Un
axioma que es de todos conocido es que, todo imperio, sin excepción, considera
“aliados” y “amigos” a aquellas naciones que en su momento han sido sometidas, sea
por la vía de las armas o de la amenaza y que, luego, sin objeción alguna,
cumplen al pié de la letra sus “sugerencias”, indicaciones y/u órdenes. A los
imperios no les interesa el bienestar de sus “aliados” y “amigos”, solamente el
bienestar propio. ¡Cuando el fuerte hace lo que quiere, el débil solo sufre
como puede!
Así,
por ejemplo, el Imperio Romano,- llamado tan sólo “Roma”-, llegó a tener un
poder tal que el mismo acabó provocando envidias, locuras, ambiciones, guerras
civiles, separaciones y… su propio final.
La base del imperio estaba, como en el de cualquier imperio, en un ejército poderoso, capaz de intimidar y hacer la guerra cuando necesario. Roma llegó a ser una perfecta máquina de guerra, de esta forma, cada vez que se deseaba expandir el imperio,- casi todo el tiempo-, se enviaba emisarios para sostener “platicas” sobre la conveniencia para las naciones de ser incorporadas a Roma, pena de ser arrasadas. Además, una vez tomadas estas nuevas naciones y territorios como partes y “aliados”, era preciso que, al momento de hacer Roma la guerra contra otros, se le proporcionaran soldados y recursos para defender y continuar la necesaria expansión. ¡Es que la historia es siempre repetitiva! ¿No?
Un
imperio tan extenso y de tal enormidad y diversidad de pueblos a los que
controlar y gobernar, exigía grandes emperadores con conocimientos e
implicación a la altura de las circunstancias, ya que, con el tiempo, los alzamientos
se volvieron más y más frecuentes.
Como
siempre, el inicio del declive de todo imperio, pasa desapercibido porque por
lo general los gobernantes y consejeros incurren en una etapa de ceguera y
negación. Dicho punto de inflexión sólo se logra ver años después de ocurrido.
Roma no escaparía a esta regla: Ahora se sabe que, el Siglo III fué el comienzo
de una profunda crisis para Roma, manifestada en cada pilar sobre el que
descansaba el Imperio: El estancamiento de las conquistas territoriales frenó
la llegada de esclavos, que jugaban un papel fundamental en la economía
agrícola romana, dando inicio a problemas de abastecimiento de alimentos y la
subida de impuestos en las ciudades. Así, se llegó al abandono de las ciudades
y el refugio de los romanos en el campo, llegando a la decadencia del
característico estilo de vida urbano. Luego, el excesivo poder del ejército
desembocó en guerras civiles, complots de militares que llevaron a la
indisciplina del ejército y la desatención de las fronteras quebrantadas a la
postre con el avance de los pueblos germanos,- bárbaros-, quienes fueron seguidos
por los francos, visigodos y suevos o vándalos, procedentes de Escandinavia y
Jutlandia, que se vieron empujados hacia el oeste por el avance de los hunos,
otro pueblo guerrero oriental.
En resumen, los pueblos y naciones
conquistadas, se fueron dando cuenta que, el imperio venía en decadencia y que
algunos enemigos ya lograban hacerle frente y hasta vencerlo localmente, razón
por la cual los levantamientos comenzaron a ser más y más frecuentes. ¡Cuando
el gigante cae una vez, todos desean abofetearlo!
¿Cómo es el trato que los imperios
dan a las naciones que desean someter?
“…
Traían largos látigos
para
dar a los hombres vil castigo
y
el infame tormento
no
lo pudo pensar ni el Enemigo;
con
los nudos de alambre
arrancaban
las carnes
y
llevaban consigo
las
partes de sus víctimas.
De
aquellos pobres huesos
no
quedaban sanos ni los huesos;
tal
era la crueldad del verdugo,
y
los hombres morían
desfigurados,
rojos y contusos.
Y
para las mujeres indefensas,
de
pánico temor enloquecidas,
traían
tales látigos que nunca
usarlos
en las bestias pensarían:
Llevaban
metal duro en los extremos
y
rudas cuerdas de grosor diverso;
con
cada latigazo
mucha
sangre brotaba de sus cuerpos…”
(Thomas
Deloney, 1588)
* * *
Siglos más tarde, el Imperio Español regía el mundo pero se vió obligado a ceder su lugar ante el surgimiento del Imperio Inglés. En ese entonces, el punto de inflexión se dió en 1588, con la derrota de la Armada Invencible Española cuando la Trampa de Tucídides acontece una vez más, esto es el enfrentamiento militar entre el imperio emergente con el que decae.
Felipe
II de España, enemigo mortal de Isabel I de Inglaterra, envió su
enorme armada de barcos para invadir Inglaterra y devolverla a la fé católica,-
otra vez la absurda justificación de la “guerra santa”-. Sin embargo, fué
derrotado por la pequeña pero valiente armada inglesa comandada por audaces
capitanes entre los que se cuenta al pirata Francis Drake. ¡La soberbia y los
malos consejos condujeron a España a esta debacle!
La
víspera, una gran tormenta dispersó y hundió muchas de las naves españolas que
al día siguiente atacarían Inglaterra, reduciendo la capacidad de ataque
española en una forma radical. España fué derrotada y humillada y su declive
había dado inicio.
Casi dos
siglos después, prácticamente la totalidad de las colonias de España habían
proclamado su independencia y la última gran derrota española aconteció a
inicios del siglo XX, cuando Estados Unidos de América,- EE. UU.-, derrotó a
España y se hizo con Puerto Rico, Cuba, Guam y las Filipinas. ¡La larga y
dolorosa agonía para el Imperio Español había por fín terminado!
* * *
A inicios
de la década de los años 70 del siglo pasado, ya Japón había comenzado a
exportar significativas cantidades de automóviles hacia EE. UU. A Henry Ford II
se le preguntó qué opinaba al respecto. Él se rió burlonamente y dijo que Japón
jamás sería rival para la industria automotriz estadounidense. ¡No hay peor
ciego que el que no quiere ver!
Muy atrás
han quedado aquellos años en los que un carro japonés fué llevado a una feria
en EE. UU. y éste no logró subir una pequeña cuesta. También ha quedado casi en
el olvido el gracioso Toyopet Crown 1958, primer automóvil japonés vendido en
EE. UU. Un carro que dió muchos problemas al consumidor estadounidense por
estar diseñado para los nipones de corta estatura. ¡Lo demás es historia!
Por otra
parte, con muchos productos electrodomésticos, los japoneses demostraron que no
es lo importante ser el inventor de algo, si no hacerlo mejor y más barato.
* * *
En la actualidad, desde hace apenas unos años, China acaba de tomar la estafeta de nuevo líder mundial, aunque algunos aseveran que la Trampa de Tucídides ronda el ambiente.
Se alega
que China tiene un ejército menos fuerte y por ello caería derrotado rápidamente.
El meollo es que, una confrontación militar está fuera de discusión, esto dado
que ninguna de las partes desea un choque armado, no sea que unas cuantas armas
nucleares sean utilizadas. Tampoco se trata de quién tiene más ojivas
nucleares, pues una cuantas bastarían para arruinar la vida tal como ahora se
le conoce.
Además,
hay que recordar que, ni durante la Guerra de Corea, cuando China aún no era
potencia, pudo ésta ser sometida para retirar su apoyo al norte comunista.
La
prometida recuperación de la otrora colonia portuguesa de Formosa, ahora
Taiwán, es un punto de honor con el que China espera sellar su nuevo status.
Además, esta isla ha sido parte de China en forma histórica, tal como la Cidade
do Santo Nome de Deus de Macau,- Macao-, y Hong Kong.
En los
actuales días, es usanza común de las naciones expansionistas, brindar
obsequios y presentes a las naciones que se desea atraer como “amigos” y
“aliados”, pero no hay que olvidar que, no hay imperio altruista y no hay
almuerzo gratis.
Bien
rezaron a la postre los espartanos: “!Aunque traen regalos, desconfiamos de los
troyanos!”
¡Saque el
lector sus propias conclusiones!
José
Roberto Campos hijo
DOM 09
ENE 22
¡Gracias
por compartir el anterior escrito!
Muy curiosa conclusión: "se repite la historia aunque se conozca".
ResponderBorrarParticularmente se caracteriza en el ser humano la compulsión de repetición, no falta nunca el engaño de la maniobra psicológica de la racionalización: "esta vez será diferente", "yo si sé como hacerlo bien", etc.
China un elefante sin cadena, sometida por Gengiskan y luego por los comunistas, ahora busca el capitalismo dejando de lado la pobreza de su pueblo, como a principios del siglo XX no puede dominar una crisis de salud pública.
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