, Uruguay ganó a Brasil por 2 a 1 en el Estadio Maracaná de la entonces todavía capital federal brasileña de Río de Janeiro, el 16 de Julio de 1950.

Por las reglas de dicho campeonato, el mismo se definía mediante una ronda final de cuatro equipos, jugando todos contra todos. El último partido se convirtió en una final de “hecho”. Los cuatro finalistas fueron: Brasil, Uruguay, España y Suecia.

El partido se jugó frente a unos 173,850 espectadores, la mayor cantidad jamás reunida para presenciar un partido de fútbol. El favorito era el invicto y goleador Brasil, que llegaba con 4 puntos producto de sus victorias,- un partido ganado daba dos puntos mientras que un empate daba uno-, por goleada frente a Suecia por 7 a 1 y España por 6 a 1. Uruguay logró 3 puntos frente a los mismos rivales,- empate 2 a 2 contra España y victoria 3 a 2 frente a Suecia-.

Si bien el favorito era Brasil, Uruguay era en ese momento uno de los equipos más laureados del planeta, con una Copa del Mundo, ocho Copas de América y dos títulos olímpicos, y llevaba décadas provocando la admiración del mundo entero. ¡No era un “rival débil”!

Incluso, Uruguay había jugado tres partidos contra Brasil pocos meses antes de la Copa del Mundo, resultando en dos triunfos brasileños y uno uruguayo. La diferencia de calidad entre ambos equipos no era excesiva, si bien era reconocible la superioridad del ataque brasileño.

Con todo, en el partido último de la Copa Mundial, el equipo brasileño precisaba tan sólo de un empate para obtener el primer lugar del último grupo y con ello proclamarse Campeón Mundial, lo cual aumentaba el triunfalismo de los locales.

Había muchas carrozas adornadas preparadas para encabezar un auténtico carnaval de festejos y se habían vendido más de 500.000 camisetas con la inscripción Brasil Campeão 1950”. El propio Maracaná,- recién inaugurado ex profeso-, se encontraba decorado con pancartas en portugués que rezaban: Homenaje a los Campeones del Mundo”.

Había una banda de músicos presente en el estadio con instrucciones de interpretar el himno del ganador al final del partido. La confianza era tal que, no se entregó a esta banda una partitura del Himno de Uruguay, al considerarlo innecesario debido a la “inminencia” del triunfo brasilero. También los músicos habían sido preparados para tocar una marcha triunfal titulada Brasil Campeão”, compuesta expresamente para la ocasión.

El favoritismo del local había alcanzado incluso a las autoridades uruguayas. A pocas horas de comenzar el encuentro, el equipo de Uruguay recibió la visita de los integrantes del cuerpo diplomático de su embajada, solicitándoles que sufrieran “una derrota digna”, es decir, sin goleada.

El mismo presidente de la FIFA, el francés Jules Rimet, estaba convencido de la victoria local. Rimet, en el bolsillo derecho de su chaqueta llevaba un discurso en homenaje a los campeones brasileños, escrito en portugués. ¡Todo, pese a que futbolísticamente Brasil y Uruguay se hallaban en similar nivel de calidad!

El entrenador uruguayo Juan López Fontana deseaba evitar una derrota humillante, y pidió a sus jugadores que jugaran defensivamente. Cuando López se retiró, el capitán uruguayo Odulio Varela dijo a sus compañeros: “Juancito es un buen hombre, pero ahora se equivoca. Si jugamos para defendernos, nos sucederá lo mismo que a Suecia o España.”

Antes de entrar al campo de juego los futbolistas uruguayos perciben el estruendo de los aficionados brasileños en las tribunas del Maracaná. El capitán Obdulio Varela animó a sus compañeros diciendo: “Muchachos, los de afuera son de palo.” ¡El juego empezó a las 15 horas!

Al empezar el partido el equipo brasileño comenzó su habitual presión con los delanteros, en busca del gol para liquidar el partido en el menor tiempo posible. La afición local exigía repetir goleadas similares. El portero uruguayo Roque Máspoli logró contener los ataques brasileños exitosamente, y así finalizó la primera mitad del tiempo reglamentario, ambos equipos se retiraron empatados a cero, pese a la molestia en las tribunas por falta de goles.

Como anécdota que retrata el triunfalismo y confianza brasileña, en el descanso, los jugadores de este equipo se habían ya puesto una camiseta bajo la del uniforme propio que rezaba, en portugués: “Campeón del Mundo.”

El optimismo continuaba entre el público local pues con el empate Brasil se estaba consagrando Campeón Mundial. A comienzos del segundo tiempo en el minuto 2, el brasileño Friaça anotó el primer gol de la tarde. ¡La locura se apoderó del Maracaná!

La celebración duró poco pues Obdulio Varela acude a reclamar una posición adelantada al árbitro, para ganar tiempo y restar tensión al partido. Años después Varela reconoció que en el caso de seguir jugando en medio de la algarabía del público brasileño, el empuje de los futbolistas locales hubiera precipitado una goleada contra Uruguay. El hecho es que el “Negro Jefe”, consciente que Brasil se aprestaba a arrollar a Uruguay, decidió discutir un pretendido fuera de juego con el árbitro inglés. Varela no hablaba inglés ni el árbitro español, lo que condujo a una discusión de sordos. Ni siquiera los propios uruguayos comprendían lo que su capitán buscaba; pero lo cierto es que Varela sabía que provocar dicha discusión terminaría por “enfriar el partido”.

Tras bajar la tensión del público y de los equipos, se reanudó el juego, y en el minuto 21, Ghiggia escapó por derecha y tras simular que remataría a la portería optó por el pase al medio del área, donde el ingreso sin marcas de Juan Alberto Schiaffino le permite igualar el marcador del encuentro. Aún con este resultado de 1 a 1 se adjudicaba Brasil el mundial. Sin embargo, la afición brasileña reclamó la victoria y así lo entendió su equipo, el que se lanzó desesperadamente a conseguir un segundo tanto. Brasil no podía ser campeón simplemente empatando. Sin embargo, los jugadores uruguayos continuaron defendiéndose acertadamente y continuaron incluso lanzando ataques sobre el área brasileña.

En el minuto 34 del segundo tiempo se articula otro ataque uruguayo donde Obdulio Varela lanza un pase hacia Alcides Edgardo Ghiggia, que entrega el balón a Julio Pérez, quien la devuelve en corto a Ghiggia que supera al defensa brasileño Bigode, y finge como en el primer gol, lanzar un centro ante el arquero local Moacir Barbosa. Barbosa comete el error que marcará el resto de su vida, dando un paso hacia adelante seguro que se repetirá la escena de primer gol y entrega una oportunidad en su primer palo. Ghiggia aprovecha la ocasión y patea un violento tiro entre el arquero y el poste. Anotó así el segundo gol para Uruguay y el estadio quedó en absoluto silencio.

A punto de finalizar el partido, Brasil atacaba con todo su poderío, pero le fue imposible revertir el resultado. Al cumplirse el tiempo oficial, a las 16:45 horas, el árbitro inglés George Reader pitaba el final del partido, con lo cual estallaba la alegría de los jugadores uruguayos. La mayor parte del público salió en silencio o llorando del Estadio Maracaná, los futbolistas brasileños mostraban abiertamente su pesar, y la prensa local lanzaba comentarios apenados e incrédulos ante una derrota totalmente inesperada. La banda de música traída para la ocasión no ejecutó pieza alguna, no percatándose de la ceremonia de entrega de la Copa Jules Rimet a Uruguay.

¡Se dice también que hubo al menos 6 o 7 suicidios en Brasil por la “tragedia nacional” del Maracanazo!

Para los aficionados brasileños la victoria uruguaya fue una tragedia, comentada como la peor derrota deportiva del país. Desde entonces la palabra Maracanazo” ha quedado como expresión de derrota o desastre imprevisto para los brasileños. ¡En cambio, para los uruguayos la fiesta fue total!

En Uruguay, durante las celebraciones y festejos por el triunfo del partido recién escuchado tan solo por la radio, se volvió famoso un estribillo: “El que no baila es brasileño.”

El entonces Presidente de la FIFA, Jules Rimet, contó luego que, cuando el encuentro estaba empatado a 1, se dirigió a los vestuarios para preparar su discurso de felicitación para Brasil, pero cuando volvió al terreno de juego,- ya terminado el encuentro-, se llevó la sorpresa de no ver ningún festejo, ya que Uruguay había logrado la hazaña. Tan desconcertado quedó él que, incluso la ceremonia oficial de entrega de la copa a Uruguay no se ejecutó. Rimet apenas pudo acercarse al capitán uruguayo Obdulio Varela en el borde del terreno de juego, darle un breve apretón de manos y entregarle casi a escondidas, el trofeo.

Ese día fue el último partido oficial de fútbol en el cual Brasil jugó con uniforme totalmente blanco. En adelante la selección brasilera comenzó a utilizar la tradicional camiseta verde-amarela con pantalón azul, confiando que esta vez ello traería buena suerte.

Años después, Alcides Ghiggia,- entonces de 23 años, actualmente de 87 y único sobreviviente de ambos equipos-, de visita en Brasil, pronunció una frase que refleja la repercusión del Maracanazo tanto para Brasil como para el fútbol mundial: “Solo tres personas fuimos capaces de silenciar el Maracaná: El Papa Juan Pablo II, Frank Sinatra y yo.”

Unos años luego del juego, el otrora capitán uruguayo, Obdulio Varela, dijo: “La verdad es que si ese partido lo jugábamos otras 99 veces, las perdíamos todas, pero ese día nos tocó el partido 100.”

El Estadio Maracaná tenía la fachada aún sin pintar, y se había decidido que el estadio se pintaría de los colores del equipo campeón, y como por aquel entonces la camiseta de Brasil era blanca, todos esperaban el blanco radiante de Brasil, para así poder ver un Maracaná pintado de blanco; sin embargo, como Uruguay fue quien se consagró campeón, el estadio fue pintado de celeste y permanecerá pintado de ese color para siempre. Sin embargo, al preguntarle a un carioca,- sobrenombre que se da a los de Río de Janeiro-, éste dirá que el estadio está pintado de celeste, porque la bandera de Río de Janeiro lleva ese color.

Una anécdota muy bonita es la que cuenta el propio astro brasileiro del fútbol, Pelé,- de 8 años de edad entonces-, quien al ver llorar como un niño a su padre al momento de darse el Maracanazo, le dice a éste, abrazándolo y llorando junto a él: “No llore papá, le prometo que yo voy a traer la Copa del Mundo para Brasil cuando sea grande.” En 1958 Pelé cumpliría esa promesa hecha a su padre, cuando Brasil triunfó en la final por 5 a 2 sobre la anfitriona Suecia.



MINEIRAZO

Del portugués Mineiraço”, en los últimos días se ha convertido en la denominación dada a la victoria histórica y humillante, por 7 goles a 1, de Alemania sobre Brasil, en el partido de semifinales de la Copa Mundial de Fútbol del 2014 disputado el 8 de Julio del presente año.

Recibe este nombre por haberse jugado en el Estadio Mineirão, en Belo Horizonte, capital del Estado de Minas Gerais. Luego de haber finalizado el encuentro, se le compara con el histórico “Maracanaço”, del que arriba se ha hablado.

El encuentro significó la peor derrota de la selección de Brasil en su historia futbolística, quizás sólo igualada por un 0 a 6 propinado por Uruguay en el Campeonato Sudmericano de Selecciones de 1920. Además de romper la racha de la selección brasileña de no perder jugando como local en una competencia oficial desde 1975, cuando enfrentó a Perú,- en el mismo Estadio Mineirão-, por la Copa América y que perdió por 3 a 1.

Antes de este partido, Alemania y Brasil se habían enfrentado 21 veces, con 12 victorias para los brasileños, 4 para los alemanes y 5 empates. El último partido que jugaron en una Copa del Mundo ocurrió en la final de Corea – Japón 2002, cuando los brasileños ganaron 2 a 0, con goles de Ronaldo. En esa ocasión, Brasil también estuvo dirigido por Scolari. El último partido entre ambas selecciones se produjo en 2011, en un amistoso internacional donde Alemania venció a Brasil por 3 a 2.

Brasil ha sido hasta este día el anfitrión de la Copa del Mundo, siendo la segunda vez que organiza esta competición. Brasil ha ganado 5 mundiales previos, mientras que Alemania, 3. Esta ha sido la cuarta semifinal consecutiva jugada por Alemania, mientras que Brasil no había llegado a esta instancia desde el año 2002.

Brasil entró en el juego presionando al cuadro alemán en la salida con la finalidad de generar errores en los pases, dicha estrategia funcionó con cierto éxito durante los primeros 6 o 7 minutos, y se fue diluyendo poco a poco. En el minuto 10 se generó un tiro de esquina a favor de Alemania y, tras una desatención defensiva, Thomas Müller definió sin marca alguna y anotó su quinto gol en el Mundial.

Ya con el 1 a 0 en el marcador, Alemania empezó a asentarse con fuerza en el partido y a sacar a Brasil de si mismo. En el minuto 23, Miroslav Klose marcó el segundo tras un rebote y se convirtió,- con 16 goles-, en el máximo anotador de la historia de los mundiales, dejando atrás a Ronaldo, con 15. Toni Kroos se encargó de marcar por partida doble en los minutos 24 y 25 y Sami Khedira puso el 5 a 0 al minuto 29. Terminando el primer tiempo del partido los mismos simpatizantes brasileros insultaban a sus jugadores gritando “olé” por cada pase bien ejecutado de Alemania. El partido se fue al descanso sentenciado en favor de la Mannschaft y el fantasma del Maracanazo había cobrado viva presencia en una forma aún más grande que la primera vez hacía 64 años, con el agravante que, aún faltaban 45 minutos de martirio por jugarse.

Ya en el segundo tiempo, con Alemania habiendo bajado su intensidad, Brasil intentó sin éxito acortar distancias. André Schürrl marcó el sexto gol en el minuto 69, y diez minutos después el 7 a 0, cerrando la cuenta alemana definitivamente. Por su parte, Brasil solo logró descontar con un gol de Oscar en el minuto 90.

Dicen algunos jugadores alemanes que, en el intermedio se pusieron de acuerdo en no humillar más a Brasil, precisamente por una mera cortesía y compasión. ¡Gracias a Dios por Brasil que los alemanes tuvieron un gran corazón ese día!

En el Estado de El Salvador,- sin temor a equivocarse servidor-, ha quedado la sensación que se estuvo tan cerca de perder ese sitial de horrible honor, permaneciendo aún con el resultado de la mayor goleada en la historia de los mundiales: Hungría 10 – 1 El Salvador, en España 1982. ¡Habrá que esperar otro mundial para ver si llega el día en que se le quite esta mancha al futbol salvadoreño!

Tras la derrota de Brasil, se desató una serie de disturbios y actos de vandalismo en diferentes ciudades brasileñas por parte de los aficionados, quienes no estaban conformes con el resultado. ¿Qué brasileño podría sentirse satisfecho?

Alemania celebra la marca batida por Miroslav Klose, el mayor goleador en la historia de los mundiales. Con su gol, Klose llegó a 16 goles en Mundiales y se convirtió en el máximo goleador de la historia del certamen, dejando atrás a Ronaldo. Además, con cuatro semifinales consecutivas,- 2002, 2006, 2010 y 2014-, batió el récord de su compatriota Uwe Seeler,- 1958, 1962 y 1966-, e igualó el récord de Cafú de partidos ganados en un Mundial: 16.

Se marcaron 4 goles en un tiempo total de 7 minutos,- del 22' al 29'-, haciéndolos los 4 goles más rápidos en la historia de la Copa del Mundo.

Toni Kroos marcó el doblete más rápido de la historia de los mundiales, con dos goles en 69 segundos.

Es la primera vez que Brasil recibe siete goles en un partido oficial. Sin embargo, en un partido amistoso en 1934 contra Yugoslavia, perdió por 8 a 4.

Ha sido la semifinal con más goles de la historia, superando a: Uruguay 6 – 1 Yugoslavia y Argentina 6 – 1 Estados Unidos, en 1930; Alemania Federal 6 – 1 Austria, en Suiza 1954; y al memorable Italia 4 – 3 Alemania Federal, en México 1970, conocido aún como el Partido del Siglo.

Es la mayor goleada que ha recibido un campeón del mundo en un Mundial y también es la mayor goleada que ha recibido el equipo anfitrión de un Mundial.

Según los entendidos en materia deportiva, este Mineirazo, es la peor derrota deportiva,- no solo futbolísticamente hablando ni solo en materia de mundiales de fútbol-, sufrida por equipo alguno en toda la historia.

Ante la anterior aseveración, los salvadoreños pueden gritarlo haciendo eco de lo mismo a los cuatro vientos. ¡Mal de muchos consuelo de bobos! (Pero funciona)



MUNDIALAZO

También del portugués “Mundialaço”, a juicio de servidor, este debería ser el mote con el que debería ser conocido para la posteridad lo que este fatídico mundial ha significado para Brasil.

En Brasil se jactaba antes la gente que, el Maracanaço no era lo peor de la historia del fútbol para este país. Lo peor que había ocurrido,- según ellos-, era la eliminación de Brasil con aquel gran equipón que las tenía todas para coronarse Campeón del Mundo en España 1982.

Pero, para poner la cereza en el pastel, el partido por el tercer lugar, ha sido lo que se esperaba: ¡Un final de debacle para Brasil! ¡Annus horribilis!

En el partido por el 3º lugar, Brasil se ha mostrado totalmente al desnudo: Un equipo totalmente desmoralizado desde las raíces y en plena desbandada y en desorden a más no poder. Así, con todo, Holanda ha relegado a un vergonzoso 4º lugar al anfitrión y gran favorito Brasil, luego de haberle derrotado por 3 a 0, sin tan siquiera despeinarse,- si bien es cierto que el arbitraje ha sido pésimo en contra de Brasil-. ¡Jugando tranquilamente y como en un día de playa!

Para más INRI, cabe señalar que, antes del comienzo de la Copa del Mundo, los brasileños estaban enfadados y reclamando en las calles por los más de US$10,400 millones que se han invertido en infraestructura para este campeonato, de los cuales se estima que el 40% a 60% se ha fugado gracias a la corrupción.

¡La gente se quejaba sobre cómo era posible gastar en semejante Elefante Blanco, cuando hay tanta falta de escuelas, hospitales y necesidades más importantes en el Brasil!

¡Y ni siquiera se ganó la Copa del Mundo!

¡No hay duda que Brasil estaba contando las horas para que acabara la Copa del Mundo y esconder su pena del mundo entero!

Quizás como moraleja, pueden quedar algunas lecciones a Brasil:

1)    Tal vez sea tiempo de cambiar de nuevo el color del uniforme de la Selección de Fútbol de Brasil. ¡A lo mejor ello trae mejor suerte!

2)    No es conveniente a Brasil organizar mundiales. Los resultados le han sido de mal en peor. ¡Quizás si organizan otro mundial en unos sesenta años, no logre pasar dicho equipo ni de la primera ronda!

3)    Brasil tiene papeles decorosos en los mundiales siempre y cuando no sean jugados en su país. ¡Además, es mucho más barato para la economía de un país emergente,- por no decir aún pobre-!

4)    Se puede pasar del cielo al infierno en cuestión de un abrir y cerrar de ojos, de lo cual puede dar plena fé el Director Técnico de Brasil, Luiz Felipe Scolari. ¡Héroe en el 2002 y aborrecido en el 2014!

¡Felicidades a Alemania por su cuarta copa y a Argentina por caer con hidalguía!

¡Saque el lector sus propias conclusiones!



DOM 13 JUL 14


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