Volodimir Oleksándrovich Zelenski
Esta semana que recién ha transcurrido, se ha “filtrado” –dicho en una forma en verdad eufemística– que el presidente de los Estados Unidos de América –EE. UU.–, Donald John Trump, ha dado el visto bueno a un plan de paz de veintiocho puntos que busca poner fin a la guerra entre la Federación Rusa –Rusia– y Ucrania.
Se
hace hincapié en el hecho que se ha “filtrado” la existencia de ese plan de paz
porque, a estos niveles de alto hermetismo diplomático, todos deben entender
que, cuando una noticia se “filtra” es porque los involucrados desean que se
haga del conocimiento público aunque no en una forma oficial. Esto es, muy al
estilo del mercadeo: para crear expectativa y también para que los involucrados
comiencen a digerir y aceptar lo que se viene.
En
esencia –lo más importante–, lo que EE. UU. propone en ese plan de paz es: a)
Cesión de amplios territorios a Rusia; b) No ingreso de Ucrania a la
Organización del Tratado del Atlántico Norte –OTAN–; c) Desmilitarización de
Ucrania, limitando el número de elementos de sus fuerzas armadas; d)
Oficialización del ruso como otra lengua ucraniana; d) Reconocimiento de la
Iglesia Ortodoxa; y, e) EE. UU. como garantista del acuerdo.
Por
supuesto, los europeos y los ucranianos no han sido tomados en cuenta, lo cual
para el ego de Volodimir Oleksándrovich Zelenski –presidente ucraniano– y los líderes
de Gran Bretaña, Francia, Alemania y demás es una afrenta y radical ofensa. ¡No
se permite a los niños sentarse a la mesa de los adultos!
Ya
Zelenski se ha dirigido a su nación para manifestar que, la presión a la que
está sometido su país es ahora realmente tremenda. Según él, se está ante la
alternativa de perder la dignidad o perder a un aliado clave –EE. UU. ha dado
de plazo el próximo jueves 27, Thanksgiving o Día de Acción de Gracias, para
que Ucrania acepte la propuesta, pena de perder el apoyo de inteligencia militar
y armamento estadounidense–, manifestando asimismo a su gente que se prepare
para un invierno como pocos.
Trump
ha sido claro y ha manifestado que la alternativa a este plan es que Ucrania
continúe peleando únicamente con el apoyo de los europeos –a ver si aguantan– y
pierdan aún más territorio.
Algo
que toda persona conoce bien es que, ante una situación de crisis y/o pérdida económica
–en este caso militar–, a medida que se pospone la aceptación del arreglo
propuesto por la contraparte, con el paso del tiempo la solución se vuelve cada
vez de mayor pérdida. Esto no es invento propio y ya ha sido demostrado en esta
guerra con propuestas cada vez más onerosas y humillantes para el perdedor. ¡Todas
y cada una de las propuestas anteriores eran preferibles!
Zelenski
ha manifestado en una forma muy al estilo japonés –ambigua y eufemística– que
Ucrania no habrá de someterse y que tiene la capacidad para continuar la
guerra. Esto, luego que los europeos le hubieran expresado que, según sus “análisis”,
han estimado y calculado que Ucrania puede seguir luchando y resistiendo –hasta
el último ucraniano– y que puede hasta resultar victoriosa porque Rusia podría
colapsar de un momento a otro. (¿?)
Por
lo menos, en esta ocasión Zelenski no ha dicho que la solución es el cese al
fuego inmediato e incondicional y que Rusia se retire y devuelva Crimea sin
condición alguna. Por otra parte, parece ser que el ucraniano está apostando al
hecho que no se cumplan las amenazas de quien presenta el plan de paz: “¡Tal
vez no se anima a dejar sola a Ucrania!”
Las
palabras de los europeos parecen ser las mismas –con las que endulzó el oído– antes
proferidas por Alexander Boris de Pfeffel Johnson –Boris Johnson–, el mismo
otrora primer ministro británico que antes del mes de marzo del año 2022 exigió
a Zelenski que no firmara el acuerdo de paz con Rusia, mismo que hubiera evitado
toda esta debacle, solamente implicando la pérdida de Crimea. Johnson le dijo
que todos los europeos y la OTAN respaldarían a Ucrania y que Rusia colapsaría
por causa de las sanciones en un par de meses, con lo que se lograría recuperar
Crimea y Zelenski sería así visto como el redentor de su país.
Por
cuestiones de ego, los europeos y Zelenski se sienten como meros guiñoles y
exigen ahora que se les tome en cuenta para negociar la paz; sin embargo, esto
no será aceptado por Rusia. ¡Infortunadamente el ucraniano llegó a creerse el
cuento que él era quien dirigía todo y que desempeñaba el rol de actor
principal de la obra, no reconociendo su papel de verdadero sandio!
Ya
en su momento, el estratega militar prusiano Carl von Clausewitz dijo
atinadamente: “La guerra es la continuación de la política por otros medios.”
Así, como no se llegó a un acuerdo antes, hubo necesidad de llegar a la guerra
para al final lograr un acuerdo. No, la guerra no es un acto aislado, es en realidad
una herramienta para alcanzar fines políticos mediante una violencia organizada
y dirigida. ¡No se considere al anterior apunte como una apología de la guerra!
Muchos
europeos dicen temer que, esta situación guarda una gran similitud con el caso
de la cesión de los sudetes que exigía Alemania de Checoslovaquia en 1938. En
ese entonces se concedió lo pedido pero al final hubo invasión alemana en marzo
de 1939 a este país. Sin embargo, visto en una forma simplista, la verdad es
que para la humanidad, es mejor agotar esta instancia exigida por Rusia en vez
de buscar una Tercera Guerra Mundial inmediata, tal como lo preconizó en su “postura
brillante” el noruego Jens Stoltenberg –anterior secretario de la OTAN– cuando
dijo respecto a la guerra entre Rusia y Ucrania: “¡Es preferible correr el riesgo de una guerra
nuclear antes que permitir una victoria de Rusia!”
Se
ha corrido también el rumor que este plan de paz de veintiocho puntos, ha sido
en realidad impuesto por Rusia. Este comentario tiene precisamente la intención
de dañar y lastimar el ego de quien ahora lo presenta como propio.
Ya
hace muchos años Deng Xiaoping, líder supremo y Arquitecto de la China Moderna –1978–1989–
pronunció una frase muy sabia: “¡Que si el gato es blanco, que si el gato es
negro, lo que importa es que se coma los ratones!” Así, no importa quién sea el
padre de una idea o política, lo importante es que se logren los resultados
deseados. ¡Pragmatismo puro!
De
nuevo resuenan en la lejanía –con fuerte eco estentóreo– las palabras del actual
primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, quien desde hace varios meses, cada
vez que se ha presentado una alternativa a Ucrania, ha dicho a Zelenski: “¡Ahí
está la propuesta, si quieres la aceptas! ¡Cada día que pase, la misma será
peor!”
La
solución a esta guerra por el bien de la humanidad: ¿Continuar peleando hasta
el último ucraniano, corriendo el riesgo de una guerra mundial o aceptar que es
mejor un mal arreglo a un buen pleito que satisfaga el ego de los perdidosos?
¡Saque
el lector sus propias conclusiones!
José
Roberto Campos hijo
DOM
23 NOV 25

Creo que es preferible el mal arreglo que dar continuidad a esa guerra, no creo que el escenario de "el último ucraniano" sea realista (más parece un romancitismo).
ResponderBorrarDudo también que el desenlace sea un final feliz, todo apunta que tendremos que ver lo "menos peor".