Abraham Lincoln dijo muy acertadamente: “A un hombre no lo pruebes en la adversidad, pruébalo dándole poder.”
* * *
Todos los
seres vivos están sometidos a una ley natural: Nacen, crecen, se reproducen y…
mueren. Así, también los sistemas políticos y económicos, las naciones y los
imperios siguen similar comportamiento tal como el de sus creadores los hombres.
De esta forma, también la repetitiva historia ha dejado escrito en piedra que, todo
imperio nace, crece, se multiplica,- por expansionismo o exportación de su
modelo-, y acaba siempre muriendo en una forma ineluctable.
A
principios del siglo pasado, el período transcurrido entre el aparecimiento y
desarrollo de nuevos inventos y productos era relativamente largo. En los
actuales días, la obsolescencia viene casi de inmediato con el surgimiento de
lo nuevo. Igual sucede con los imperios, mismos cuya vida antes era
relativamente larga y ahora se ha vuelto cada vez más corta.
El Imperio Romano ha seguido ese patrón ineludible,
tal como también lo harían después el Imperio Español, el Imperio Británico,-
sobre el cual en un momento dado “el Sol jamás se ocultaba”-, y la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas,- URSS-, citando ejemplos recientes.
No habrá que entrar en mayores detalles
cronológicos, tan solo un recuento sucinto:
· El Imperio Romano surge antes del aparecimiento de la era cristiana y su último reducto acaba colapsando allá por 1453. Años después de la adopción de una religión oficial por parte de éste, a la que se atribuye mucho de la decadencia por el conformismo, y luego las invasiones bárbaras marcan el punto final del mismo.
· Del Imperio Español se puede decir que
surge impetuoso en 1492 con la colonización y saqueo del territorio americano,
pero entraría en franco declive en 1588 tras la desastrosa expedición de la
Armada Invencible que pretendía destronar a Isabel I en Inglaterra. Para
mediados del siglo XIX casi todas sus colonias habían logrado la independencia.
·
El Imperio Británico entra a ocupar el
espacio que deja España. Su declive está marcado con la Guerra de Independencia
de los Estados Unidos de América,- EE. UU.-, que culmina en 1783. Irónicamente,
son los hijos de este otrora imperio, EE. UU., quienes llegarían al rescate de
Inglaterra en la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial, aunque no por razones
altruistas si no por razones económicas.
·
La URSS surge en 1922, luego de la
Guerra Civil tras la caída y posterior asesinato del Zar Nicolás II y su
familia en 1917. Era muy dada a exportar la revolución y el comunismo al resto
del mundo. Para 1991, la URSS colapsa definitivamente y se desintegra. Esta
nación se había constituido desde su nacimiento, en el enemigo natural de EE.
UU., de la que fué aliada en la Segunda Guerra Mundial, pero con quien luego se
enfrascó en una Guerra Fría hasta su caída propia.
·
EE. UU. se comienza a consolidar como
gran potencia a partir de 1918, luego de la Primera Guerra Mundial y se vuelve
líder indiscutible del mundo luego de la Segunda Guerra Mundial en 1945 con la
bomba atómica. ¡Lo demás es historia!
Un común denominador que acaba marcando la caída de
los imperios es la institucionalización de la corrupción, sinecuras, crisis
política permanente, libertinaje de la población, enorme gasto militar, muchas
guerras y varios frentes de batalla a la vez, por citar solo algunos problemas.
¿Alguna semejanza con el imperio actual decadente?
La población de los imperios en su punto álgido,
entra en una fase de acomodo y libertinaje excesivo dada la estabilidad
económica de la que goza la población y por el mismo hecho que se ha llegado a
hartar de hacer la guerra. ¡Les llega a rebalsar el gusto!
Siempre, siempre que un grupo pierde a un líder, al
instante otro toma la estafeta. De igual forma sucede con los imperios que
caen, otro ocupa su lugar de inmediato. ¡No hay espacio para una vacante
temporal!
* * *
Poco después del triunfo electoral de Abraham Lincoln a
fines de 1860, siete estados sureños se escindieron de la Unión, ante la
determinación de aquél de abolir la esclavitud, base de la economía agrícola
del sur. Tras la guerra civil, nació EE. UU. en la forma que ahora se le
conoce. ¡Casi un millón de muertos y la reconciliación que pidió Lincoln aún no
se ha dado plenamente!
El pasado día Miércoles 6, mismo día en que el Congreso
debía ratificar el triunfo de Joseph Robinette Biden Jr. como presidente electo
de EE. UU., una multitud blanca, enarbolando banderas confederadas asaltó el
Capitolio de la capital, alentada por el presidente Donald John Trump. ¡Parece
un renacimiento de la creencia en la “causa perdida, justa y heroica” del viejo
sur!
MANIFESTANTES ESCALANDO UN MURO DEL CAPITOLIO
Ya había anunciado Trump antes de Navidad su participación en dicha “Marcha para salvar América”, indicando: “Seremos salvajes.” ¡Hubo cinco muertos y un gran destrozo, así que no era mentira!
El 2 de Enero, Trump telefonea al Secretario de Estado de
Georgia, responsable del escrutinio electoral, para pedirle que “encuentre” 11,780
votos, necesarios para revertir su derrota en las presidenciales del 3 de Noviembre
pasado frente a Biden.
El Washington Post,- el mismo periódico que sacó a la luz
pública el escándalo “Watergate” y que llevó al Presidente Nixon a renunciar-,
ha publicado la conversación del Presidente Trump con el funcionario de Georgia.
El pasado Martes 5, se dan elecciones para el Senado en
Georgia. Los dos candidatos demócratas, Raphael Warnock y Jon Ossoff, ganan por
estrecho margen. El reverendo Warnock, hijo de una familia muy humilde de
Savannah, descendiente de esclavos, se convierte en el primer senador negro de
un antiguo estado confederado.
A media mañana del Miércoles de esta semana, mientras
Georgia aún contaba los últimos votos de sus elecciones al Senado, Trump toma
la palabra ante miles de sus partidarios concentrados en la Elipse, la
explanada que se abre al sur de la Casa Blanca. “Nunca nos rendiremos. Nunca
concederemos la derrota”, les dice. Hacerlo equivaldría “a la destrucción de
nuestro país”. A pesar que no ha prosperado ninguna del medio centenar de
demandas judiciales,- algunas presentadas ante la Corte Suprema-, Trump insiste
en que ha habido fraude. “Todos los que estamos reunidos aquí no queremos que
los demócratas, envalentonados y radicales, nos roben la victoria.”
Las dos cámaras del Congreso se han reunido para certificar el resultado de las presidenciales. Ciento cuarenta y siete representantes republicanos,- más de la mitad del grupo parlamentario-, así como trece senadores, se oponen a validar la victoria de Biden.
En la Elipse, Trump llama “luchadores” a sus seguidores y
presiona al vicepresidente Mike Pence, quien preside el Senado y la sesión. Su
papel es meramente protocolario, pero Trump insiste en que debe negarse a refrendar
el resultado electoral. “Si Mike hace lo que debe, ganamos la elección.”
El Presidente critica a la prensa, a la Corte Suprema y a
William Barr, recién dimitido fiscal general por no querer ser su abogado
personal. Acto seguido anima a sus seguidores a que marchen hacia el Capitolio.
“Peleamos a muerte,- les dice-, porque si no peleamos a muerte no vamos a poder
recuperar nuestro país.”
Decenas de seguidores de Trump suben las escalinatas del
Capitolio mientras otros escalan el muro, a semejanza de los indocumentados que
escalan el muro para ingresar a EE. UU. Algunos llevan armas, uniformes
militares y disfraces.
Ahora hay una gran presión para que Trump dimita y/o,
para que el vicepresidente Pence apoye la destitución y el Congreso la avale.
Muchos republicanos han trazado una raya en el piso y han dicho que no la
cruzarán y no brindan su respaldo al Presidente por estos actos, incluido el Vicepresidente.
Mientras tanto, China, Rusia, Europa y el resto del mundo
se desternillan y miran como aquellos promotores de invasiones y exportadores
de Golpes de Estado, sufren este embate.
* * *
Dice el refranero popular: “La cuña, para que
apriete, ha de ser del mismo palo.” De ordinario, ninguno
es peor para enemigo que el que ha sido amigo, o del mismo oficio o familia, etc.
¡Saque el lector sus propias conclusiones!
José Roberto Campos h.
DOM 10 ENE 21
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