JOHN KERRY (SECRETARIO DE ESTADO DE EE. UU.)
Por
décadas se escuchó de parte de las izquierdas un esperanzador discurso que
proponía y ofrecía a los pueblos oprimidos, la democracia, la igualdad y la
erradicación de la corrupción. Todo, dado que las dictaduras, la desigualdad y
la corrupción eran males tremendamente institucionalizados en estos
territorios.
Desde
la venida de los de ultramar a estos lares, los siglos de dominación,- primero
de parte de los españoles y luego suplantados por los criollos-, de los
económicamente poderosos en perjuicio de las mayorías tremendamente desposeídas
había sido notoria. La expoliación de la riqueza de los lugareños por parte de
los poderosos es incuestionable: Como muestra, recuérdese la tremenda
usurpación a raíz de la erradicación de los ejidos,- tierras comunales de los
indígenas-.
En
1932, durante un levantamiento comunista en el Estado de El Salvador, se llegó
a instaurar,- brevemente-, el primer “soviet” en el continente americano. Este
movimiento es ahora históricamente conocido como “La Matanza”, luego de la
cruenta represión que le puso fín. Resultado: Cerca de 30 mil campesinos
muertos y casi un centenar de personas adineradas, ejecutadas cruelmente por
aquellos. Todo en una época en la que la población total era de un poco más del
millón ochocientos personas.
A
partir de ese momento, de la noche a la mañana, los indígenas en el Estado de
El Salvador procuran pasar desapercibidos, ocultándose, dejando de hablar su
lengua, abandonando su vestimenta y ladinizando sus nombres y apellidos.
La
Guerra Civil del Estado de El Salvador, que a juicio propio de servidor,- como
en otros escritos se ha pretendido justificar-, inicia en 1975 con el
“ajusticiamiento” del poeta de tendencia marxista Roque Dalton García a manos
de sus propios camaradas, habiendo tenido apenas atisbos de momentos de
relativa calma. Tras más de cuarenta años de guerra latente, perenne, de baja
intensidad, de alta intensidad y muy cruenta por momentos, los caídos continuan
haciendo número.
Pero,...
¿qué ha sido de todos aquellos movimientos izquierdistas que preconizaban en
contra de las dictaduras y prometían democracia y la erradicación de la
imperante corrupción?
Las
derechas en toda la América Latina siempre se han dedicado a una expoliación,
explotación y saqueo de la riqueza de todas y cada una de las naciones que la
conforman. ¡Esta situación se ha enraízado e institucionalido, lo cual ha
permitido y servido como caldo primigenio para que los movimientos de izquierda
surgieran en viveros adecuados para tal fín!
En
casi todas las naciones latinoamericanas en las que los movimientos de
izquierda han debido dejar las armas a regañadientes,- ante la enorme presión
del imperio-, se han visto también
forzadas a encontrar y buscar la forma de cautivar y enamorar a las masas para
ser favorecidos con el voto popular. Sin embargo, para sorpresa de todos, la
corrupción, en vez de ser erradicada, ha ido echando raíces más y más profundas
para fortalecerse.
HUGO CHAVEZ |
En Venezuela,
la cuna del “Socialismo del Siglo XXI”,- SSXXI-, en América, tiende el velo una
crisis económica que para muchos es ya considerada como una verdadera “catástrofe
humanitaria”. ¡Esto no se puede ocultar!
NICOLAS MADURO |
Por supuesto,
el imperio ha sabido arrinconar a Maduro, logrando que los precios del crudo
cayesen a niveles históricos, alem de una sequía que ha acarreado una
agudización de la crisis económica. También es cierto que las derechas se han
encargado, astutamente, de echar leña al fuego, pero no se debe pasar por alto
que, los líderes gobernantes han propiciado todo esto.
DILMA ROUSSEFF |
Ahora, en Brasil
se descubre una corrupción que ya no puede ser ocultada y que salta a la vista,
acarreando una gran convulsión. ¡La Presidente Dilma está en el ojo del huracán,
así como su predecesor Lula da Silva, otrora revolucionarios que ofrecieron una
inmaculada y justa patria!
En Argentina
se ha dado un cambio de rumbo político, aunque por un gobernante cuyo nombre aparece
mencionado en los Panamá Papers. Sin embargo, en honor a la verdad, muchos
izquierdistas latinoamericanos también están en ese famoso listado.
MAURICIO MACRI |
¡Qué los
nombres de muchísimos derechistas latinoamericanos aparezcan en los Panamá
Papers no debe extrañar a persona alguna!
¡Qué los
nombres de izquierdistas también aparezcan en dichos documentos... eso sí que
es vergonzoso! Nombres de izquierdistas que por años han dicho luchar por la
democracia, la igualdad y la erradicación de la corrupción. Bien lo dijo
Abraham Lincoln una vez: “A un hombre honesto no lo pruebes en la adversidad,
pruébalo dándole poder.”
El Perú parece
también decantarse por un cambio, mientras en la vecina Bolivia, Evo Morales ha
tropezado en su proyecto de reelección.
RAFAEL CORREA |
La decisión
de Rafael Correa de no competir por un nuevo mandato ante el avance opositor en
el Ecuador es otro ejemplo del retroceso de las izquierdas. Y en el sureño
Chile, la popularidad de Michelle Bachelet ha venido decayendo.
Respecto al Estado
de El Salvador, el Secretario de Estado John Kerry ha dicho claramente y sin
tapujo alguno que, la corrupción es generalizada y está a la orden del día y
que la misma se da en todos los niveles del gobierno, incluyendo a las derechas
y a las izquierdas.
En este
último territorio, ya no es sorpresa que haya salido a la luz pública que,
tanto las izquierdas como las derechas hayan pactado y negociado en su momento,
con las pandillas o “maras”. Desde hace casi veinte años, los miembros de las
maras que guardan prisión han gozado de privilegios tales como televisores
plasma, teléfonos celulares, internet, banquetes a domicilio, festines y...
hasta fiestas porno. ¡Hoy que se les han retirado estas prebendas, la queja es
que pareciera que están guardando prisión! (Léase la frase con un tremendo tono
sarcástico y socarrón)
Pero,... parece
que ahora se teje un hilo conductor en la escena política latinoamericana: Un
cambio de ciclo que alcanza en particular a los países que estuvieron
conducidos en los últimos quince años por gobiernos denominados progresistas,
de izquierda, integrantes del llamado SSXXI o populistas, según quien los mire
y cómo les quiera llamar.
El clima político
se desparrama sobre el continente y logra convocar a las calles a multitudes
más o menos organizadas que,- en un giro que descoloca a muchos gobiernos
progresistas-, no sólo reclaman conservar los derechos adquiridos, sino que
también exigen transparencia y eficiencia de gestión.
Mientras
muchos insisten en comparar estos cambios con el movimiento de un péndulo,-
yendo ahora de izquierda a derecha-, otros recomiendan reconocer matices: Un
contexto internacional difícil para las economías latinoamericanas está dejando
a los gobiernos con pocos recursos para financiar las políticas sociales que
les dieron apoyo masivo. A esto se suma el cansancio social con respecto a
gobiernos que se extendieron en el tiempo y que, en muchos casos exageraron la
concentración de poder en la figura de un líder, abusaron de los recursos de
sus estados y/o entraron en el juego de la corrupción contradiciendo todo su
discurso de refundación moral.
Algunos ven una
confirmación de que el continente abandona el desvío “populista” y vuelve a la
senda de la racionalidad. Otros izquierdistas claman por una resistencia contra
“el golpismo”,- nuevo nombre que se da a la oposición, aunque no tan lejos de
la realidad-, llegando a las críticas más profundas, las que se hacen con el
sabor amargo de una oportunidad perdida o una traición.
¿Sobrevivirá
a los cuestionamientos la herencia positiva de estos gobiernos izquierdistas,- la
inclusión de millones de personas, el reconocimiento de derechos sociales y la
participación creciente de los ciudadanos-?
¿Podrán ahora
los gobiernos, más pragmáticos que ideológicos, enfrentar la ecuación “menos
recursos – menos popularidad – más demandas sociales”?
Una teoría como
la ya arriba apuntada,- la del péndulo ideológico-, remite a debates que
todavía no se han saldado. ¿Puede decirse que las experiencias de las
izquierdas en América Latina en estos años han sido semejantes? Un “no” es una
debida y tajante respuesta. Hay notables diferencias: Populismo convencional, neopopulismo,
socialdemocracia a la latinoamericana, progresismo, etc.
Parece ser
que, el hilo conductor que une todas las experiencias políticas
latinoamericanas izquierdistas es el fin del llamado “superciclo de las
commodities”, es decir, los años de bonanza en los precios internacionales que
permitieron financiar con generosidad las políticas sociales, la salida de
millones de personas de la pobreza y la consolidación en el poder de muchos
gobiernos. Sin embargo, aún en esta dificultad generalizada hay diferencias.
¡No se puede estar todo el tiempo gastando más de lo que se ingresa!
En efecto, mientras
Centroamérica crecerá este año en promedio un 4.2%, Chile, Perú y Colombia lo
harán entre el 2% y 3%. América del Sur está complicada por las crisis económicas
en Brasil, Venezuela, Argentina y Ecuador. Ahora lo que se ve venir es un
movimiento en el que millones de personas que habían superado la pobrez
recorrerán el camino inverso en los próximos años.
La época de
los “hiperpresidentes” está terminada: La aprobación promedio de los presidentes
bajó del 60% en el 2009 al 47% el año 2015, con 8 presidentes con menos de 40%
de imagen positiva, a tono con la caída en las expectativas económicas. En la
actualidad, Maduro, en Venezuela, tiene poco menos que un 30% a 25% de
popularidad.
¡No hay
cheques en blanco: Alta popularidad y mucho dinero,- la fórmula de la
gobernabilidad-, ha dejado de funcionar!
Claro que el
descontento y el cambio de clima no sólo tienen que ver con condicionamientos
externos. Entre el 2000 y el 2015, los diferentes gobiernos progresistas
pasaron de ser considerados una “nueva izquierda latinoamericana” como
expectativa de renovación política a “populismos del siglo XXI”. En el pasaje
de uno a otro algo importante se ha perdido, algo que evoca el abandono, la
pérdida de la dimensión emancipatoria de la política y la evolución hacia
modelos de dominación de corte tradicional, basados en el culto a un líder y su
identificación con el Estado.
De cara a la
crisis política en Brasil, surge la pregunta inquietante: ¿Es la corrupción
inevitable cuando se llega al poder? Hay que recordar que, el poder corrompe y
el poder absoluto corrompe totalmente. ¡Esto ya ha sido demostrado por la
experiencia propia de las derechas en estos siglos anteriores!
Los izquierdistas,
al degustar los placeres y delicias del poder y todas las demás ventajas que el
mismo conlleva, no pueden luego sustraerse y acaban por corromperse
autojustificándose que son merecedores de dichas ventajas. Después de todo, si
los actuales derechistas lo han hecho por casi doscientos años de vida
“independiente” de cada nación, ¿por qué no hacer lo mismo, aunque sea en menor
escala? (Según ellos)
El “Discreto
encanto de la burguesía” que muestra el extinto director cinematográfico español
Luis Buñuel, es muy acertado. Los que nunca han tenido, una vez que acceden al
poder y al dinero, no pueden dejar de aficionarse a éstos y acaban
justificándose para formar parte del selecto grupo de los poderosos,- “new
money” o “new rich”-. ¡Una vez entronizados, se rehusan a dejar el poder!
Mucho de esto
tiene que ver con la debilidad institucional, pues, hablando de desigualdad e
injusticia, se ha ido minando el valor de las instituciones, con la idea de
hacer cambios radicales pasando por encima de ellas y de los tiempos que
demandan.
Al desgaste
de los gobiernos que acumulan años en el poder se suma la debilidad de algunas
coaliciones, como la de Brasil. Los residentes del Brasil están enojados y
desencantados con su gobierno, así como desilusionados con toda la clase
política. No es raro que el “impeachment” de la Presidente Dilma Rousseff
termine con las protestas.
Crisis y
recesión, corrupción, negocios oscuros y enriquecimiento de quienes decían
encarnar la renovación moral de la política, conciencia de derechos: La mesa
está servida para una nueva configuración de la opinión pública, con ciudadanos
que apoyan los principios de la izquierda progresista y sus logros sociales,
pero rechazan sus modos autoritarios de ejercer el poder.
Sin embargo,
no faltan quienes señalan matices. En Brasil hay que mirar el origen de las movilizaciones
que empezaron en el 2013 por el precio del transporte en San Pablo, por parte de
colectivos sociales vinculados con el Partido de los Trabajadores. Luego el escandaloso
monto de la inversión y el sobreprecio del Mundial de Football del 2014,- para
colmo de males un nuevo fracaso deportivo para el Brasil como anfitrión-,
mientras la pobreza en todo el país visitaba las favelas de los desposeídos. De
entonces a la fecha, se ha mantenido activo un sector de una clase media más
tradicional, es decir, de un sector que estaba relativamente bien.
El riesgo de
la desilusión es una de las herencias posibles de la experiencia progresista.
Pero hay otros legados: La herencia chavista ha sido poner en primer plano el
problema de la pobreza y la desigualdad, que había sido despreciado por el
neoliberalismo de los años 90. Hoy todos los gobiernos, incluso los
conservadores, tienen como prioridad derrotar la pobreza.
Sin embargo,
hay muchos logros para los cuales,- para desgracia de las derechas-, parece no haber
espacio para la marcha atrás. Así, los ideales de justicia distributiva y
asistencia a la pobreza subsistirán, principalmente porque la pobreza subsiste.
Los gobiernos que vienen no podrán implantar una inversión completa de lo
avanzado.
América
Latina está más fragmentada que nunca y lo estará cada vez más. Los países de
la zona norte serán cada vez más interdependientes con, y sus sociedades cada
vez tratando de parecerse más a, los Estados Unidos de América. Los países de
la zona sur deberán esforzarse por reducir su dependencia de China antes que la
crisis en ciernes los hunda.
Se vislumbra
un futuro con más pluralismo en la región, pero también más demanda de gestión
eficiente y una demanda por cero corrupción. Las ideas van a sobrevivir porque
dentro de las izquierdas neopopulistas hay elementos muy críticos. El populismo
ha agitado las aguas de la discusión teórica, en particular para el pensamiento
de las izquierdas.
Ante este
fracaso y derrota temporal de las izquierdas, ¿se atreverán las derechas a desandar
lo andado por aquéllas o se verán obligadas a “izquierdizarse” para sobrevivir?
JOSE "PEPE" MUJICA |
“Hay gente
que adora la plata y se mete en la política. Si adora tanto la plata que se
meta en el comercio, en la industria, que haga lo que quiera, no es pecado,
pero la política es para servirle a la gente.” (José “Pepe” Mujica, ex
presidente de Uruguay)
¡Saque el
lector sus propias conclusiones!
José Roberto
Campos hijo
DOM 08 MAY 16
Muy acertado
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