MEGA CARCEL RECIEN INAUGURADA
Dicho en
una forma nada embozada, de todos es bien sabido que el problema número uno en
El Salvador, por muchos años ha sido, según sus residentes, el de la
inseguridad ciudadana y la alta criminalidad y violencia. A finales del 2021, casi
el 50 por ciento consideraba este cáncer como el principal mal que aquejaba al
país y al cual no se le veía solución posible. ¡Inconcuso!
La
última respuesta que ha dado el gobierno salvadoreño para combatir este
problema en forma frontal, ha sido la implantación de un Régimen de Excepción, mecanismo
permitido en la Constitución para abordar situaciones de emergencia en forma temporal.
Pero, ¿cuánto tiempo es temporal?
Desde
el mes de Marzo del 2022, el gobierno ha recurrido a esta herramienta, mes a
mes, para casi erradicar la inseguridad, así como la criminalidad y violencia
en el territorio luego de un fín de semana sangriento en el que las “maras”,-
pandillas-, asesinaran ochenta y siete personas.
Mucho
se ha dicho sobre el hecho que, luego de la finalización de la guerra civil en
1992, tanto los cuatro gobiernos derechistas de la Alianza Republicana Nacionalista,-
ARENA-, como luego los dos gobiernos “izquierdistas” del Frente Farabundo Martí
para la Liberación Nacional,- FMLN-, y el actual gobierno presidido por Nayib
Armando Bukele Ortez, habían negociado y pactado con las pandillas para que la
violencia no excediera ciertos límites. Dicho en otras palabras, se dice que se
había pactado con el diablo, pagando una extorsión estatal y se concedía ciertos
privilegios a las pandillas.
Incluso
algunas voces del FMLN han gritado que, el actual gobierno había también
pactado con las padillas pero luego las había traicionado y les había pagado
con este Régimen de Excepción. Una pregunta que debe ser formulada sin
fanatismo alguno, partiendo del hecho que ello sea cierto: ¿debe ser
considerado execrable que el gobierno haya “traicionado” en esa forma a las
pandillas?
¿Qué
es el Régimen de Excepción? En forma sucinta, es una suspensión y limitación de
ciertos derechos y garantías constitucionales. De esta forma, el gobierno
central, ha logrado una herramienta para reprimir, perseguir, detener y someter
a los pandilleros. Sin embargo, también es cierto que se han restringido varios
derechos.
Los
opositores de Bukele, aducen y demandan que, como la violencia y la inseguridad
están ya controladas, entonces ya no se justifica la continuación del Régimen
de Excepción. Parece ser que lo que se busca es el retorno del caos, tal como
lo dijo por ahí un periodista político y otrora diputado quien mencionó, en
forma muy seria e infeliz, esta semana que, él extrañaba los días de la guerra
y la violencia y que le hacía falta escuchar el traqueteo de las
ametralladoras.
La
jesuita Universidad Centroamericana José Simeón Cañas,- UCA-, ha concedido que,
la popularidad de Bukele se ha visto de nuevo incrementada por la instauración del
Régimen de Excepción y es que, la población, según diversas encuestas, apoya
esta medida y manifiesta sentirse segura ahora. ¡También asevera dicha
universidad que, sin el Régimen de Excepción, la popularidad del presidente
caería drásticamente!
Además,
la máxima autoridad de esta universidad ha proclamado que, todos los
pandilleros merecen una segunda oportunidad, lo cual es muy atinado, pero luego
de cumplir la deuda que tienen con la sociedad por los crímenes cometidos. O
acaso… ¿se propone que se les mande de nuevo a las calles haciéndoles antes
prometer que se habrán de portar bien de acá en adelante?
Que
los números de los homicidios pueden estar manipulados, es una posibilidad que
cabe; sin embargo, la población respalda las medidas. El argumento del que el
gobierno salvadoreño echa mano para justificar su modo de actuar, es
precisamente que el bienestar público debe primar sobre el bienestar de
algunos, por lo cual, no se está afectando los derechos humanos de la inmensa
mayoría de la población, tan solo se están restringiendo ciertos derechos
constitucionales de miembros de las pandillas para beneficio de los demás residentes.
También, es imposible negar que muchos inocentes han sido detenidos y ha habido
hasta fallecidos dentro de las cárceles.
Claudia
Ortiz, diputada opositora del partido VAMOS, quien ha ganado visibilidad y
notoriedad como una voz emergente, hace frente al gobierno central y le exige
que rinda cuentas. Ella reconoce que, el despliegue de la policía y mayormente
del ejército es popular de cara a las cámaras y sobre todo apoyado enormemente
por la población.
Continúa
manifestando la misma diputada que, no se puede negar que la población aplaude
estas medidas y es cierto que se ha reducido la violencia pero, a un alto costo.
En este momento hay resultados, pero, ¿qué va a pasar después? ¿Se habrá alimentado
un monstruo que no se podrá luego controlar? Ella es de la opinión que lo que
actualmente sucede es una nueva negociación con las pandillas. (¿?)
Para Claudia Ortiz, los residentes de El Salvador están
en un momento de la historia en el que no dan un apoyo gratuitamente. El apoyo
y la popularidad que presenta el presidente tienen que ver con que ha hecho
cosas muy concretas, pero no necesariamente sostenibles o integrales.
Y continúa diciendo que, parece ser que en el escenario
actual, los gobernados están y han estado dispuestos a renunciar incluso a la
democracia para solucionar problemas inmediatos como la inseguridad, incluso hay
una disposición de perder la libertad a cambio de tener seguridad.
Finalmente, esta semana el Gobierno de
El Salvador ha presentado en cadena nacional de radio y televisión, el Centro
de Confinamiento del Terrorismo, una mega cárcel en la que estarán miles de
miembros de pandillas y, que según el gobierno, quien entre allí, no volverá a
salir.
Con una capacidad para 40 mil reos,
la prisión está hecha exclusivamente para el confinamiento de los integrantes
de las pandillas, calificados como terroristas por el gobierno. Es una prisión
de alta seguridad, con varios anillos de vigilancia, una cerca electrificada
con 15 mil voltios, con custodios penitenciarios, soldados y policías que
controlarán el perímetro a través de 19 torres de vigilancia. Además 50
miembros de la policía apoyan de manera permanente las requisas. Por otra
parte, la prisión con una extensión de casi 165 hectáreas, está completamente
aislada de cualquier zona urbana.
En efecto, parece que los reos estarán
ahí por muchos años. A decir verdad, sí es comprensible que el gobierno se
sienta orgulloso de los logros obtenidos en materia del incremento radical en la
seguridad y de la erradicación de la violencia y criminalidad; sin embargo, ¿es
factible vender la idea de un país sintiéndose orgulloso de tener la más grande
cárcel en América Latina? ¡La respuesta la tiene el lector en su apreciación de
la relación costo – beneficio!
¡Saque
el lector sus propias conclusiones!
José Roberto Campos h.
DOM 05 FEB 23
Personalmente pienso que el producto determinante se verá en unos 15-20 años. Es similar a lo que pasa en el fútbol: mientras la bola no cruce la línea no se puede gritar "gol".
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