GENERAL MAXIMILIANO HERNANDEZ MARTINEZ
El
día de mañana se cumplen veinticinco años de la firma de los Acuerdos de Paz.
Éstos pusieron fín a la primera etapa de la Guerra Civil; al enfrentamiento
militar entre los insurgentes y el ejército. Mismo conflicto que desde el año
de 1975 a la fecha viene viviendo el Estado de El Salvador.
Hoy
día, la misma Guerra Civil se ha extendido y ampliado derivando en una guerra
social en la cual es la policía y el ejército quienes se enfrentan a las maras,-
pandillas-. El número de caídos cada día es muy parecido al del período
comprendido entre 1980-1992: ¡Unos 15 muertos por día!
¡La
inmensa mayoría de la población residente en el Estado de El Salvador, menores
de 43 años, no conocen lo que es vivir en paz y los mayores también añoran la
tranquilidad!
¡Entre
las voces de desesperación por acabar con el problema de las maras, se escuchan
muchas que claman por un hombre de mano dura que imponga el orden!
A
inicios de los años 30 del siglo recién pasado, cuando el mundo vivía los
efectos de la Gran Depresión originada en Estados Unidos de América,- EE. UU.-,
América Latina vió el nacimiento y establecimiento de las dictaduras militares
para garantizar una lucha contra el comunismo en el continente americano.
Centro
América fué testigo de cómo el gran capital cedió las riendas del gobierno a
los militares, a fín que éstos se encargaran de cuidar los intereses de aquéllos
en cada una de las parcelas de esta subregión americana.
¿En
Guatemala? El General Jorge Ubico Castañeda,- 10 NOV 1878 – 14 JUN 1946-,
vigésimoprimer presidente, fué el encargado de instaurar la dictadura militar
en 1931, siendo depuesto el 01 de Julio de 1944 ante las protestas de la
población. Éste estuvo incondicionalmente también a las órdenes de la United
Fruit Company.
GENERAL JORGE UBICO CASTAÑEDA |
¿Honduras?
El General Tiburcio Carías Andino,- 15 MAR 1876 – 23 DIC 1969-, trigésimo
octavo presidente, accedió al poder constitucionalmente en 1932, pero a partir
de 1936 se mantuvo como dictador hasta 1949, cuando se vió obligado a dejar el
poder por la falta de apoyo y protestas populares.
GENERAL TIBURCIO CARIAS ANDINO |
Nicaragua
veía cómo, el Jefe de la Guardia Nacional, Anastasio Somoza García, urdió un
plan para asesinar a Augusto César Calderón Sandino y consolidar su poder en
1934. En 1936 derrocó al Presidente Sacasa y se hizo con el poder en unas
elecciones amañadas celebradas en 1937. De esta forma, dió inicio un largo
período en el cual la familia Somoza,- junto con unos títeres civiles-, se
convirtió en una dinastía familiar y militar que gobernó sin escrúpulo alguno
hasta 1979, cuando Anastasio Somoza Debayle,- “Tachito”-, fué depuesto por la
Revolución Sandinista.
ANASTASIO SOMOZA GARCIA CON JUAN DOMINGO PERON |
Se
dice que una vez se le preguntó a Somoza García sobre sus muchas propiedades y
fincas en Nicaragua, respondiendo él en una forma tajante y contundente: “¡Qué
yo sepa sólo tengo una finca y se llama Nicaragua!”
También
se volvió famosa la frase de Franklin Delano Roosevelt, presidente de EE. UU.
al referirse a Somoza García: “¡Será un hijo de perra, pero es nuestro hijo de
perra!”
Y,
¿en el Estado de El Salvador? El dictador fué el muy recordado,- para bien o
para mal-, Maximiliano Hernández Martínez,- San Matías, El Salvador, 21 OCT
1882 – Hacienda Jamastrán, Danlí, Honduras, 15 MAY 1966-.
Martínez,-
así era conocido-, fué un militar que se convirtió en dictador en el período
comprendido entre 1931 y 1944, habiendo accedido al cargo de presidente luego
de un golpe de estado no liderado por él.
INGENIERO ARTURO ARAUJO |
En
1931, el partido PRO PATRIA lo
postuló a la vicepresidencia, al lado del candidato presidencial Ingeniero
Arturo Araujo, un acaudalado progresista educado en Inglaterra.
Nueve
meses luego de haber ascendido al poder en unas elecciones cuya innovación es
que fueron realmente limpias y libres, se dió un golpe de estado, tras el cual
Martínez se proclamó presidente.
Al
año siguiente, Martínez fué ratificado como presidente por la Asamblea Nacional,-
AN-. A la postre, aquél prolongó su gobierno durante trece años por medio de
elecciones en las cuales era el único candidato y también por medio de decretos
legislativos.
“Martinato”
es la forma coloquial como es llamado el período de Martínez en el gobierno.
Recién
comenzó su régimen, se destaca la famosa “Matanza”,- 1932-, en la que fueron
asesinados cerca de 30 mil indígenas que intentaron instaurar un gobierno de
corte izquierdista y comunista.
En
forma sucinta:...
En
Enero de 1932, Alfonso Luna, Mario Zapata y Agustín Farabundo Martí,- líderes
de grupos estudiantiles y políticos de izquierda-, fueron fusilados por tener
en su poder panfletos de apoyo al Partido Comunista Salvadoreño,- “PCS”, acaso
sea esta la razón por la cual la policía salvadoreña surgida en 1992, no se
llamó “Policía Civil Salvadoreña” si no “Policía Nacional Civil”, para no tener
las mismas siglas-. La situación política se volvió tirante para el presidente
Martínez y, días después, estalló un levantamiento campesino.
INDIGENAS FUSILADOS EN FOSA COMUN |
El
levantamiento campesino de 1932 fué una insurrección que acabó en la muerte de un
poco más de 30 mil indígenas,- la población del territorio era entonces de 1.4
millones de personas, de los cuales solo el 8% concentraba la totalidad de la
riqueza-. Las causas fueron diversas, pero la más relevante fué el descontento
de los campesinos ante las políticas del gobierno. En poco tiempo, por
indicaciones expresas de Martínez, el ejército sofocó la revuelta y se instauró
el estado de sitio. Es famosa la frase de Martínez al momento de ordenar la
represión: “¡No prisioneros!”
El
líder indígena Feliciano Ama fué linchado y ahorcado por las fuerzas militares.
Tras la matanza, los cadáveres enterrados a poca profundidad sirvieron como
foco de contaminación, lo cual propagó enfermedades. Además, los cerdos y otros
animales desenterraron los cuerpos y se alimentaron de los mismos.
Durante
la insurrección, Martínez se negó a recibir la ayuda militar extranjera ofrecida
por EE. UU. y Gran Bretaña, poniendo a disposición sus tropas en los buques de
guerra que fondeaban frente a las costas salvadoreñas.
El
ofrecimiento de la ayuda fué declinado, indicando el General de División José
Tomás Calderón quien,- en nombre de Martínez-, en telegrama dirigido al Almirante
Smith y al Comandante Brandeur, de los barcos de guerra Rochester, Skeena y
Vancouver, que la situación estaba totalmente bajo control y que, las vidas y
propiedades de los extranjeros residentes en este territorio estaban
garantizadas.
Curiosamente,
el General José Tomás Calderón fué abuelo del Doctor Armando Calderón Sol,
quien fungiera como presidente en el período de 1994 a 1999, por el instituto
político de derechas ALIANZA REPUBLICANA
NACIONALISTA.
Tras
la matanza, Martínez se ocupó de llevar a todo el país diversas obras
teatrales, como “Pero también los indios tienen corazón” y “Pájaros sin nido”,
cuyo contenido pretendía matizar los hechos para aplacar los rumores y los
reclamos de algunos sectores. Mandó destruir todos los periódicos, artículos o
panfletos que le fueran contrarios con respecto al tema. El objetivo de la
campaña mediática de Martínez, fué convencer a la opinión pública que los
indígenas fueron engañados por los comunistas y que la insurrección había sido
financiada por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, lo cual condujo a una “necesaria” matanza.
Tras
los acontecimientos, Alfredo Schlesinger, simpatizante de Martínez, escribió un
libro titulado: “La verdad sobre el comunismo.” En esta obra, contaba la
historia según la versión oficial. Más tarde, el mismo Schlesinger escribió
otro libro titulado: “Revolución Comunista.” Éste, publicado en 1946, en el que
reafirmaba lo que decía en el primero. Algunas partes de los libros han sido
fuertemente criticadas por encubrir los hechos, aunque también hay críticas por
exagerar los acontecimientos.
En
general, las acusaciones apuntan a que las cifras de fallecidos eran mucho menores
y se describen actos vandálicos de parte de los alzados que en realidad no
sucedieron. En cuanto a los medios de comunicación, el presidente limitó las
emisiones radiales, prensa escrita, e incluso el cine, dando un giro a la
historia mediante el manejo de la opinión pública.
Hoy
día, se habla de unas 20 a 30 personas ricas y/o terrateniente que fueron linchadas
o asesinadas por los alzados. Comparándolo con los 30 mil masacrados indígenas,
el ratio sería de unos 1,500 a 1,000 indígenas asesinados por cada persona pudiente
masacrada. ¡Los números son fríos!
Tras
la matanza, el gobierno concedió una amnistía para todos aquellos que hubieran participado
en el etnocidio y genocidio. De esta manera, el gran capital se perdonaba a si
mismo por vez primera, mediante una ley, en la historia del Estado Savadoreño.
Luego
de la matanza, misma que se focalizó en el occidente del territorio, los indígenas,-
de la noche a la mañana-, dejaron de usar su vestimenta, cambiaron sus nombres
y apellidos por unos de origen español y, también cesaron de hablar su lengua.
¡Ser indígena era sinónimo de ser comunista!
Es
también importante destacar que, en el occidente del territorio, quedó muy
enquistado y arraigado el sentimiento de temor y terror entre la población, asociando todo lo sucedido a causa del comunismo,
razón por la cual, hasta hoy en día, la preferencia electoral en esta zona
geográfica es bastante hacia las derechas, mientras que en el oriente sucede lo
contrario. Esto explicaría también el por qué durante la Guerra Civil, en el
oriente la guerrilla tuvo mucho éxito.
Martínez
era muy conocido por sus creencias teosóficas; por haber hecho que el Estado de
El Salvador fuera el primero, luego de EE. UU., en declarar la guerra a Japón
en el continente americano,- 1939-; y, por haber declarado casi de inmediato,
la guerra a Alemania e Italia.
Es
también famoso el reconocimiento del títere Imperio Manchukuo,- instaurado por
Japón en China-, por un error de acuse de recibo de la misiva en la que el
gobierno de dicha nueva nación comunicaba su establecimiento y solicitaba el
reconocimiento al gobierno de Martínez. El error radicó precisamente en el
hecho que, la respuesta que se envió fué un “acuse de recibo” de la nota
relativa al establecimiento de un nuevo Estado. Y es que, en el Derecho Internacional
y en la diplomacia, un acuse de recibo de tal tipo de escrito implica el reconocimiento
del Estado notificante. ¡Un pequeño error a fín de cuentas!
Son
considerados logros de Martínez: La disminución significativa de la delincuencia
mediante el uso de la fuerza; el saneamiento de las finanzas públicas; la
creación de un banco estatal emisor de moneda; la creación de un banco estatal
que adquirió las hipotecas para librar a los deudores de ser ejecutados
judicialmente por los acreedores; la venta de viviendas a bajo costo para
campesinos; la cancelación de la deuda externa; y, la construcción de la
Carretera Panamericana así como otras obras civiles de gran importancia para la
época,- Estadio Nacional de la Flor Blanca, Castillo de la Policía Nacional y
otros-.
ESTADIO NACIONAL DE LA FLOR BLANCA EN CONSTRUCCION |
Sus
padres fueron Raymundo Hernández y Petronila Martínez. Contrajo nupcias con
Concepción Monteagudo, con quien tuvo ocho hijos: Alberto, Carmen, Esperanza,
Marina, Eduardo, Rosa, Gloria y Maximiliano. Su relación familiar siempre
estuvo supeditada a sus creencias teosóficas y a su cargo; ejemplo de ello fué
la muerte de su hijo Maximiliano. El niño enfermó de apendicitis y Martínez se
negó a que fuese tratado por médicos, puesto que él mismo lo trataría con
“aguas azules”,- agua dejada mucho tiempo bajo el sol dentro de botellas color
azul-. El resultado fué fatal pues, el niño falleció y la respuesta del militar
fué que sólo quedaba la resignación porque los “médicos invisibles” no habían
querido salvar al infante.
A
sus costumbres teosóficas se agregaba su vegetarianismo, la obsesión por las
ciencias ocultas y su afición por el estudio de la reencarnación. Martínez era
abstemio, hábito que inculcó estrictamente a sus hijos.
Sus
estudios los realizó en el Instituto Nacional de El Salvador. Luego, tras finalizar
la educación media, ingresó en la Escuela Politécnica de Guatemala, donde
obtuvo el grado de Subteniente. Regresó a El Salvador durante la presidencia
del General Tomás Regalado. A su vuelta, estudió en la Facultad de
Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador,
abandonando la carrera en el segundo año de estudios.
Fué
ascendido a Teniente Efectivo el 17 de Noviembre de 1903; a Capitán, el 23 de
Agosto de 1906; a Capitán Mayor, el mismo año,- durante la guerra con Guatemala
peleando bajo las órdenes del General Tomás Regalado-; a Teniente Coronel, el
06 de Mayo de 1909; a Coronel, el 15 de Junio de 1914, y a General de Brigada,
el 27 de Junio de 1919. En 1921 fué nombrado Ministro de Guerra y Marina.
Como
ya antes se mencionó, en 1931 el partido PRO
PATRIA lo presentó como candidato a la vicepresidencia. Tras ganar las elecciones,
ocupó el cargo de Vicepresidente, a la vez que el de Ministro de Guerra, a los
servicios del Presidente Arturo Araujo. El 02 de Diciembre del año de su
elección participó en un golpe de estado, siendo nombrado Presidente luego del
designio del Directorio Cívico instaurado provisionalmente, siendo ratificada
su presidencia por la AN el mismo año.
El
golpe de estado fué acompañado por una minoría civil y por un buen número de
militares con rangos bajos y medios, grupo conocido como “Juventud Militar”.
Los militares fueron incitados principalmente por incumplimiento salarial del
ejecutivo y por las condiciones poco favorables para el ejercicio de su labor.
Tras un día de deliberación, Martínez fué nombrado Presidente Interino.
En
1935, año en el cual debía celebrarse elecciones regulares, Martínez renunció a
la presidencia, dejando el cargo por seis meses en manos del General Andrés
Ignacio Menéndez, fungiendo durante ese tiempo únicamente como Ministro de
Guerra. Se inscribió como candidato único a la presidencia, por lo cual
obviamente prolongó su gobierno por un período más. En 1939 fué ratificado por
la AN en el cargo. En 1944, fué la misma AN la que prorrogó la presidencia de
Martínez.
Las
políticas de gobierno de Martínez tuvieron diversos efectos sobre la vida cultural,
política y económica. Participaba casi en todas las decisiones que tenían que
tomarse, dirigiendo casi personalmente cada una de las actividades de su
gobierno. Alejó a los militares,- con excepción de si mismo-, de la administración
pública, y fué por ello su gabinete minoritariamente castrense. Los sueldos
para los funcionarios de gobierno y para los militares fueron sumamente bajos,
en comparación con épocas anteriores, lo cual ahuyentó significativamente a los
militares interesados en participar del gobierno. Sin embargo, siempre prefirió
estar cercano a la protección militar, por lo cual trasladó el despacho presidencial
y su residencia familiar a la entonces Escuela Normal de Varones,- en
construcción-, junto al Cuartel El Zapote. ¡Esta escuela fué rebautizada como
“Casa Presidencial” y es en la actualidad un museo!
El
23 de Febrero de 1932, el Estado de El Salvador cayó en mora por primera y
única vez en su historia, especificando a los acreedores de la deuda externa
que no se pagarían los empréstitos si no se ablandaban los intereses y se
alargaba el plazo. La deuda neta,- sin intereses-, quedó cancelada en su
totalidad en 1938, aunque los intereses se acabaron pagando hasta 1960. Una vez
pagada la deuda, Martínez propuso,- había una placa conmemorativa en la AN-, la
política de no adquisición de empréstitos internacionales en el futuro. Pese a
dicha iniciativa, igualmente adquirió préstamos para la construcción de la Carretera
Panamericana.
Por
otro lado, el 12 de Marzo de 1932 decretó la Ley Moratoria, mediante la cual
redujo los intereses de los deudores que estaban a punto de caer en bancarrota.
Además, para estabilizar el valor del Colón,- moneda local-, creó el Banco
Central de Reserva de El Salvador, en 1934, indemnizando a los bancos privados
para que dejasen de emitir dinero. También creó el Banco Hipotecario, mismo que
adquirió las hipotecas de morosos, para que los acreedores no los ejecutaran
judicialmente.
En
cuanto a políticas dirigidas a la población, siempre predominaron sus costumbres
teosóficas. Por ejemplo, cuando se desató una epidemia de escarlatina, ésta fué
tratada por el presidente forrando con papel azul las lámparas de las plazas,
esperando que los médicos invisibles salvasen a los que estaban destinados a vivir.
También
estableció que, todo aquél que exigiese educación debía ser considerado
comunista, negando el acceso a la educación a los obreros y asalariados porque,
según sus palabras, pronto dejaría de haber personas dispuestas a trabajar en
tareas de limpieza.
En
Julio de 1932 se creó el
Fondo de Mejoramiento Social, y en Octubre, la Junta Nacional de Mejoramiento
Social, cuya actividad principal era la adquisición de viviendas y facilitar
créditos blandos a los campesinos para comprarlas; sin embargo, dicha actividad
no trajo los resultados esperados por la población, ya que los beneficiados
fueron muchos menos que lo que se había proyectado. Pese a que se le calificó
como una reforma agraria, ésta no lo fué, puesto que las tierras no fueron
expropiadas, sino compradas a precio de mercado y vendidas a uno inferior,
utilizando fondos nacionales que jamás serían reintegrados y que pasarían a
manos de los terratenientes de la época. También se construyeron viviendas para
ser vendidas en las mismas condiciones, aunque esto se dió en menor escala.
Martínez
modificó la Ley de Policía, prohibiendo a los civiles portar armas de fuego, cuchillos,
machetes u hondillas,- resorteras o pequeñas hondas-, elevando a calidad de
delito la evasión de dicha ordenanza. Por otro lado, estableció que serían
perseguidos y castigados como vagos los que no tuviesen oficios lícitos o modo
de vivir honesto. La pena por hurto era la amputación de una mano y, ante la
reincidencia, la condena era el paredón de fusilamiento.
Estableció
una fuerte alianza con la Iglesia Católica, obteniendo el beneficio de Monseñor
Belloso y Monseñor Chávez y González, quienes siempre estaban presentes en las
ejecuciones públicas y quienes, tras el levantamiento de 1932, ofrecieron misas
en agradecimiento por la victoria militar.
En
materia militar, fortaleció la profesionalización de oficiales mediante becas
de estudio militar, especialmente a Italia. Financió la construcción de un
tanque de guerra, armado con seis ametralladores pesadas.
El
15 de Noviembre de 1938, termina el reinado de la constitución liberal de 1886.
En realidad concluyó antes, pero este es el día de la clausura solemne, con la
instalación de una Asamblea Constituyente,- AC-, para redactar una nueva carta
magna. La nueva constitución tenía como principal novedad la inclusión del voto
femenino, aunque bajo algunas condiciones de origen social y nivel de
instrucción.
Nada
detiene el montaje del escenario para una constitución a la medida del interés
presidencial. El abogado Hermogénes Alvarado le expone al General Martínez las repercusiones
previsibles en caso de no respetarse los procedimientos.
Le
dice: “Una de ellas será la de ofrecer motivo para que se suponga que el interesante
problema de emitir una nueva constitución, no se plantea a instancias de un
verdadero anhelo del pueblo, sino como medio o recurso para hacer posible
únicamente la prórroga de poderes otorgados a usted por cuatro años, en virtud
de su triunfo electoral de 1935.”
Contra
todas las advertencias, el 20 de Enero de 1939, la AC decreta la nueva
constitución.
De
todos los artículos uno es el que cuenta: El Art. 91 dice que,
“excepcionalmente y por exigirlo así los intereses nacionales”, el presidente
podía ser electo por los diputados de la constituyente.
Así,
se vuelve famosa la frase con la que se justifica la elección de Martínez de
parte de la AC para otro período: “Sin que por esta única vez, tengan
aplicación las incapacidades a que se refiere el articulo 94.” Este es el
artículo que prohibía la reelección. El nuevo período presidencial terminaría
el 31 de Diciembre de 1944.
El
advenimiento de la Segunda Guerra Mundial significó un aumento en las exportaciones
a EE. UU. y el mejoramiento de la economía salvadoreña. Eso
permitió
a Martínez realizar algunas reformas sociales y una ligera redistribución de la
tierra mediante un programa agrario.
Martínez
se sentía muy atraído por los éxitos de los gobiernos fascistas de Europa, en
especial por Hitler y Mussolini. De hecho, en 1938 nombró director de la Escuela
Militar a Eberhardt Bohnstadt del ejército alemán.
Además,
abrió relaciones diplomáticas con el dictador español Francisco Franco; sin
embargo, ante la gran presión de EE. UU.,- principal comprador del café-, tuvo
que olvidar sus simpatías y aceptó alinearse al lado de los Aliados. Además,
removió del cargo a los funcionarios de ascendencia alemana e italiana.
Asimismo, a los residentes alemanes e italianos en este territorio les expropió
sus tierras y los envió a campos de concentración en EE. UU., con la garantía
que, al terminar la guerra podrían retornar para que se les restituyera lo
expropiado. ¡Dicha palabra fué cumplida!
Ese
cambio en la política exterior, le permitió obtener mayor apoyo de EE. UU. Sin
embargo, la situación cambió ante la negativa de Martínez de recibir 3 mil
soldados estadounidenses para dar protección al Canal de Panamá. EE. UU. colocó
tropas en las naciones cercanas al Canal, excepto en el Estado de El Salvador,
dada la negativa presidencial. El motivo que Martínez adujo para rechazar el
pedido de los estadounidenses fué que, dado que las tropas que arribarían
tendrían un porcentaje de soldados de raza negra, se corría el inminente riesgo
que se reprodujesen acá.
El
gobierno de Martínez ha sido muy criticado por muchos, enfocándose
principalmente en sus prácticas teosóficas y las repercusiones de las mismas en
sus acciones como gobernante. También en la creencia del General en un ente superior,-
el Estado-, que debe tener el poder absoluto sobre los individuos, lo cual lo
llevó a convertir al Estado en un contralor de los residentes, dotándolo de
poder extra y supraconstitucional sobre la vida local, entregándole el control
a las fuerzas armadas.
Tuvo
un estricto control de los medios masivos de comunicación, alineándolos a favor
de su régimen o simplemente cerrándolos ante la resistencia ocasional. Además,
se le critica el exilio de los más importantes pensadores y artistas de la
época que no comulgaban con su gobierno. La dureza de sus medidas y
principalmente su desprecio hacia la calidad del ser humano lo llevaron a
cometer actos que marcarían un precedente de violencia, antesala de lo que
vendría décadas después durante la continuación de la dictadura militar.
El
manejo mediático se extendió hacia el campo político, creando condiciones para
que aún en el extranjero se le considerase un presidente democrático.
En
el campo de las ideas, se apoyó públicamente en las teorías de Alberto
Masferrer y su “Minimun Vital”, aunque en la práctica se oponía a las mismas.
Sin
embargo, la principal crítica que se le hace a su gobierno es el uso excesivo
de la fuerza, valiéndose de métodos represivos nada ortodoxos, caracterizados
por la violencia y el irrespeto a la integridad de la persona.
En
1943, Martínez trató de aumentar las tasas tributarias a las exportaciones para
obtener mayores ingresos para el Estado, y eso rompió las buenas relaciones con
el gran capital.
Dado
que Martínez tenía pretensiones de extender su mandato más allá de 1944, los
militares, inconformes por los fusilamientos de oficiales opositores, se
alzaron contra el gobernante, y lo obligaron a capitular solamente durante tres
días.
La
tarde del 02 de Abril de 1944, mediante el uso de la fuerza aérea y de la infantería,
militares alzados bajo el mando de Alfonso Marroquín y Tito Tomás Calvo,
tomaron el control de los Cuarteles de Infantería, Sexto Regimiento de
Ametralladoras, y Quinto de Infantería de Santa Ana. Todo sucedía mientras
Martínez viajaba del puerto de La Libertad hacia San Salvador en una camioneta
de alquiler.
Un
craso error de esta intentona golpista lo constituyó el hecho que, por la radio
pública se “narraba” las acciones y operaciones que los golpistas estaban
realizando. De esta forma, fué relativamente fácil para Martínez, controlar la
rebelión.
Los
combates se prolongaron hasta el 04 de Abril, cuando las fuerzas leales a
Martínez aniquilaron a los alzados en una emboscada camino a Santa Ana. Marroquín
se rindió y fué arrestado junto a Calvo, a quien le fué negado el asilo
político en la embajada estadounidense. Ambos fueron fusilados sin juicio al
siguiente día.
La
sociedad civil, liderada por el intelectual Joaquín Castro Canizalez,- “Quino
Caso” de seudónimo-, quien había colaborado con Martínez en 1931, se unió a la
huelga. Desde el 26 de Abril, los estudiantes universitarios impusieron una
huelga parcial, seguidos por los estudiantes de educación media, maestros,
empleados, vendedoras de los mercados y profesionales.
Exactamente
un mes después del alzamiento militar, el 02 de Mayo de 1944,
rebeldes
civiles impidieron que los ferrocarriles de la capital operasen, dando inicio
oficial a lo que se conoce como la “Huelga de Brazos Caídos”, en la cual
participaron algunos actores que con el tiempo se convertirían en políticos
relevantes, tal es el caso del dirigente comunista Jorge Schafik Handal Handal,
hijo de inmigrantes árabes y futuro dirigente de la guerrilla salvadoreña.
El
07 de Mayo de 1944, en medio de pequeños desórdenes callejeros, el policía
Arnoldo Reyes Baires, disparó contra un grupo de jóvenes que avanzaba en manera
agresiva hacia los policías, hiriendo de muerte a José Wright Alcaine. Este
muchacho, aunque nacido salvadoreño, tenía nacionalidad estadounidense porque
su padre, Juan Wright, residente, era estadounidense de orígen, casado con la
señora Teresa Alcaine, de orígen local.
¡Esta
fué la gota que rebalsó el vaso para EE. UU.! Hay que recordar que Washington
considera como ofensa extrema, que uno de sus ciudadanos sea muerto en
circunstancias violentas en otra nación en medio de revueltas o disturbios.
Basta recordar el caso del periodista televisivo Bill Steward, de la cadena
ABC, el 20 de Junio de 1979, cuarenta días después de iniciada la ofensiva
final sandinista en contra del gobierno de Nicaragua, al ser asesinado por un
comando de la Guardia Nacional. Este repudiable acto, hizo que la guerra civil en
Nicaragua se convirtiera en noticia de primera plana en todos los medios
noticiosos en el mundo, obligando a EE. UU. a disminuir su apoyo a Somoza
Debayle, sellando así el fín del régimen de éste.
¡De
inmediato, el apoyo de EE. UU. a Martínez fué retirado!
Durante
la huelga no hubo producción alguna, por lo cual la presión nacional e
internacional creció hasta el punto de obligar al presidente a deponer su cargo,
depositándolo en Andrés Ignacio Menéndez. Su renuncia fué anunciada por el
mismo Martínez, mediante un comunicado radial el 09 de Mayo de 1944 a las 21:00
horas; acabó su discurso diciendo:
“No
creo en la historia porque la historia la hacen los hombres y cada hombre tiene
su posición favorable o
desfavorable. Yo no creo más que en una cosa: En mi conciencia, y esa
conciencia me dice que he cumplido con mi deber.”
Tras
su renuncia, Martínez huyó vía terrestre a Guatemala, donde fué recibido por su
hermano Guadalupe. Luego partió a EE. UU., para finalmente trasladarse a
Honduras.
En
los inicios de la Guerra Civil de El Salvador,- la cual dura ya desde 1975 a la
fecha-, a finales de la década de los 70, surgió una brigada de exterminio anticomunista,-
escuadrón de la muerte-, con el nombre “Brigada Maximiliano Hernández
Martínez”.
Durante
su largo exilio, Martínez solamente visitó esta tierra en una ocasión, durante
la presidencia del Coronel Oscar Osorio. Se sabe que Martínez, así como Osorio,
eran miembros de la logia masónica centroamericana, lo cual hacía que se
tuvieran cierto respeto mutuo y amistad.
Martínez
vivía solo, sin ningún miembro de su familia, ya que hacía varios años había
fallecido su esposa y todos sus hijos residían en el Estado de El Salvador. Tenía
a su servicio a Cipriano Morales,- chofer-, y a María Antonia Cruz Cedillos,-
cocinera-.
El
15 de Mayo de 1966, mientras se encontraba almorzando solo, Cipriano, también
salvadoreño, quien tenia varios días de estar bebiendo, llegó a exigirle, en
estado de ebriedad, su salario, mismo que Martínez no le había pagado para que
no continuara embriagándose. Ante la negativa de cancelar lo adeudado, Cipriano
respondió asestándole por la espalda 17 puñaladas. ¡Martínez tenía entonces 88
años!
Después
de cometer el crimen, abandonando el cadáver y robando lo que pudieron,
Cipriano y María Antonia huyeron hacia El Salvador, siendo capturados
posteriormente.
Por
decreto N° 59, la Asamblea Legislativa declaró duelo nacional y se recibieron
sus restos para su sepultura. Su tumba no tiene una lápida. Tampoco hay número;
pero sí una dirección: “Cuadro Araujo, Línea B, Sección Los Ilustres,
Cementerio General de San Salvador.”
Desde
su entierro, el 19 de Mayo de 1966, la tumba ha existido en el anonimato,- por
decisión de su familia-, y con cierto halo de misterio.
Maximiliano
Hernández Martínez: ¡Héroe para unos, genocida, etnocida y criminal para otros!
¡Saque
el lector sus propias conclusiones!
José
Roberto Campos hijo
DOM
15 ENE 17
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