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domingo, 8 de mayo de 2016

ANALISIS DE CONCIENCIA





 
JOHN KERRY (SECRETARIO DE ESTADO DE EE. UU.)



Por décadas se escuchó de parte de las izquierdas un esperanzador discurso que proponía y ofrecía a los pueblos oprimidos, la democracia, la igualdad y la erradicación de la corrupción. Todo, dado que las dictaduras, la desigualdad y la corrupción eran males tremendamente institucionalizados en estos territorios.

Desde la venida de los de ultramar a estos lares, los siglos de dominación,- primero de parte de los españoles y luego suplantados por los criollos-, de los económicamente poderosos en perjuicio de las mayorías tremendamente desposeídas había sido notoria. La expoliación de la riqueza de los lugareños por parte de los poderosos es incuestionable: Como muestra, recuérdese la tremenda usurpación a raíz de la erradicación de los ejidos,- tierras comunales de los indígenas-.

En 1932, durante un levantamiento comunista en el Estado de El Salvador, se llegó a instaurar,- brevemente-, el primer “soviet” en el continente americano. Este movimiento es ahora históricamente conocido como “La Matanza”, luego de la cruenta represión que le puso fín. Resultado: Cerca de 30 mil campesinos muertos y casi un centenar de personas adineradas, ejecutadas cruelmente por aquellos. Todo en una época en la que la población total era de un poco más del millón ochocientos personas.

A partir de ese momento, de la noche a la mañana, los indígenas en el Estado de El Salvador procuran pasar desapercibidos, ocultándose, dejando de hablar su lengua, abandonando su vestimenta y ladinizando sus nombres y apellidos.


 
ROQUE DALTON GARCIA



La Guerra Civil del Estado de El Salvador, que a juicio propio de servidor,- como en otros escritos se ha pretendido justificar-, inicia en 1975 con el “ajusticiamiento” del poeta de tendencia marxista Roque Dalton García a manos de sus propios camaradas, habiendo tenido apenas atisbos de momentos de relativa calma. Tras más de cuarenta años de guerra latente, perenne, de baja intensidad, de alta intensidad y muy cruenta por momentos, los caídos continuan haciendo número.

Pero,... ¿qué ha sido de todos aquellos movimientos izquierdistas que preconizaban en contra de las dictaduras y prometían democracia y la erradicación de la imperante corrupción?

Las derechas en toda la América Latina siempre se han dedicado a una expoliación, explotación y saqueo de la riqueza de todas y cada una de las naciones que la conforman. ¡Esta situación se ha enraízado e institucionalido, lo cual ha permitido y servido como caldo primigenio para que los movimientos de izquierda surgieran en viveros adecuados para tal fín!

En casi todas las naciones latinoamericanas en las que los movimientos de izquierda han debido dejar las armas a regañadientes,- ante la enorme presión del imperio-, se han  visto también forzadas a encontrar y buscar la forma de cautivar y enamorar a las masas para ser favorecidos con el voto popular. Sin embargo, para sorpresa de todos, la corrupción, en vez de ser erradicada, ha ido echando raíces más y más profundas para fortalecerse.



HUGO CHAVEZ



En Venezuela, la cuna del “Socialismo del Siglo XXI”,- SSXXI-, en América, tiende el velo una crisis económica que para muchos es ya considerada como una verdadera “catástrofe humanitaria”. ¡Esto no se puede ocultar!



NICOLAS MADURO



Por supuesto, el imperio ha sabido arrinconar a Maduro, logrando que los precios del crudo cayesen a niveles históricos, alem de una sequía que ha acarreado una agudización de la crisis económica. También es cierto que las derechas se han encargado, astutamente, de echar leña al fuego, pero no se debe pasar por alto que, los líderes gobernantes han propiciado todo esto.



DILMA ROUSSEFF



Ahora, en Brasil se descubre una corrupción que ya no puede ser ocultada y que salta a la vista, acarreando una gran convulsión. ¡La Presidente Dilma está en el ojo del huracán, así como su predecesor Lula da Silva, otrora revolucionarios que ofrecieron una inmaculada y justa patria!

En Argentina se ha dado un cambio de rumbo político, aunque por un gobernante cuyo nombre aparece mencionado en los Panamá Papers. Sin embargo, en honor a la verdad, muchos izquierdistas latinoamericanos también están en ese famoso listado.



MAURICIO MACRI



¡Qué los nombres de muchísimos derechistas latinoamericanos aparezcan en los Panamá Papers no debe extrañar a persona alguna!

¡Qué los nombres de izquierdistas también aparezcan en dichos documentos... eso sí que es vergonzoso! Nombres de izquierdistas que por años han dicho luchar por la democracia, la igualdad y la erradicación de la corrupción. Bien lo dijo Abraham Lincoln una vez: “A un hombre honesto no lo pruebes en la adversidad, pruébalo dándole poder.”

El Perú parece también decantarse por un cambio, mientras en la vecina Bolivia, Evo Morales ha tropezado en su proyecto de reelección.



RAFAEL CORREA



La decisión de Rafael Correa de no competir por un nuevo mandato ante el avance opositor en el Ecuador es otro ejemplo del retroceso de las izquierdas. Y en el sureño Chile, la popularidad de Michelle Bachelet ha venido decayendo.

Respecto al Estado de El Salvador, el Secretario de Estado John Kerry ha dicho claramente y sin tapujo alguno que, la corrupción es generalizada y está a la orden del día y que la misma se da en todos los niveles del gobierno, incluyendo a las derechas y a las izquierdas.

En este último territorio, ya no es sorpresa que haya salido a la luz pública que, tanto las izquierdas como las derechas hayan pactado y negociado en su momento, con las pandillas o “maras”. Desde hace casi veinte años, los miembros de las maras que guardan prisión han gozado de privilegios tales como televisores plasma, teléfonos celulares, internet, banquetes a domicilio, festines y... hasta fiestas porno. ¡Hoy que se les han retirado estas prebendas, la queja es que pareciera que están guardando prisión! (Léase la frase con un tremendo tono sarcástico y socarrón)

Pero,... parece que ahora se teje un hilo conductor en la escena política latinoamericana: Un cambio de ciclo que alcanza en particular a los países que estuvieron conducidos en los últimos quince años por gobiernos denominados progresistas, de izquierda, integrantes del llamado SSXXI o populistas, según quien los mire y cómo les quiera llamar.

El clima político se desparrama sobre el continente y logra convocar a las calles a multitudes más o menos organizadas que,- en un giro que descoloca a muchos gobiernos progresistas-, no sólo reclaman conservar los derechos adquiridos, sino que también exigen transparencia y eficiencia de gestión.

Mientras muchos insisten en comparar estos cambios con el movimiento de un péndulo,- yendo ahora de izquierda a derecha-, otros recomiendan reconocer matices: Un contexto internacional difícil para las economías latinoamericanas está dejando a los gobiernos con pocos recursos para financiar las políticas sociales que les dieron apoyo masivo. A esto se suma el cansancio social con respecto a gobiernos que se extendieron en el tiempo y que, en muchos casos exageraron la concentración de poder en la figura de un líder, abusaron de los recursos de sus estados y/o entraron en el juego de la corrupción contradiciendo todo su discurso de refundación moral.

Algunos ven una confirmación de que el continente abandona el desvío “populista” y vuelve a la senda de la racionalidad. Otros izquierdistas claman por una resistencia contra “el golpismo”,- nuevo nombre que se da a la oposición, aunque no tan lejos de la realidad-, llegando a las críticas más profundas, las que se hacen con el sabor amargo de una oportunidad perdida o una traición.

¿Sobrevivirá a los cuestionamientos la herencia positiva de estos gobiernos izquierdistas,- la inclusión de millones de personas, el reconocimiento de derechos sociales y la participación creciente de los ciudadanos-?

¿Podrán ahora los gobiernos, más pragmáticos que ideológicos, enfrentar la ecuación “menos recursos – menos popularidad – más demandas sociales”?

Una teoría como la ya arriba apuntada,- la del péndulo ideológico-, remite a debates que todavía no se han saldado. ¿Puede decirse que las experiencias de las izquierdas en América Latina en estos años han sido semejantes? Un “no” es una debida y tajante respuesta. Hay notables diferencias: Populismo convencional, neopopulismo, socialdemocracia a la latinoamericana, progresismo, etc.

Parece ser que, el hilo conductor que une todas las experiencias políticas latinoamericanas izquierdistas es el fin del llamado “superciclo de las commodities”, es decir, los años de bonanza en los precios internacionales que permitieron financiar con generosidad las políticas sociales, la salida de millones de personas de la pobreza y la consolidación en el poder de muchos gobiernos. Sin embargo, aún en esta dificultad generalizada hay diferencias. ¡No se puede estar todo el tiempo gastando más de lo que se ingresa!

En efecto, mientras Centroamérica crecerá este año en promedio un 4.2%, Chile, Perú y Colombia lo harán entre el 2% y 3%. América del Sur está complicada por las crisis económicas en Brasil, Venezuela, Argentina y Ecuador. Ahora lo que se ve venir es un movimiento en el que millones de personas que habían superado la pobrez recorrerán el camino inverso en los próximos años.

La época de los “hiperpresidentes” está terminada: La aprobación promedio de los presidentes bajó del 60% en el 2009 al 47% el año 2015, con 8 presidentes con menos de 40% de imagen positiva, a tono con la caída en las expectativas económicas. En la actualidad, Maduro, en Venezuela, tiene poco menos que un 30% a 25% de popularidad.

¡No hay cheques en blanco: Alta popularidad y mucho dinero,- la fórmula de la gobernabilidad-, ha dejado de funcionar!

Claro que el descontento y el cambio de clima no sólo tienen que ver con condicionamientos externos. Entre el 2000 y el 2015, los diferentes gobiernos progresistas pasaron de ser considerados una “nueva izquierda latinoamericana” como expectativa de renovación política a “populismos del siglo XXI”. En el pasaje de uno a otro algo importante se ha perdido, algo que evoca el abandono, la pérdida de la dimensión emancipatoria de la política y la evolución hacia modelos de dominación de corte tradicional, basados en el culto a un líder y su identificación con el Estado.

De cara a la crisis política en Brasil, surge la pregunta inquietante: ¿Es la corrupción inevitable cuando se llega al poder? Hay que recordar que, el poder corrompe y el poder absoluto corrompe totalmente. ¡Esto ya ha sido demostrado por la experiencia propia de las derechas en estos siglos anteriores!

Los izquierdistas, al degustar los placeres y delicias del poder y todas las demás ventajas que el mismo conlleva, no pueden luego sustraerse y acaban por corromperse autojustificándose que son merecedores de dichas ventajas. Después de todo, si los actuales derechistas lo han hecho por casi doscientos años de vida “independiente” de cada nación, ¿por qué no hacer lo mismo, aunque sea en menor escala? (Según ellos)

El “Discreto encanto de la burguesía” que muestra el extinto director cinematográfico español Luis Buñuel, es muy acertado. Los que nunca han tenido, una vez que acceden al poder y al dinero, no pueden dejar de aficionarse a éstos y acaban justificándose para formar parte del selecto grupo de los poderosos,- “new money” o “new rich”-. ¡Una vez entronizados, se rehusan a dejar el poder!

Mucho de esto tiene que ver con la debilidad institucional, pues, hablando de desigualdad e injusticia, se ha ido minando el valor de las instituciones, con la idea de hacer cambios radicales pasando por encima de ellas y de los tiempos que demandan.

Al desgaste de los gobiernos que acumulan años en el poder se suma la debilidad de algunas coaliciones, como la de Brasil. Los residentes del Brasil están enojados y desencantados con su gobierno, así como desilusionados con toda la clase política. No es raro que el “impeachment” de la Presidente Dilma Rousseff termine con las protestas.

Crisis y recesión, corrupción, negocios oscuros y enriquecimiento de quienes decían encarnar la renovación moral de la política, conciencia de derechos: La mesa está servida para una nueva configuración de la opinión pública, con ciudadanos que apoyan los principios de la izquierda progresista y sus logros sociales, pero rechazan sus modos autoritarios de ejercer el poder.

Sin embargo, no faltan quienes señalan matices. En Brasil hay que mirar el origen de las movilizaciones que empezaron en el 2013 por el precio del transporte en San Pablo, por parte de colectivos sociales vinculados con el Partido de los Trabajadores. Luego el escandaloso monto de la inversión y el sobreprecio del Mundial de Football del 2014,- para colmo de males un nuevo fracaso deportivo para el Brasil como anfitrión-, mientras la pobreza en todo el país visitaba las favelas de los desposeídos. De entonces a la fecha, se ha mantenido activo un sector de una clase media más tradicional, es decir, de un sector que estaba relativamente bien.

El riesgo de la desilusión es una de las herencias posibles de la experiencia progresista. Pero hay otros legados: La herencia chavista ha sido poner en primer plano el problema de la pobreza y la desigualdad, que había sido despreciado por el neoliberalismo de los años 90. Hoy todos los gobiernos, incluso los conservadores, tienen como prioridad derrotar la pobreza.

Sin embargo, hay muchos logros para los cuales,- para desgracia de las derechas-, parece no haber espacio para la marcha atrás. Así, los ideales de justicia distributiva y asistencia a la pobreza subsistirán, principalmente porque la pobreza subsiste. Los gobiernos que vienen no podrán implantar una inversión completa de lo avanzado.

América Latina está más fragmentada que nunca y lo estará cada vez más. Los países de la zona norte serán cada vez más interdependientes con, y sus sociedades cada vez tratando de parecerse más a, los Estados Unidos de América. Los países de la zona sur deberán esforzarse por reducir su dependencia de China antes que la crisis en ciernes los hunda.

Se vislumbra un futuro con más pluralismo en la región, pero también más demanda de gestión eficiente y una demanda por cero corrupción. Las ideas van a sobrevivir porque dentro de las izquierdas neopopulistas hay elementos muy críticos. El populismo ha agitado las aguas de la discusión teórica, en particular para el pensamiento de las izquierdas.

Ante este fracaso y derrota temporal de las izquierdas, ¿se atreverán las derechas a desandar lo andado por aquéllas o se verán obligadas a “izquierdizarse” para sobrevivir?



JOSE "PEPE" MUJICA



“Hay gente que adora la plata y se mete en la política. Si adora tanto la plata que se meta en el comercio, en la industria, que haga lo que quiera, no es pecado, pero la política es para servirle a la gente.” (José “Pepe” Mujica, ex presidente de Uruguay)



¡Saque el lector sus propias conclusiones!



José Roberto Campos hijo
DOM 08 MAY 16

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