S. J. LUIS EDUARDO PELLECER FAENA (alias MARCOS)
LUIS EDUARDO PELLECER FAENA
¿De dónde surge la idea de este escrito? Un
excelente excompañero de colegio de servidor, ha mostrado a varios exalumnos de
la promoción 78 del Colegio Externado San José de San Salvador,- colegio
jesuita, por cierto-, unas fotografías del libro del Calendario de Actividades
que se entregaba a los alumnos al inicio del año escolar. Esto lo ha hecho por
medio de la red social del whatsapp del grupo.
En el folleto en comento, del año 73, en una
página se lee, entre los nombres de los profesores del colegio, el del Padre
Luis Eduardo Pellecer. Al momento, acudió a la mente de quien estas líneas
escribe, el recuerdo de este sacerdote, quien ocho años después protagonizaría
una situación histórica inédita, en la vecina Guatemala.
Palabras textuales del Secretario de la
Presidencia de la República de Guatemala, el día 30 de Septiembre de 1981:
“Queremos agradecer de manera singular el
hecho que se hayan tomado ustedes la molestia de venir, bajo la lluvia, a esta
conferencia de prensa a la que fueron invitados por medio de la Secretaría de
Relaciones Públicas de la Presidencia a mi cargo y por encargo,- valga la
redundancia-, del señor Presidente de la República, general Romeo Lucas.
El
propósito es para anunciarles un hecho muy trascendente en la vida política y
en la vida social de nuestro país, cual es presentar ante ustedes a un
sacerdote jesuita guatemalteco a quien se dió por desaparecido o secuestrado,
pero que, por decisión propia, buscó y confió en las fuerzas de seguridad del
país para protegerse y para hacer importantes revelaciones en torno al
compromiso que había contraído con miembros del Ejército Guerrillero de los
Pobres (EGP), en donde actuó con distintas funciones durante algún tiempo y cuyos
detalles ustedes van a conocer en su propia palabra.
El
gobierno de la República desea hacer notar de manera muy especial que, al
presentar al padre jesuita Luis Eduardo Pellecer Faena, no busca ninguna acción
o motivo de fricción con la Iglesia Católica, como institución, sino que, por
el contrario, que las palabras, las revelaciones, al arrepentimiento, la
conversión y el perdón del sacerdote jesuita sirvan de base o de llama
espiritual que pueda iluminar a todos los guatemaltecos y al mundo en general
respecto a los peligros latentes que tiene nuestro pueblo, principalmente
nuestra juventud, cuando los verdaderos propósitos, ¡ah! en este momento con el
sacerdote respecto a la serenidad que mantiene, a la felicidad que éste
experimentó de poder transmitir a Guatemala y al mundo su conversión y su
arrepentimiento por los motivos que ustedes van a conocer, o sea que el Padre
quien llegó voluntariamente a las fuerzas de seguridad para alcanzar ese
propósito ha recibido el mejor de los tratos como persona humana y queremos
anticipar oficialmente que, de acuerdo con sus deseos personales, podrá
quedarse en el país ejerciendo el sacerdocio o bien dirigirse al país que él
desee elegir Si fuese lo segundo, la prensa de Guatemala y los corresponsales
extranjeros y los guatemaltecos en general si así lo desearan están invitados
desde ya para acompañarle el día de su partida si es que así lo desean.
Voy a tener entonces el gusto de presentar a ustedes al sacerdote jesuita Luis Eduardo Pellecer Faena, porque considero que la palabra que va a dirigirles, las experiencias, su compromiso con el EGP, su conversión, su arrepentimiento y su perdón final serán la mejor experiencia que ustedes puedan vivir esta tarde.”
En su
conferencia, Pellecer Faena dijo: “Este reino que predicamos los sacerdotes de
la nueva ola, es un reino equivalente al socialismo. Obviamente, para llegar a
ese reino necesitamos el poder. Se llega al poder a través del odio contra el
rico. Esta es la primera arma que yo aprendí...”
Este sacerdote se confesó públicamente como un guerrillero arrepentido ante los periodistas de “El Gráfico” y “Prensa Libre” de Guatemala, en la televisión. Supuestamente la confesión pretendía ayudar a comprender el pasado de Guatemala, El Salvador y Nicaragua.
Agregó también: “Estoy muy arrepentido de haber contribuido y participado en acciones subversivas que han sembrado la violencia en el país.”
Desde el momento de las declaraciones del cura Pellecer, los sacerdotes del magisterio paralelo empezaron a extender el rumor que el cura había sido forzado, había enloquecido, etc.
Pellecer
también comentó que, mientras fué miembro del EGP, utilizó el seudónimo de
“Marcos”. Dijo haber sido miembro activo de dicho grupo guerrillero y que
decidió entregarse a las fuerzas de seguridad del gobierno guatemalteco “al
comprender que había tomado un camino equivocado”. También confesó haber
participado activamente en acciones violentas y de guerrilla en Nicaragua y El
Salvador, siempre apoyándose en organizaciones de campesinos.
Pellecer Faena estudió el bachillerato en ciencias y letras en el Liceo Guatemala, luego estudió ingeniería civil y filosofía en México, habiendo obtenido la licencia en ambas carreras. Señaló que, gracias a sus estudios, había aprendido a manejar tres armas que son las más poderosas y explosivas:
a)
La Teología de la Liberación: La presentación
de un pueblo pobre con un nuevo Jesús, rebelde, revolucionario y opositor al
régimen capitalista. Un Dios parcial, de los pobres, que asegura la salvación
solo a los desposeídos dejando a un lado a los ricos. Este enfoque era
ampliamente apoyado por los jesuitas, según Pellecer.
b)
El Instrumental marxista-leninista que los
nuevos jesuitas conocen a la perfección: Dijo Pellecer que, para penetrar la
sociedad le fué necesario cuatro años de estudio en México y El Salvador, lo
cual le permitió convertirse en un experto en el manejo de esta doctrina.
c)
La opción que un par de años antes se había
tomado en la XXXII Congregación General de la Compañía de Jesús, en Roma, a
inicios de 1975, bajo la presidencia del Padre Pedro Arrupe, Superior General.
En dicha reunión se acordó que los jesuitas debían trabajar en favor de los
sectores más pobres, radicalizando el mensaje del Jesús pobre.
Después,
en una segunda rueda de prensa, el Padre Pellecer Faena añadió nuevos datos
sobre la guerrilla y la subversión en América Latina: “Las actividades
religiosas son la base inicial para los movimientos subversivos, porque la
palabra de los sacerdotes y de las monjas tiene mayor credibilidad entre los
campesinos y los obreros.”
El fin
era, según dijo, distorsionar para sembrar la semilla de la rebelión, mediante
la presentación de un Jesús sangriento en una iglesia polarizada.
Después
de estas declaraciones, los sacerdotes del magisterio paralelo de Guatemala y
México alegaron que Pellecer Faena decía todas estas afirmaciones,- mentiras,
según ellos-, porque
estaba drogado o bajo intimidación.
Pellecer
Faena volvió a aparecer en público e intentó demostrar ante los periodistas que
su conversión era libre y auténtica. Avaló sus relatos con documentos y gracias
a sus indicaciones pudieron hacerse muchas detenciones que ayudaron a calmar la
tensa situación de Guatemala.
Tras todo
esto, Pellecer Faena fué amenazado a muerte por sus antiguos compañeros de
guerrilla que lo llamaron el “Judas del Cristo de los pobres” y el “Judas de
los pobres”. Por su parte, Pellecer alegó parecerse más a Pedro, pues sentía
haber traicionado a Jesús, pero había sabido arrepentirse, y luego volviendo a
la Iglesia.
Al parecer,
el Padre Pellecer Faena, se radicó finalmente en México. ¡Esto no se puede
afirmar sin temor a caer en un yerro!
* * *
NAPOLEON ROMERO GARCIA ORESTES
COMANDANTE MIGUEL CASTELLANOS |
Éste, sería conocido luego como “Comandante Miguel
Castellanos”, miembro de la Fuerzas Populares de Liberación,- FPL-, acaso el
sector más radical del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional,-
FMLN-, en el Estado de El Salvador.
La captura,-
¿?-, de Miguel Castellanos se dió en el mes de Abril de 1985, y para el
gobierno del demócratacristiano Ingeniero José Napoleón Duarte Fuentes, fué
el “premio mayor”. La verdad es que, un comandante de las FPL, tenía mucho qué
hablar y entregar. Hoy se dice que, en realidad, Miguel Castellanos se entregó
y, con él a muchos compañeros de las diferentes estructuras del partido, casas
de seguridad, dinero, armamento, documentos importantes, etc. Esta entrega, o
captura, se dió dentro de un plan de reinserción de guerrilleros a la vida
civil en el Estado de El Salvador.
Al principio,
dentro de las filas guerrilleras había mucha incredulidad y se pensaba que todo
era un “show propagandístico”. Luego, con el paso de los días, al asimilarse el
hecho que Miguel Castellanos estaba en poder del enemigo, muchos confiaban que su
compañero de armas mantendría su contextura revolucionaria, cosa que no
sucedió.
A los pocos
días, gracias a la colaboración de Miguel Castellanos, se dió la captura de
varios guerrilleros, siendo una vasta red a cargo de éste desmantelada. Los
capturados, algunos fueron procesados y cumplieron largas penas, otros, con
menor suerte, fueron desaparecidos.
Curiosamente, Miguel Castellanos esgrimía que,
la única salida al conflicto salvadoreño era una solución política negociada
entre el gobierno y la guerrilla; siendo ya una solución militar inviable. Para
él, el proceso de pacificación era ya ireversible, pero su continuidad o no
dependía de las fuerzas sociales.
Napoleón Romero siempre mantuvo su nombre de
guerra, Comandante Miguel Castellanos, en sus tarjetas de visita. Había sido
reclutado por las FPL cuando estudiaba tercer curso de Psicología y, al final
de su vida, criticaba abiertamente la actitud de sus otrora compañeros de
armas: “El FMLN sólo utiliza el diálogo como un instrumento para imponer su
propio proceso político en la mesa de negociaciones, pero, como se encuentra en
una fase de retroceso, tanto militar como política, su debilidad le impide
conseguir ese objetivo. Por eso da la imagen de querer dialogar, pero luego, en
la realidad, se ve que no es así. Está incapacitado para dar una solución
negociada al conflicto.”
En esa situación, consideraba que el camino a
seguir era plantear a la base de la guerrilla, “que es más permeable”, la
necesidad del diálogo, de encontrar un proyecto político, “que amplíe la
democracia, pero que ni sea el del gobierno ni el de la guerrilla”.
La decisión de Miguel Castellanos de abandonar
la guerrilla estuvo enmarcada por el asesinato de la guerrillera salvadoreña
Mélida Anaya Montes,- Comandante Ana María-, en Managua, supuestamente por orden
de su correligionario y compatriota Salvador Cayetano Carpio,- Comandante
Marcial-, ambos también miembros de las FPL. Aunque, el Frente Sandinista de
Liberación Nacional,- FSLN-, de Nicaragua y Cayetano Carpio se apresuraron en
aseverar que todo había sido un plan cargado de mucha sevicia de parte de los
estadounidenses. Carpio se suicidó,
supuestamente, seis días después de la muerte de Mélida.
“Fuí a la capital nicaragüense como miembro
de la comisión investigadora del hecho. Esas muertes me produjeron una enorme
frustración y me hicieron reflexionar”, diría Castellanos a la postre.
Con el tiempo quedó en claro que, la muerte
de la Comandante Ana María había sido producto de una purga interna en las FPL.
El 15 de Marzo de 1984, se realizó el juicio contra Rogelio Bazzaglia,-
Comandante Marcelo-, autor material del hecho.
Miguel Castellanos reconocía que el gobierno
no tenía las manos libres para desarrollar su proyecto político de conseguir
mayores espacios democráticos, en un país en el que las fuerzas armadas y la
oligarquía conservaban una gran cuota y parcela de poder. “Sin embargo”, añadía
Castellanos, “las reformas sociales, como la agraria, y el proyecto del diálogo
de paz no podrían haberse realizado si no contasen con cierto apoyo del
Ejército, institución que ha cambiado algo”.
Miguel
Castellanos fué asesinado poco antes de la ofensiva de 1989, por un comando
urbano. Él pertenecía entonces a un organismo del gobierno, llamado Centro de
Estudios de la Realidad Nacional,- CEREN-. Desde ese puesto, despotricaba
contra lo que fué su partido y contra el FMLN. ¡Nunca huyó de El Salvador!
Proféticamente,
en esos años alguien dijo: “Si se muere en una revolución, se muere como un
héroe, pero si se muere en tiempos de paz y el poder te corrompe, se muere como
un villano.”
* * *
Ya en otras ocasiones servidor ha hecho
referencia a María Josefa Crescencia Ortiz Téllez-Girón, más conocida como
Josefa Ortiz de Domínguez o “La Corregidora”,- Valladolid, hoy Morelia,
Michoacán, 08 Septiembre 1768 – Ciudad de México, 02 Marzo 1829-, quien fué una
insurgente de la independencia de México.
Sucintamente: Era esposa del
Corregidor de Querétaro y brindaba vital información a los independentistas. Se
le considera pieza clave en la lucha que encabezó el cura Miguel Hidalgo
Costilla en Dolores Hidalgo. Así, era ante los ojos de los realistas, una
traidora. Afortunadamente para ella, la causa triunfó y es ahora una heroína nacional,
Benemérita de la Patria y fundadora de México. Su nombre se encuentra inscrito
con letras de oro en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro y
también en el Monumento de la Independencia junto a otras heroínas insurgentes.
Su imagen ha aparecido en billetes y monedas a lo largo del tiempo.
La historia y figura de la
Corregidora de Querétaro es muy diferente de
la de los guerrilleros arrepentidos y la de algunos militares que se pasaron al
bando guerrillero durante la Guerra Civil que se ha venido librando en el
Estado de El Salvador desde 1975.
Pero,... ¿por
qué?
¡Siempre se ha dicho que la historia
la escriben los vencedores!
¡Saque el
lector sus propias conclusiones!
José Roberto
Campos hijo
DOM 11 FEB 18
No soy muy amante de la politica, pero creo que es bueno recordar las viejas heridas causadas por personas mentirosas o inestable, que abusan de su don de liderazgo para cometer genocidios en base a cualquier doctrina social o religiosa que se les ocurra. Gracias.
ResponderBorrarPreocupante el nuevo arzobispo de Guatemala de la " Oh Jesus, que compañia", parece que de pastoral " indigenista" y colaborador de Soros abortista
ResponderBorrarLa fotografía de Luis Pellecer, que encabeza el artículo sobre el padre Pellecer Faena, pertenece a un periodista guatemalteco homónimo del padre. Esa no es una fotografía del padre Luis Eduardo Pellecer Faena
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