De
antemano, servidor solicita la más amplia y abierta mente al lector de estas
líneas. En modo alguno, no hay ni la más mínima intención,- ni por asomo-, de ofender
a alguien ni herir la susceptibilidad de cualesquiera persona. Sin embargo,
puede más el elán interno propio, al plantear un tema que recurrentemente toca
el alma de este aprendiz de estudiante, al momento de escuchar las notas del
Himno Nacional.
¡Anticipadamente,
se ofrecen las disculpas del caso a los susceptibles, y los agradecimientos
para todos aquellos de mente abierta!
A
modo de glosario, se exponen dos significados que permiten entender el
contenido de la presente exposición:
¿Qué
se entiende por nación?
Una nación es una comunidad
humana con nombre propio, asociada a un territorio, con mitos comunes de
antepasados, que comparte una memoria histórica, uno o más elementos de una
cultura compartida y un cierto grado de solidaridad, al menos entre sus élites.
Y,...
¿por himno nacional?
Éste
es, por lo general, una composición musical
emblemática de una nación, que la identifica y que une entre sí
a quienes la interpretan.
En
general, un himno nacional busca reflejar unión y un sentimiento de solidaridad,
así como la glorificación de la historia y las tradiciones de un país.
Muchas
veces, las composiciones que hacen las veces de himno nacional no han sido
escritas con ese objetivo, sino que han adquirido esa función luego de
conmemorar algún acontecimiento histórico o militar, especialmente durante el
despertar del sentimiento nacional de los siglos XVIII y XIX.
Durante
los siglos XIX y XX, con el surgimiento de más y más países independientes,
muchos de ellos adoptaron himnos nacionales que, en algunos casos, coexistían
con canciones populares de carácter patriótico.
Cualesquiera
persona residente en el Estado de El Salvador, o familizarizada con estas
tierras, que haya sido radioescucha de Radio France Inter,- de la misma casa de
Radio France-, podría pensar que, en las transmisioens de dicha radio, en
algunas ocasiones parecía sonar el Himno Nacional de aquella pequeña “nación”.
Luego de la breve entrada del que parecía ser
el himno salvadoreño, había una transición a una especie de marcha como
la de alguna carga de caballería ligera que hubiera escuchado por ahí,
para casi inmediatemente irse esfumando bajo la fuerza de un fade out y luego
una voz anunciando el título del programa: ¡Le carrefour de l'Odéon !
La obra de la cual era extraída
esa fanfarria melódica, es “Guillaume Tell: Ouverture”,- “Guillermo Tell:
Overtura”, de Rossini-. Sí,... la mismísima melodía que se utiliza en la serie
de aventuras del oeste: “El Llanero Solitario.”
El actual himno salvadoreño
se ha vuelto oficial apenas en 1953, luego de una historia de dimes y diretes,
de quita y pon entre tres himnos, incluido el actual.
Así dicho, en la
Overtura del “Guillermo Tell” de Rossini, suena la entrada del “Himno
Nacional” salvadoreño.
Guillermo
Tell es la última ópera de Rossini, misma que ha sido
estrenada en París el 03 de Agosto de 1829, es decir, casi exactamente 50 años
antes que Giovanni Enrico Aberle Sforza, diligenciara un encargo del presidente
Zaldivar en 1879, y casi 11 años después de la muerte de Rossini el 13 de
Noviembre de 1868.
GIOVANNI ENRICO ABERLE SFORZA |
Al músico
italiano radicado en el Estado de El Salvador, se le encomendó que compusiera
una melodía que sirviera de acompañamiento a la letra escrita por el General
Juan José Cañas.
Sería en extremo
raro que, Rossini hubiera plagiado la composición de Aberle, ciudadano italiano
que había llegado al Estado de El Salvador dirigiendo,- según dicen-, una
compañía de ópera, y quien se quedo a vivir acá.
En verdad, no
podía pasar por la mente de Aberle en aquellos días el hecho que, se
descubriera el plagio aludido pues, en esa época no existía la radio ni la
venta masficada de discos de música clásica en estos lares.
El primer Himno
Nacional de El Salvador fué escrito entre Septiembre y Octubre de 1866 por el
Coronel Rafael Orozco, director de la Banda Militar con letra del Doctor Tomás
Muñoz. Fué dedicado al presidente Francisco Dueñas quien lo encomendó y pagó y
lo declaró oficialmente himno nacional el 8 de Octubre de 1866. Se interpretó
una sola vez el 24 de Enero de 1867, según un documento de Casa Presidencial.
El actual himno,
ha comenzado a ser cantado en los actos públicos el 15 de Septiembre de 1879.
Pero, según dicen siempre los documentos de Casa Presindencial, por un olvido
de Zaldivar, el tal himno se quedó sin ser oficializado “legalmente”.
Once años
después, en 1890, con el ascenso al poder del General Carlos Ezeta, se deja de
cantar y éste encarga otro himno a otro italiano, Cesare Giorgi-Velez, y le
hace ver que quiere un “himno guerrero” y cuyo titulo va a ser: “El Salvador
Libre,” mismo que sería luego adoptado e inscrito como himno oficial el 8 de
Junio de 1891.
Pero,... a la
caída de Carlos Ezeta, parece que la cosa del trajinado himno patrio, se vuelve
algo como que cada quien canta el que más le gusta. Vacatio legis, hasta que
un periódico de la época pide que haya claridad legal respecto al himno
nacional.
Desde 1975 a
la fecha, como servidor lo sostiene en varios de sus anteriores escritos, el
Estado de El Salvador ha vidido una Guerra Civil perenne, la cual arreció de
1979 a 1992, logrando captar la atención del mundo entero.
Así, no es de
extrañar que, de entre los cientos de periodistas que reportaban sobre el
conflicto, acabara más de alguno escribiendo también sobre el particular Himno
Nacional de El Salvador.
Tom Buckley,
por ejemplo, escribió en su libro “Violent Neighbors: El Salvador, Central
America and the United States”,- 1984-, que era, sin duda, el himno más largo
que había oído en su vida. Buckley también anotó el increíble parecido que la
melodía tenía con dos óperas.
Y eso que, en
todo acto, solamente es cantado dos veces el coro, luego la primera estrofa,
seguida luego de otras dos veces el coro. Quedando siempre fuera de la
interpretación, otras dos estrofas que prácticamente nadie conoce.
También
Charles Clements, en su libro “Witness to War”,- 1985-, describió el parecido
que tenía con música de la famosa ópera “El profeta”,- 1849-, del compositor
alemán Meyerbeer,- 1791–1864-.
Hay quienes
aseveran que, en realidad, el Himno de El Salvador, compuesto por el músico
italiano Aberle,- 1846 – 1930-, no es solo un plagio, si no un pastiche: Una
mezcla casi arbitraria de éxitos musicales de diversas óperas. Tanto así, y tan
divertido es esto para los que reconocen las fuentes, que cuando el director de
cine Paul Mazursky creó una sátira sobre la intervención de los Estados Unidos
de América en el Estado de El Salvador, la comedia “Moon over Parador”,- 1988-,
parodió el pastiche operático del himno salvadoreño con un pastiche de éxitos
de musicales de Broadway. ¡Ese es uno de los momentos más deliciosos de esa
película!
Así, se dice
que en este pastiche se dan cita: Un toque del italiano Gioachino Rossini,-
1792 – 1868-, en el coro, otro del francés Léo Delibes,- 1836 – 1891-, y otro
más, la estructura misma de la melodía, proviene, muy bien camuflageada, del
alemán Meyerbeer.
En la “Marcha
de la Coronación” de “El Profeta” de Meyerbeer, es relativamente fácil
reconocer las frases musicales del himno nacional, pero ahí están, porque la
estructura es la misma aunque la melodía difiera como lo hace una variación
sobre un tema, un ejercicio recurrente en la música clásica.
JUAN JOSE CAÑAS EN UN SELLO POSTAL DE 1945 |
Al final de
la primera estrofa, se canta: “Desde el día en que su alta bandera, con su
sangre escribió: ¡LIBERTAD!”
No hay que
olvidar que, la independencia de Centro América fué incruenta. ¡Nunca hubo
batallas para lograr la proclamación de la independencia!
Por otra
parte, todas las batallas y guerras que se dieron en Centro América, fueron
posteriores a la declaración de independencia y fueron precisamente entre las
provincias, alem de un par de luchas vecinales internas. ¡Mucha razón tenía el
extinto salvadoreño General Fidel Sánchez Hernández,- 1969-, al afirmar que, en
Centro América todas las guerras son guerras civiles, pues Centro América es un
solo país!
Por otra
parte, la Provincia del Salvador,- no “Provincia de El Salvador”-, siempre
estuvo en favor de mantener la Federación y a regañadientes, al verse sola y aislada,
fué la última en proclamar en forma obligada su independencia. Así, las luchas
en las que participaron los salvadoreños, siempre fueron para mantener la unión
y no la independencia del Estado.
PANCHO LARA |
Por otra
parte, “El carbonero”, considerado como segundo himno oficial del Estado de El
Salvador, ha sido compuesto por el ya fallecido Francisco Antonio Lara
Hernández,- “Pancho Lara”-.
La canción fué escrita en el año de 1934, la cual versa de forma poética
la visión campesina de dicho trabajo que se realizaba en las montañas y montes
boscosos de San Salvador para la década de los años 30’s, siendo digna ésta de
un análisis hermenéutico desde el ambiente natural que rodeaba el Estado en
esos tiempos, hasta los fenómenos sociales que ocurrían dentro de la misma.
La composición de “El Carbonero” coincide en su plano temporal-histórico
con los inicios de la dictadura del General Maximiliano Hernández Martínez, célebre
por haber cometido el etnocidio de más de 30 mil indígenas en 1932 y cuyo
gobierno, iluminado por la adaptación caricaturesca de la teosofía, continuó
hasta 1944 al ser derrocado con la famosa “Huelga de Brazos Caídos” de ese año.
Dicha canción, en síntesis, habla de un personaje de orígenes humildes
quien baja de las cumbres cargando carbón de madera que venderá en las calles
de pueblos y el mercado. Y mientras desciende viene “enredando horizontes y
cruzando vallados donde gime el torogoz”, mítica ave, adoptada como
nacional apenas desde 1999,- otra vez hasta hace poco-, pero ya muy popular y
conocida por los campesinos de la montañas.
La historia y la letra son sencillas, pero están cargadas de un enorme
simbolismo, lo que lleva a varias interpretaciones en el significado de su
letra.
Impresiona la capacidad lírica y el poder de concreción de esta canción,
sorprendiendo incluso a algunos críticos musicales, A pesar que varios la consideran
pobre en cuanto a diseño ritmico-melódico y armónico en su musicalización,
manifiestan que tiene una composición letral que sorprendentemente ha
permanecido “identificando” a los sectores humildes, o de estratos sociales
medios lo que le ha permitido mantenerse por generaciones como un “símbolo
musical” en la parte histórica del país; ya que la misma también es
representada por los niños en las escuelas y colegios salvadoreños en tiempos
de fiestas nacionales, vestidos con las ropas tradicionales del Estado de El
Salvador.
Además la composición ha traspasado fronteras teniendo un apego enorme
entre las comunidades de salvadoreños que residen en Estados Unidos de América y
en otros lugares en el extranjero junto a canciones como “Reencuentro” de Alvaro
Torres, entre otras.
“El Carbonero” es por ello un legado que no debe desdeñarse, a pesar de
la espantosa paráfrasis perpetrada por las posteriores corrientes ideológicas
socio-culturales, trayendo un grave proceso de transculturación en la sociedad
civil, todo un irrespeto para la cultura nacional salvadoreña.
EL CARBONERO
(Pancho Lara)
“Soy carbonero que vengo de las cumbres, sí
señor;
con mi carboncito negro, que vierte lumbre de amor.
De las cumbres de El Rosario, de otros
pueblos y el volcán
bajo siempre solitario a venderles mi carbón.
(Coro): Sí, mi señor, es buen carbón, cómprelo usted, de nacascol;
y de chaperno y de copinol; todo señor, es buen carbón.
Cuando vengo por los montes con mi carga de carbón,
vengo enredando horizontes en mi largo trajinar.
Me cruzo por los vallados donde gime el
torogoz,
y cuando llego al mercado, les pregono con mi voz:
(Coro): Sí, mi señor, es buen carbón, cómprelo usted, de nacascol;
y de chaperno y de copinol; todo señor, es buen carbón.”
¡Saque el lector sus propias conclusiones!
José Roberto
Campos hijo
DOM 29 MAY 16
https://youtu.be/qdQXSHwAe2A
ResponderBorrarSólo a manera de ilustración, dejaré este link, para reforzar este artículo muy bien explicado.
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