OSCAR ARNULFO ROMERO GALDAMEZ
Alguien recién venido de Francia, ha dicho hace muchos años, al momento de conocerse el inicio del proceso de canonización del sacerdote salvadoreño Oscar Arnulfo Romero Galdámez: “Les tengo una mala noticia,... Monseñor Romero ya no es de ustedes. Es de todos.”
Desde
entonces, católicos, cristianos de varias confesiones, incluso de comunidades y
asambleas evangélicas, lo han hecho propio. ¡Incluso marxistas y agnósticos!
No se puede
asegurar con certeza, pero Monseñor Romero bien puede ser el mártir y personaje
religioso de esta época que ha tenido mayor impacto. ¡En la Abadía
de Westminster su estatua está junto a la de otros nueve grandes personajes del
siglo XX!
MONSEÑOR ROMERO (Abadía de Westminster, 3o de izq. a der.) |
Y la piedad
popular, a su modo, pero certeramente, le adjudica lo que es típico de los
santos canonizados: Monseñor Romero intercede por los necesitados, hace
milagros,- como dicen los innumerables papelitos a modo de exvotos-, escritos
con ilegible letra de analfabetas pobres, pero con palabras nacidas del alma.
En vida, Monseñor
Romero no fue bien visto en general, ni siquiera por la jerarquía eclesiástica.
Es bien sabido que, en su natal Estado de El Salvador, en su momento, Romero fué
atacado por todos los obispos salvadoreños con la excepción de Monseñor Rivera
Damas.
Después de su
asesinato, la tesis oficial que sospechaba del ministerio de Monseñor, se fué
volviendo benigna, pero en definitiva seguía siendo de desaprobación hacia su
persona: Monseñor había sido bueno, pero ingenuo y sin personalidad, de lo cual
otros se aprovecharon para manipularlo, sobre todo los jesuitas y los
izquierdistas.
Por ello la
oposición fué honda y las cosas sólo cambiaron con el viaje del Papa Juan Pablo
II a El Salvador en 1983. En aquellos años nada hacía pensar que la Iglesia Católica
estuviese interesada en canonizar a Monseñor.
Otra dificultad
para la canonización, provenía de eventuales conflictos generados con los gobiernos
de las derechas y otros poderes. Conflictos que, en la medida de lo posible, se
deseaba evitar. ¡El caso de la canonización de Monseñor Romero, ha sido una clara
provocación para muchos de los poderosos!
Al
canonizarlo, se estaba proponiendo como cristiano y como ser humano ejemplar,
digno de imitación y beneficioso para los gobernados, a quien ha sido odiado y
difamado hasta el extremo por las derechas en el Estado de El Salvador.
Y este
conflicto se agrava al canonizarlo como mártir, pues “mártir” supone haber sido
asesinado, y ello remite por necesidad a sus verdugos. Dada la cercanía de los
hechos, aún y cuando el director intelectual ha fallecido ya, otros autores materiales
del crimen y muchos de los que apludieron el magnicidio y martirio siguen vivos,-
incluyendo “personas de bien, ilustres, honorables y prominentes” de las
derechas locales-.
En el informe
de la Comisión de la Verdad,- “De la Locura a la Esperanza: La guerra de 12
años en El Salvador”-, el nombre del autor intelectual de este magnicidio es
recogido y dado a conocer en forma expresa.
También en
forma pública, sin dejar lugar a dudas, lo ha dicho a través de la televisión
salvadoreña, Monseñor Gregorio Rosa Chávez.
Así, la
opinión pública mundial y la del Estado de El Salvador,- aunque las derechas
continúan defendiendo la inocencia del culpable-, conocen perfectamente el
nombre del autor intelectual: El nombre de quien en su momento ha dado la orden
de asesinar al Arzobispo, con las instrucciones precisas a miembros de su
entorno armado, para que, actuando como un auténtico “Escuadrón de la Muerte”,
organizara y llevara a cabo la ejecución del asesinato.
Hasta Monseñor
Rivera Damas lo gritó también con valentía en 1994: “Lo quieran o no, la sombra
de este crimen sacrílego persigue a quienes, aún después de catorce años,
siguen impenitentes idolatrando al hombre que quiso resolver los problemas de
El Salvador a sangre y fuego.”
En la
actualidad, esos mismos grupos siguen sin reconocer las virtudes de Monseñor
Romero y siguen repitiendo que éste fué nefasto y que sobrepasó el límite de lo
religioso.
Aún hoy en
día, las derechas continúan felicitándose por el magnicidio y alabando la
memoria del autor intelectual de dicho martirio. Siguen aclamando al
responsable de este asesinato, sin expresar ningún tipo de arrepentimiento ni intento
alguno de reparación por lo ocurrido. ¡Difaman y silencian a la víctima,
mientras ensalzan y aclaman al asesino!
De ahí la
conclusión de Monseñor Gregorio Rosa Chávez: “Los más declarados adversarios de
la canonización de Monseñor Romero son los mismos que le hostigaron en vida,
que le escribían cartas anónimas acusándolo de ser comunista, y que por
desgracia continúan hostigándolo incluso ahora.”
LOS PROGENITORES DE MONSEÑOR ROMERO |
¡Canonizar
hoy a la víctima implica juzgar,- aunque luego se otorgue el perdón-, a sus
asesinos!
El Papa Juan
Pablo II cambió de postura hacia Monseñor, y lo expresó claramente con sus
hechos. Independientemente de las razones,- el impacto personal de su martirio,
una mejor información y una adecuada lectura de sus escritos-, el hecho es
innegable.
En su vista al
Estado de El Salvador en 1983,- por deseo propio y contra el deseo del gobierno-,
Juan Pablo II visitó la tumba de Monseñor en la Catedral Metropolitana,- visita
excluída en la programación-.
JUAN PABLO II ORANDO ANTE TUMBA DE ROMERO (1983) |
La fotografía
de Karol Woijtila,- se le llama así porque en ella aparece el ser humano antes
que el Papa-, rezando ante la tumba de Monseñor Romero y las palabras con las que
se refirió a él como “celoso pastor que dio la vida por su pueblo”, son un
testimonio personal, entrañable y, además, supuso un radical cambio de
dirección en el Vaticano: El Papa lo alababa y ya no se podía decir impunemente
dentro de la Iglesia
que Monseñor Romero había sido un marxista, colaborador de la guerrilla y un
tonto útil manipulado.
Y cuando en
1994 Monseñor Rivera decidió poner en marcha el proceso diocesano, reconoció
que ello no gustaba en algunos dicasterios vaticanos, pero Juan Pablo II,
personalmente y a pesar de ello, dio el visto bueno.
La postura de
Juan Pablo II ha sido decisiva, una conditio sine qua non para iniciar y proseguir el proceso. Así, a
nivel eclesiástico, de curias y dicasterios, ya no se podía ir contra Monseñor
Romero. Y más importante, a nivel eclesial, el del pueblo de Dios, el afecto de
dicho Papa por Romero ha fortalecido el del pueblo por éste.
En su segunda
visita al Estado de El Salvador en 1996, sólo hubo un aplauso en público: Cuando
Juan Pablo II recordó en Catedral Metropolitana a Monseñor Romero, “brutalmente
asesinado mientras ofrecía el sacrificio de la misa”.
Para que haya
prosperado el proceso de canonización oficial, la postura del Papa no ha sido
del todo suficiente, pero sí ha sido positiva y necesaria.
Hay que
remontarse atrás en el tiempo y no hay que olvidar que, a partir del momento del
triunfo y consolidación de la Revolución Bolchevique a
principios del siglo XX, la misma Iglesia Católica ha coqueteado discretamente con
la causa de la revolución, precisamente por el hecho que, era una posibilidad
cada vez más real, que el comunismo continuara su expansión por el mundo por la
vía armada. ¡Así, era común ver curas dentro de las filas de la revolución en
varios lugares del mundo!
¡Sin ánimo de
ofender, aunque no guste a algún lector, es menester recordar que, históricamente,
la Iglesia
Católica,- como cualesquiera clero en el
mundo y a lo largo de la historia-, siempre ha estado al lado de quien detenta
y/u ostenta el poder! ¡Decir esto no constituye ofensa alguna y es una verdad
inconcusa!
¡Y luego
China, Corea, Vietnam y, para poner la cereza en el pastel, la isla de Cuba en
América!
¡Todo hacía pensar
que, la revolución para instaurar el comunismo era incontenible y que, las
izquierdas al lado de los desposeídos se acabarían imponiendo en el mundo!
Pero, años
más tarde, cuando esta institución religiosa se percata que, el Señor del
Oeste,- Estados Unidos de América (EE. UU.)-, está a punto de triunfar y hacer
colapsar al Señor del Este, logrando el fracaso del comunismo de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas,- URSS-, entonces se da un golpe de timón y
se entrega la dirección de la institución a un cura abiertamente
anticomunista,- Juan Pablo II-, subiéndose al caballito de la celebración, como
si fuera esta institución la que había alcanzado la meta de hacer caer el
comunismo ateo por si sola.
Así, mucha
gente atribuye a la mencionada institución religiosa, la caída del comunismo.
¡Nada más lejos de la realidad, pues el comunismo fué derrotado por el
capitalismo de los EE. UU., luego de una larga competencia de desgaste
económico y una prolongada Guerra Fría acompañada de una serie de enfrentamientos
militares subrepticios!
Pero, luego
del fracaso y disolución de la
URSS, la Iglesia Católica
se siente renuente y no cree conveniente canonizar a un cura que había exhibido
tremendas simpatías hacia las izquierdas. ¡Esto equivalía a canonizar a un defensor
de las ideas izquierdistas, quien a la vez era un símbolo para los mismos!
Es también de
tomar en cuenta que, la tendencia de la corriente política mundial es hoy en
día hacia la izquierda, en contra del “capitalismo salvaje”,- mote impuesto
acertadamente por Juan Pablo II-. Esto volvió últimamente un poco más fácil la
labor de la canonización, pues declarar beato a un cura de izquierdas hubiera
sido aún más difícil años antes. ¡Y las izquierdas y derechas salvadoreñas han
movido cielo y tierra ante el Vaticano a favor y en contra,- respectivamente-,
de la causa de Monseñor Romero!
Al momento de
fallecer la madre Teresa de Calcuta, surgieron voces pidiendo su pronta
canonización. Con Monseñor Romero no ocurrió lo mismo y no se habló de
canonizacion, pero se desencadenó un ingente movimiento de admiración, agradecimiento,
cariño y reconocimiento de parte de todo el mundo. Comenzó pronto lo que se
podría llamar el “romerismo”,- la tradición generada por Monseñor-, del mismo
modo como Francisco de Asís generó el “franciscanismo”.
En un mundo
dividido y antagónico, constituido por ricos septemviros,- epulones-, y por pobres
Lázaros que esperan migajas de un mísero rebalse; en un mundo inhumano en que
no interesa la familia humana, sino el propio interés, en el que no hay líderes
que guíen al pueblo, sino que se aprovechan de él; Monseñor Romero expresa la
cercanía, el conocimiento de sus ovejas, como buen pastor. ¡Monseñor Romero
sigue siendo el gran conocedor de los pobres de este pueblo y ellos le conocen!
¡Romero continúa
siendo hasta el día de hoy,- sin que se vislumbre candidato alguno que lo
reemplace-, “la voz de los sin voz”!
Las
derechas en el Estado de El Salvador, alegan que, el autor intelectual del
magnicidio y martirio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez no es quien se
dice que es.
Argumentan
las mismas derechas, a modo de excusa absolutoria que, este supuesto asesino
jamás fué llevado a juicio y no se le demostró culpabilidad alguna. ¡Por lo
tanto, es inocente!
¡¿Cómo
se iba a llevar a juicio al autor intelectual si el poder estaba totalmente en
manos de los que le patrocinaban, idolatraban y protegían?!
Un
delegado de la Iglesia Católica ha dicho, en reciente visita al Estado de El
Salvador para los preparativos de la beatificación que, el gran error de las
izquierdas era apropiarse de Monseñor Romero, mientras que, el gran error de
las derechas era no aceptarlo ni reconocerlo.
¡Por
supuesto, esto es en realidad mera retórica para tratar de aplicar bálsamo por
la “ofensa” causada a las derechas y suavizarles el golpe en el rostro que todo
esto implica!
Quacumque!
Es
que, a fín de cuentas, un modesto cura de cuna humilde de un pequeño poblado
del Estado de El Salvador, se ha convertido inexorablemente,- para las derechas-,
en una piedra en el zapato que jamás podrá ser sacada del mismo.
¡Las
derechas gritan a todo pulmón demostrando su enojo precisamente porque Romero
es de las izquierdas!
¡Las
derechas pretenden desprestigiar al humilde sacerdote Romero, hoy más que
nunca, pues no encuentran más salida a la “equivocación” que está cometiendo la
Iglesia Católica y a la provocación y ofensa de la que,- según ellas-, son
víctimas!
Pero
hay buenas noticias para las derechas: ¡Ellos también pueden apropiarse de
Romero en el momento que lo deseen!
Lo
que sucede es que, para apropiarse las derechas de Monseñor Romero, tendrán necesariamente
que renunciar a la idolatría y culto que ellas rinden al autor intelectual de
tal magnicidio y martirio. ¡He ahí la cuestión! ¡He ahí el dilema!
Hay
que recordar que, alguien dijo por ahí,- con muy buen tino-, que no se podía
servir a dos amos a la vez, pues se amaría a uno y se despreciaría al otro.
Las
derechas quisieran que, Monseñor Romero nunca hubiera sido considerado como un
santo por la
Iglesia Católica. Jamás pensaron, al día
siguiente de tan horrendo crimen que, el autor intelectual solamente había logrado
“crear” un auténtico santo contemporaneo para este pequeño Estado, para la América Latina,
para América y para el mundo entero. ¡Nadie es profeta en su tierra!
Los
más recalcitrantes y conservadores sectores de la Iglesia,- los que prometen y
ofrecen a los poderosos una religión que no tocará ni atentará contra sus intereses
y bolsillos jamás, pero a cambio piden sendas dádivas a cambio de dichas
garantías-, no pueden estar conformes con la beatificación y eventual
canonización de San Romero de América.
Una
de las bellezas del proceso de beatificación y posterior canonización de Monseñor
Romero es que, el pobre pueblo del Estado de El Salvador,- “pobre”
económicamente hablando-, no ha tenido que realizar desembolso millonario
alguno para que se le beatificara a su pastor, ni tampoco ha tenido que dar
tremendo aporte a ningún emproblemado banco para sacarlo a flote.
BARACK OBAMA ANTE LA TUMBA DE ROMERO (Marzo 2011) |
¡Monseñor
Romero es del pueblo y de las izquierdas,- éstas son las únicas que históricamente están con el pueblo-, contrario a
las derechas, que están siempre buscando la forma de expoliar la riqueza
nacional en perjuicio del mismo.
¡Ese Quidam se les volvió a las derechas, desde el
momento mismo de su martirio, un Hombre Santo cuya prédica pende como espada de
Damocles sobre la conciencia de los que le odiaron y mataron y que, incomoda
aún más a los que aún le odian y que creen que, a aquél que le mató se le debe
continuar erigiendo plazas y calles con el nombre de este último!
¡El juicio de la Historia, tras el excelente papel del
Advocatus
Diaboli, y la Sentencia Definitiva dictada por la Iglesia Católica es
inapelable y está ahora escrita en piedra!
¡Sin embargo, con el tiempo, en la medida que la
sociedad del Estado de El Salvador vaya evolucionando y cambiando, San Romero
de América se volverá de todos!
OSCAR ARNULFO EN SUS AÑOS MOZOS |
Ojalá
y un día, de la sempiterna Guerra Civil en la que el Estado de El Salvador está
sumergido desde hace más de 35 años, se pueda decir,- parafraseando al político
inglés Winston Churchill-:
“...
Ahora, éste
no es es el final, no es ni siquiera el principio del final. Puede ser, más
bien, el final del principio.
...”
¡Saque el lector sus propias conclusiones!
LUN 18 MAY 15
Excelente análisis, gracias por compartirlo.
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