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lunes, 18 de mayo de 2015

QUIDAM


OSCAR ARNULFO ROMERO GALDAMEZ




Alguien recién venido de Francia, ha dicho hace muchos años, al momento de conocerse el inicio del proceso de canonización del sacerdote salvadoreño Oscar Arnulfo Romero Galdámez: “Les tengo una mala noticia,... Monseñor Romero ya no es de ustedes. Es de todos.”

Desde entonces, católicos, cristianos de varias confesiones, incluso de comunidades y asambleas evangélicas, lo han hecho propio. ¡Incluso marxistas y agnósticos!

No se puede asegurar con certeza, pero Monseñor Romero bien puede ser el mártir y personaje religioso de esta época que ha tenido mayor impacto. ¡En la Abadía de Westminster su estatua está junto a la de otros nueve grandes personajes del siglo XX!



MONSEÑOR ROMERO (Abadía de Westminster, 3o de izq. a der.)

 

Y la piedad popular, a su modo, pero certeramente, le adjudica lo que es típico de los santos canonizados: Monseñor Romero intercede por los necesitados, hace milagros,- como dicen los innumerables papelitos a modo de exvotos-, escritos con ilegible letra de analfabetas pobres, pero con palabras nacidas del alma.

En vida, Monseñor Romero no fue bien visto en general, ni siquiera por la jerarquía eclesiástica. Es bien sabido que, en su natal Estado de El Salvador, en su momento, Romero fué atacado por todos los obispos salvadoreños con la excepción de Monseñor Rivera Damas.

Después de su asesinato, la tesis oficial que sospechaba del ministerio de Monseñor, se fué volviendo benigna, pero en definitiva seguía siendo de desaprobación hacia su persona: Monseñor había sido bueno, pero ingenuo y sin personalidad, de lo cual otros se aprovecharon para manipularlo, sobre todo los jesuitas y los izquierdistas.

Por ello la oposición fué honda y las cosas sólo cambiaron con el viaje del Papa Juan Pablo II a El Salvador en 1983. En aquellos años nada hacía pensar que la Iglesia Católica estuviese interesada en canonizar a Monseñor.

Otra dificultad para la canonización, provenía de eventuales conflictos generados con los gobiernos de las derechas y otros poderes. Conflictos que, en la medida de lo posible, se deseaba evitar. ¡El caso de la canonización de Monseñor Romero, ha sido una clara provocación para muchos de los poderosos!

Al canonizarlo, se estaba proponiendo como cristiano y como ser humano ejemplar, digno de imitación y beneficioso para los gobernados, a quien ha sido odiado y difamado hasta el extremo por las derechas en el Estado de El Salvador.

Y este conflicto se agrava al canonizarlo como mártir, pues “mártir” supone haber sido asesinado, y ello remite por necesidad a sus verdugos. Dada la cercanía de los hechos, aún y cuando el director intelectual ha fallecido ya, otros autores materiales del crimen y muchos de los que apludieron el magnicidio y martirio siguen vivos,- incluyendo “personas de bien, ilustres, honorables y prominentes” de las derechas locales-.

En el informe de la Comisión de la Verdad,- “De la Locura a la Esperanza: La guerra de 12 años en El Salvador”-, el nombre del autor intelectual de este magnicidio es recogido y dado a conocer en forma expresa.

También en forma pública, sin dejar lugar a dudas, lo ha dicho a través de la televisión salvadoreña, Monseñor Gregorio Rosa Chávez.

Así, la opinión pública mundial y la del Estado de El Salvador,- aunque las derechas continúan defendiendo la inocencia del culpable-, conocen perfectamente el nombre del autor intelectual: El nombre de quien en su momento ha dado la orden de asesinar al Arzobispo, con las instrucciones precisas a miembros de su entorno armado, para que, actuando como un auténtico “Escuadrón de la Muerte”, organizara y llevara a cabo la ejecución del asesinato.

Hasta Monseñor Rivera Damas lo gritó también con valentía en 1994: “Lo quieran o no, la sombra de este crimen sacrílego persigue a quienes, aún después de catorce años, siguen impenitentes idolatrando al hombre que quiso resolver los problemas de El Salvador a sangre y fuego.”

En la actualidad, esos mismos grupos siguen sin reconocer las virtudes de Monseñor Romero y siguen repitiendo que éste fué nefasto y que sobrepasó el límite de lo religioso.

Aún hoy en día, las derechas continúan felicitándose por el magnicidio y alabando la memoria del autor intelectual de dicho martirio. Siguen aclamando al responsable de este asesinato, sin expresar ningún tipo de arrepentimiento ni intento alguno de reparación por lo ocurrido. ¡Difaman y silencian a la víctima, mientras ensalzan y aclaman al asesino!

De ahí la conclusión de Monseñor Gregorio Rosa Chávez: “Los más declarados adversarios de la canonización de Monseñor Romero son los mismos que le hostigaron en vida, que le escribían cartas anónimas acusándolo de ser comunista, y que por desgracia continúan hostigándolo incluso ahora.”



LOS PROGENITORES DE MONSEÑOR ROMERO



¡Canonizar hoy a la víctima implica juzgar,- aunque luego se otorgue el perdón-, a sus asesinos!

El Papa Juan Pablo II cambió de postura hacia Monseñor, y lo expresó claramente con sus hechos. Independientemente de las razones,- el impacto personal de su martirio, una mejor información y una adecuada lectura de sus escritos-, el hecho es innegable.

En su vista al Estado de El Salvador en 1983,- por deseo propio y contra el deseo del gobierno-, Juan Pablo II visitó la tumba de Monseñor en la Catedral Metropolitana,- visita excluída en la programación-.



JUAN PABLO II ORANDO ANTE TUMBA DE ROMERO (1983)



La fotografía de Karol Woijtila,- se le llama así porque en ella aparece el ser humano antes que el Papa-, rezando ante la tumba de Monseñor Romero y las palabras con las que se refirió a él como “celoso pastor que dio la vida por su pueblo”, son un testimonio personal, entrañable y, además, supuso un radical cambio de dirección en el Vaticano: El Papa lo alababa y ya no se podía decir impunemente dentro de la Iglesia que Monseñor Romero había sido un marxista, colaborador de la guerrilla y un tonto útil manipulado.

Y cuando en 1994 Monseñor Rivera decidió poner en marcha el proceso diocesano, reconoció que ello no gustaba en algunos dicasterios vaticanos, pero Juan Pablo II, personalmente y a pesar de ello, dio el visto bueno.

La postura de Juan Pablo II ha sido decisiva, una conditio sine qua non para iniciar y proseguir el proceso. Así, a nivel eclesiástico, de curias y dicasterios, ya no se podía ir contra Monseñor Romero. Y más importante, a nivel eclesial, el del pueblo de Dios, el afecto de dicho Papa por Romero ha fortalecido el del pueblo por éste.

En su segunda visita al Estado de El Salvador en 1996, sólo hubo un aplauso en público: Cuando Juan Pablo II recordó en Catedral Metropolitana a Monseñor Romero, “brutalmente asesinado mientras ofrecía el sacrificio de la misa”.

Para que haya prosperado el proceso de canonización oficial, la postura del Papa no ha sido del todo suficiente, pero sí ha sido positiva y necesaria.

Hay que remontarse atrás en el tiempo y no hay que olvidar que, a partir del momento del triunfo y consolidación de la Revolución Bolchevique a principios del siglo XX, la misma Iglesia Católica ha coqueteado discretamente con la causa de la revolución, precisamente por el hecho que, era una posibilidad cada vez más real, que el comunismo continuara su expansión por el mundo por la vía armada. ¡Así, era común ver curas dentro de las filas de la revolución en varios lugares del mundo!

¡Sin ánimo de ofender, aunque no guste a algún lector, es menester recordar que, históricamente, la Iglesia Católica,- como cualesquiera clero en el mundo y a lo largo de la historia-, siempre ha estado al lado de quien detenta y/u ostenta el poder! ¡Decir esto no constituye ofensa alguna y es una verdad inconcusa!

¡Y luego China, Corea, Vietnam y, para poner la cereza en el pastel, la isla de Cuba en América!

¡Todo hacía pensar que, la revolución para instaurar el comunismo era incontenible y que, las izquierdas al lado de los desposeídos se acabarían imponiendo en el mundo!

Pero, años más tarde, cuando esta institución religiosa se percata que, el Señor del Oeste,- Estados Unidos de América (EE. UU.)-, está a punto de triunfar y hacer colapsar al Señor del Este, logrando el fracaso del comunismo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,- URSS-, entonces se da un golpe de timón y se entrega la dirección de la institución a un cura abiertamente anticomunista,- Juan Pablo II-, subiéndose al caballito de la celebración, como si fuera esta institución la que había alcanzado la meta de hacer caer el comunismo ateo por si sola.

Así, mucha gente atribuye a la mencionada institución religiosa, la caída del comunismo. ¡Nada más lejos de la realidad, pues el comunismo fué derrotado por el capitalismo de los EE. UU., luego de una larga competencia de desgaste económico y una prolongada Guerra Fría acompañada de una serie de enfrentamientos militares subrepticios!

Pero, luego del fracaso y disolución de la URSS, la Iglesia Católica se siente renuente y no cree conveniente canonizar a un cura que había exhibido tremendas simpatías hacia las izquierdas. ¡Esto equivalía a canonizar a un defensor de las ideas izquierdistas, quien a la vez era un símbolo para los mismos!

Es también de tomar en cuenta que, la tendencia de la corriente política mundial es hoy en día hacia la izquierda, en contra del “capitalismo salvaje”,- mote impuesto acertadamente por Juan Pablo II-. Esto volvió últimamente un poco más fácil la labor de la canonización, pues declarar beato a un cura de izquierdas hubiera sido aún más difícil años antes. ¡Y las izquierdas y derechas salvadoreñas han movido cielo y tierra ante el Vaticano a favor y en contra,- respectivamente-, de la causa de Monseñor Romero!

Al momento de fallecer la madre Teresa de Calcuta, surgieron voces pidiendo su pronta canonización. Con Monseñor Romero no ocurrió lo mismo y no se habló de canonizacion, pero se desencadenó un ingente movimiento de admiración, agradecimiento, cariño y reconocimiento de parte de todo el mundo. Comenzó pronto lo que se podría llamar el “romerismo”,- la tradición generada por Monseñor-, del mismo modo como Francisco de Asís generó el “franciscanismo”.

En un mundo dividido y antagónico, constituido por ricos septemviros,- epulones-, y por pobres Lázaros que esperan migajas de un mísero rebalse; en un mundo inhumano en que no interesa la familia humana, sino el propio interés, en el que no hay líderes que guíen al pueblo, sino que se aprovechan de él; Monseñor Romero expresa la cercanía, el conocimiento de sus ovejas, como buen pastor. ¡Monseñor Romero sigue siendo el gran conocedor de los pobres de este pueblo y ellos le conocen!

¡Romero continúa siendo hasta el día de hoy,- sin que se vislumbre candidato alguno que lo reemplace-, “la voz de los sin voz”!

Las derechas en el Estado de El Salvador, alegan que, el autor intelectual del magnicidio y martirio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez no es quien se dice que es.

Argumentan las mismas derechas, a modo de excusa absolutoria que, este supuesto asesino jamás fué llevado a juicio y no se le demostró culpabilidad alguna. ¡Por lo tanto, es inocente!

¡¿Cómo se iba a llevar a juicio al autor intelectual si el poder estaba totalmente en manos de los que le patrocinaban, idolatraban y protegían?!

Un delegado de la Iglesia Católica ha dicho, en reciente visita al Estado de El Salvador para los preparativos de la beatificación que, el gran error de las izquierdas era apropiarse de Monseñor Romero, mientras que, el gran error de las derechas era no aceptarlo ni reconocerlo.

¡Por supuesto, esto es en realidad mera retórica para tratar de aplicar bálsamo por la “ofensa” causada a las derechas y suavizarles el golpe en el rostro que todo esto implica!

Léase bien: ¡Monseñor Romero es del pueblo y de las izquierdas!
Quacumque! 

¡Las derechas gritan a todo pulmón demostrando su enojo precisamente porque Romero es de las izquierdas!

¡Las derechas pretenden desprestigiar al humilde sacerdote Romero, hoy más que nunca, pues no encuentran más salida a la “equivocación” que está cometiendo la Iglesia Católica y a la provocación y ofensa de la que,- según ellas-, son víctimas!

Pero hay buenas noticias para las derechas: ¡Ellos también pueden apropiarse de Romero en el momento que lo deseen!

Lo que sucede es que, para apropiarse las derechas de Monseñor Romero, tendrán necesariamente que renunciar a la idolatría y culto que ellas rinden al autor intelectual de tal magnicidio y martirio. ¡He ahí la cuestión! ¡He ahí el dilema!

Hay que recordar que, alguien dijo por ahí,- con muy buen tino-, que no se podía servir a dos amos a la vez, pues se amaría a uno y se despreciaría al otro.

Las derechas quisieran que, Monseñor Romero nunca hubiera sido considerado como un santo por la Iglesia Católica. Jamás pensaron, al día siguiente de tan horrendo crimen que, el autor intelectual solamente había logrado “crear” un auténtico santo contemporaneo para este pequeño Estado, para la América Latina, para América y para el mundo entero. ¡Nadie es profeta en su tierra!

Los más recalcitrantes y conservadores sectores de la Iglesia,- los que prometen y ofrecen a los poderosos una religión que no tocará ni atentará contra sus intereses y bolsillos jamás, pero a cambio piden sendas dádivas a cambio de dichas garantías-, no pueden estar conformes con la beatificación y eventual canonización de San Romero de América.

Una de las bellezas del proceso de beatificación y posterior canonización de Monseñor Romero es que, el pobre pueblo del Estado de El Salvador,- “pobre” económicamente hablando-, no ha tenido que realizar desembolso millonario alguno para que se le beatificara a su pastor, ni tampoco ha tenido que dar tremendo aporte a ningún emproblemado banco para sacarlo a flote.



BARACK OBAMA ANTE LA TUMBA DE ROMERO (Marzo 2011)



Es que, a fín de cuentas, un modesto cura de cuna humilde de un pequeño poblado del Estado de El Salvador, se ha convertido inexorablemente,- para las derechas-, en una piedra en el zapato que jamás podrá ser sacada del mismo.

¡Monseñor Romero es del pueblo y de las izquierdas,- éstas son las únicas que históricamente están con el pueblo-, contrario a las derechas, que están siempre buscando la forma de expoliar la riqueza nacional en perjuicio del mismo.

¡Ese Quidam se les volvió a las derechas, desde el momento mismo de su martirio, un Hombre Santo cuya prédica pende como espada de Damocles sobre la conciencia de los que le odiaron y mataron y que, incomoda aún más a los que aún le odian y que creen que, a aquél que le mató se le debe continuar erigiendo plazas y calles con el nombre de este último!

¡El juicio de la Historia, tras el excelente papel del Advocatus Diaboli, y la Sentencia Definitiva dictada por la Iglesia Católica es inapelable y está ahora escrita en piedra!

¡Sin embargo, con el tiempo, en la medida que la sociedad del Estado de El Salvador vaya evolucionando y cambiando, San Romero de América se volverá de todos!



OSCAR ARNULFO EN SUS AÑOS MOZOS



Ojalá y un día, de la sempiterna Guerra Civil en la que el Estado de El Salvador está sumergido desde hace más de 35 años, se pueda decir,- parafraseando al político inglés Winston Churchill-:

“...
Ahora, éste no es es el final, no es ni siquiera el principio del final. Puede ser, más bien, el final del principio.
...”

¡Saque el lector sus propias conclusiones!



LUN 18 MAY 15



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