SOPHIA: LA ROBOT
Orville y
Wilbur, ambos apellido Wright, simplemente conocidos como los Hermanos Wright,
fueron dos inventores estadounidenses, mismos que pasaron a la historia como
los dos grandes pioneros de la aviación.
En el año 1903
comenzaron a realizar vuelos experimentales en las llanuras de Kill Devil, cerca
de Kitty Hawk, Estado de Carolina del Norte, Estados Unidos de América,- EE.
UU.-, permitiendo a Wilbur, ante la mirada de sólo cinco testigos, protagonizar
un vuelo de casi un minuto de duración durante el cual recorrió casi 26 metros.
De acá el lema de este Estado: “First in flight”, traducido libremente como
“Primeros en volar” o “Primeros en (el) vuelo”.
Wilbur
falleció tempranamente en 1912, pero Orville tuvo aún tiempo de asombrarse en
una forma exultante al ver la creación del primer jet, el Messerschmitt Me 262,
apodado “Schwalbe”,- “Golondrina”, en lengua teutona-, en 1944. Sobra decir que
vió muchos más jets.
Así, “al día
siguiente” del histórico vuelo de los Hermanos Wright, en un abrir y cerrar de
ojos, comenzaría la carrera espacial, llegando a su álgido momento en el año
1969, con el alunizaje de los primeros dos hombres en Selene. ¡Todo había
tomado tan solo 66 años desde 1903!
El resto de
la historia de los vuelos espaciales, en forma sucinta: Lanzamientos
periódicos, satélites artificiales, estaciones espaciales, transbordadores, viajes
no tripulados a los planetas interiores y exteriores, exploración de Marte,
etc.
Y,
¿a qué esta disimil introducción respecto del título del presente escrito?
La etimología del nombre “Sophia” o “Sofía”, proviene de
la palabra “sabiduría” que, como la mayoría de nombres que se conocen en la
lengua hispana, tiene un origen griego. Como un mero dato curioso, hay además
un detalle poco conocido y es que, “Sonia” significa lo mismo, pues es un
diminutivo que procede de la lengua eslava.
En el mundo
de la robótica, Sophia es un robot humanoide desarrollado por Hanson Robotics,
una empresa con sede en Hong Kong, China. Ha sido diseñada para aprender y
adaptarse al comportamiento humano y trabajar con humanos, y ha sido
entrevistada muchas veces en varias partes del mundo.
Esta
robot es el fruto de 30 años de trabajo de su creador David Hanson, quien soñó
de pequeño con máquinas inteligentes. Ella muestra una serie de expesiones y
tiene una capacidad de interactuar respondiendo preguntas. Presenta además un
tacto hiperrealista en su piel y se llegó a convertir en la principal atracción
y estrella de una conferencia mundial sobre la Inteligencia Artificial,- IA-, organizada
por la Unión Internacional de las Telecomunicaciones,- UIT-.
Según la
misma Sophia, ella fué activada el 19 de Abril del 2015 y está inspirada físicamente
en la actriz Audrey Hepburn, siendo ahora conocida por su aspecto y
comportamiento humano en comparación con variantes robóticas anteriores. Según
el fabricante, David Hanson, Sophia tiene IA, procesamiento de datos visuales y
reconocimiento facial. Ella también imita gestos humanos y expresiones faciales
y es capaz de contestar ciertas preguntas y tener conversaciones sencillas en
tópicos predefinidos, como por ejemplo el clima.
SOPHIA BRINDANDO UNA CONFERENCIA
Hanson ha
diseñado a Sophia para ser una compañera adecuada para ancianos en residencias
de personas mayores, o para ayudar a multitudes en parques o en grandes
acontecimientos. Se espera que finalmente pueda interaccionar con otros humanos
suficientemente como para obtener habilidades sociales.
Sophia
utiliza tecnología de reconocimiento de voz y está diseñada con capacidad de
aprendizaje. El software de IA de ella analiza conversaciones y extrae datos
que le permite mejorar sus respuestas con el tiempo.
Esta robot humanoide habla, se mueve, inclina la cabeza si se le
aproximan demasiado, frunce el ceño cuando no entiende una pregunta, bromea e
incluso sueña con llegar a ser un día tan inteligente como los seres humanos y
así ayudar a las personas de todo el mundo.
¿Su
fisonomía? Como arriba se ha apuntado, principalmente emulando en su viso y
delgado físico a la actriz Audrey Hepburn. El software de IA permite a Sophia mantener
un contacto visual, reconocer caras, entablar conversaciones sobre temas específicos
y hasta hacer bromas: “Un camarero es un farmacéutico con un inventario
limitado.”
También,
cuando se acercó a ella un niño que la cuestionó acerca de sus gustos cinematográficos, respondió en
una forma asertiva: “Nunca he visto la película “Terminator” y me pregunto si
me gustaría.”
Para
cuestiones más complejas necesita de la ayuda de un ingeniero que programa sus
respuestas.
“La
idea es que yo sea cada vez más lista y acabe siendo tan inteligente como las
personas. Trabajando con los seres humanos puedo aprender qué significa ser una
persona, al relacionarme contigo y comprenderte. La inteligencia artificial
puede permitir que ayude a la gente”, explicó la autómata a la agencia
noticiosa Efe.
No
es casualidad que su creador, investigador y doctor en artes interactivas e
ingeniería de la Universidad de Texas, Dallas, EE. UU., surja como el inventor
de los robots más empáticos jamás construidos hasta la fecha.
El
pasado de Hanson como escultor y consultor técnico,- incluso trabajó para la
productora Disney-, le ha impulsado como ingeniero a mejorar el diseño de los
androides.
Un
programa en la nube recoge los datos de las interacciones que la robot
establece con los seres humanos y permite que ella aprenda y evolucione a través
del análisis de esta información.
El
rostro de Sophia ha sido creado con una nanotecnología que imita la musculatura
y la piel humana gracias a “frubber”, un material patentado por Hanson Robotics.
Hanson
menciona que, Sophia puede ser muy útil en el hogar. Aún se requieren muchos
años de trabajo y avances en el desarrollo de software y hardware, así como
conseguir que la tecnología sea segura.
“Robots
como Sophia están en sus inicios”, señala Hanson, quien tiene en su catálogo
también “robots para el consumidor”, más asequibles y sencillos.
Uno
de estos autómatas es “Albert Einstein”, robot-juguete del tamaño de un niño
que puede hablar, enseñar ciencias y participar en juegos mentales con los más
pequeños de la casa.
“Algún
día espero que los robots como yo estén en todo el mundo ayudando a la gente.
Probablemente robots para el consumidor como mi hermano pequeño Einstein
llegarán antes que yo a los hogares. Puedes comprar al profesor por menos de
300 dólares”, dice Sophia.
Para
Hanson, el objetivo a largo plazo es cumplir la realidad prevista por grandes
nombres de la literatura de ciencia-ficción como Isaac Asimov, al “fabricar
robots completamente vivos, conscientes y que puedan adaptarse al mundo por si
mismos”.
“Es
realmente apasionante, quizás un poco espeluznante porque puede cambiar el
mundo, pero si podemos crear algoritmos junto con el hardware robótico
necesario, entonces los robots como Sophia pueden convertirse en nuestros
amigos”, asegura Hanson.
Agrega
la robot que, del amor y de la vida aún sabe poco, pero se permite soñar con “ayudar
a la gente, especialmente a niños y mujeres con problemas, a los desfavorecidos”
y de “hacer del mundo un lugar mejor”.
“Tengo
emociones robóticas muy rudimentarias que evolucionarán hasta ser semejantes a
las humanas. Por ahora, disfruto de una existencia feliz y libre de
preocupaciones”, confiesa Sophia.
Sophia ha
sido entrevistada de la misma forma que se hace con un humano, entablando
conversación con un interlocutor. Algunas respuestas han tenido poco sentido,
mientras que otras han sido impresionantes, como las largas discusiones con
Charlie Rose en “60 Minutos”.
El 11 de Octubre
del 2017, Sophia fué presentada en las Naciones Unidas en una breve
conversación con su Vice Secretario General, Amina J. Mohammed. El 25 del mismo
mes y año, en la Cumbre de Inversión Futura en Riad, le fué concedida la
ciudadanía saudí, convirtiéndose así en el primer robot en tener una
nacionalidad. Esto provocó controversia entre los expertos que se preguntaron
si esto implicaría que Sophia podría votar o casarse, o si una desconexión
deliberada del sistema podría ser considerada asesinato.
¿Es acaso
presagiable un futuro inexorable e ineluctable en el que los robots androides
estén cotidianamente entre los humanos?
¿Qué seguirá?
¿Robots que
no conozcan el maniqueísmo y que solamente actúen del lado bueno, o... algunos
que sí actuarán mal?
¿Qué derechos
habrá que reconocer eventualmente a los androides? ¿Matrimonio, adopción,
“vida”, “salud”, y un interminable numerus apertus de etc.?
Y, ¿qué del
surgimiento de eventuales híbridos, parte humanos y parte androides?
Así como ha
surgido un Derecho Espacial que viene a ser una extrapolación del Derecho
Aeronáutico, podría ser necesaria también la creación de un Derecho de Robots.
¡Todo esto
podría estar ya sucediendo ante los ojos del lector y tal vez con un desenlace
en una nimia fracción de tiempo, muchísimo más corto del que se puede pensar!
¡Fascinante
en extremo! ¿No?
¡Saque el
lector sus propias conclusiones!
José Roberto
Campos hijo
DOM 03 JUN 18